Martes con M de Mito: estar en el Buró de Crédito ¿es malo?
Recordará, amable lector, que en alguna ocasión escribí que le declaré la guerra hace muchos años a la Ignorancia y a la Costumbre. Pues bien, este mito tiene mucho, pero mucho que ver con la primera. Y es que, parece que, en México, y bueno, prácticamente en todo el mundo, pero no se si más en los países de habla hispana, se da el fenómeno de que la gente tiende a creer lo que digan los demás sin ni siquiera comprobarlo.
Y como ejemplo podemos citar algunos casos como la vez que la gente creyó, o no sé si siga creyendo, que al vacunarse les implantan un chip para controlarles la mente; o que el gobierno por las noches con helicópteros rociaba todo el país con el virus del Covid-19; o remontándonos más al pasado, que había una caricatura que causaba choques epilépticos a los niños, etc. Unos más risibles que otros, otros más creíbles que otros, otros que dan pie a la especulación, otros quizá que ameriten investigación, en fin, la lista es grande y es tema que no nos ocupa en este espacio. Sin embargo, en toda esa larga lista, se asoma este mito, respecto a que, estar en el buró, no sólo es malo, es malísimo.
Bien, empecemos de golpe desmintiendo este mito: Todos, los usuarios financieros estamos registrados en el buró de crédito.
Ahora, el nombre correcto no es buró, son Sociedades de Información Crediticia, SIC, por sus siglas, y no es una, son varias. En México, actualmente existen dos empresas facultadas para el uso de esta información. Y están encargadas del manejo, recopilación, entrega o envío de información relativa al historial crediticio de personas físicas y morales.
La palabra buró en México se designa para un mueble que está junto a la cama y en algunas ocasiones se usaba para escribir, sobre todo, hasta el siglo pasado, antes de la invención de la televisión y los teléfonos celulares. Hoy, prácticamente ya nadie escribe sobre ese mueble, destinado para lámparas o en el mejor de los casos, libros de cabecera para antes de dormir. La palabra, proviene del francés bureau que significa, oficina, despacho, agencia, de ahí que se le asocie con las agencias: Las SIC, antes señaladas.
Entonces, todos los usuarios de servicios financieros estamos registrados en el buró, si se quiere ver así. Unos, de manera positiva, los que nos mantenemos al corriente, pagando puntualmente, los créditos y tarjetas. Otros, de manera negativa, como también lo estuve, cuando pasé por un periodo de crisis. Y aquí es donde quiero llegar, el historial se va actualizando, como en mi caso, que antes estaba registrado de manera negativa y ahora lo estoy, pero de manera positiva. Así que si alguien se le acerca para ofrecerle sus servicios y le pide dinero a cambio de sacarlo del buró. No caiga. Es una trampa. Una estafa. Nadie, léalo bien, nadie pude sacarlo del buró, ni tampoco borrarlo.
El registro de cada usuario se va actualizando, de manera positiva o negativa de acuerdo al manejo que le vayan dando a sus créditos.
Y otra cosa: el buró, o más correctamente los buros, porque ya vimos que no es uno son dos, no son los que deciden si se otorga o no un crédito. Eso lo hace cada institución bancaria con la información que consulte en el buró.