LOS HÁBITOS SÍ IMPORTAN

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“Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta.” ARISTÓTELES

Los hábitos son adquiridos mayormente por la repetición continua de ciertas acciones, normalmente de forma inconsciente, aunque no como regla.

Los hábitos pueden clasificarse de forma simple en dos:

Hábitos proactivos y hábitos reactivos.

Los hábitos proactivos son todos aquellos que producen alguna práctica benéfica o positiva en nuestra forma de vivir, por el contrario o en contraste, los reactivos deterioran o instruyen en forma negativa nuestras acciones, dañando la percepción de nuestros actos.

Por ejemplo:

Hábitos proactivos: Ser ordenados, limpios y formales. Ejemplo:

«Gracias por recoger el tiradero», «te ves muy bien vestido», «siempre contamos contigo».

Hábitos Reactivos: Ser desordenados, sucios e informales. Ejemplo:

«Recoge la basura que tiraste», «¡báñate cochino!», «¿otra vez faltaste?»

¿Por qué es tan importante entender el asunto de los hábitos? ¿Qué tiene que ver esto con nuestra felicidad?

Los hábitos definen muchas cosas en nuestra vida, tales como: si la gente puede confiar en nosotros o no, si vamos a cumplir o no con lo que se nos encarga, si llegaremos, o no, es decir, los hábitos dejarán ver más allá que nuestros dichos de que estamos hechos.

Los hábitos afectan todos los aspectos de la vida, por ejemplo; tratándose de una relación ya sea de noviazgo o de amistad, ¿cuántas veces podrá nuestra pareja soportar que la o lo deje plantado? O ¿Lleguemos tarde a nuestra cita?

¿Cuántas veces nuestros amigos aguantarán que seamos irresponsables, que no cumplamos con nuestra palabra o que simplemente actuemos con desinterés en todo?

 Definitivamente hay límites para cada asunto, me esperarán una, dos o hasta tres veces, pero la cuarta será la vencida, si por mi culpa están llegando tarde o simplemente no llegan a la escuela o al cine, seguramente ya no volverán a pasar por mí y probablemente ya ni siquiera me tomen en cuenta para las siguientes ocasiones.

Los hábitos construyen o si lo permitimos, se vuelven una herramienta por demás destructiva.

Un hábito es una conducta llevada a cabo con regularidad, es decir, repetida en el tiempo, que es aprendida –no innata– y que requiere de poco o ningún compromiso racional.

Cualquier cosa puede ser un hábito, cuando su realización constituye parte de una rutina más o menos automática, es decir, no requiere de un esfuerzo consciente o una programación explícita. Por ejemplo, muchas personas poseen el hábito del cigarrillo, y suelen fumar en momentos y horarios determinados, como después de comer, o al levantarse en la mañana, etc.

Existen diversos tipos de hábitos:

Hábitos físicos. Aquellos que involucran el cuerpo y la salud, como hacer ejercicio, cepillarse los dientes luego de cada comida o tomar una copa de licor después de almorzar.

Hábitos sociales. Aquellos que involucran la interacción con los demás, como visitar a la abuela cada domingo o llamar a un amigo en cada cumpleaños.

Hábitos mentales. Aquellos que atañen estrictamente a la mente, como la práctica de la meditación.

Hábitos recreativos. Aquellos que tienen que ver con la manera que tenemos de recrearnos, como jugar al fútbol los sábados por la tarde o dedicar una hora a los videojuegos luego de hacer las tareas.

Hábitos afectivos. Aquellos que atañen al afecto y a sus formas de expresión, como es el “te amo” de despedida de los novios.

Los hábitos deben ser fortalezas de vida y es necesario que con toda conciencia, enriquezcamos los hábitos proactivos y ataquemos decididamente a los que no lo son.

Es necesario que revisemos con cierta frecuencia el estado de nuestra vida y tener claridad de las cosas que nos afectan directamente para bien o para mal, gracias a Dios por lo que nos bendice y hace fuertes, pero lo que no lo hace, necesita un cambio urgente.

No permitamos que nuestra personalidad sea definida por los hábitos equivocados, si de alguna forma recibimos señales de alerta por ciertos asuntos, es necesario que revisemos con seriedad las cosas y comencemos a trabajar para mejorar lo que debe ser mejorado y eliminar definitivamente de nuestro actuar lo que no nos da ningún beneficio.

No esperes a que alguien sea afectado por las cosas equivocadas o sin razón de tu vida, actuemos decididamente y tomemos control de nuestras acciones.

No será producto de la casualidad llegar a buen puerto el día de mañana, el final del camino esta trazado, tú decides si llegas y claro, si te apoyas de la mano de Dios, siempre será mejor.

“Mira hacia delante y fija los ojos en lo que está frente a ti. Traza un sendero recto para tus pies; permanece en el camino seguro. No te desvíes; evita que tus pies sigan el mal.” Proverbios de Salomón.