Mejor ni te digo

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Cuando le conté a Diego lo de la combustión espontánea humana se quedó como pasmado. Y todo el día anduvo pensativo, hasta en el salón cuando le aventamos las bolas de papel, arrancadas de la libreta de Ximena, ni caso nos hizo. Después nos regañó la maestra porque ya tenía en su lugar una montaña de basura y él ni en cuenta. A la salida nos despedimos de los demás y nos quedamos solos, me preguntó si era cierto lo que le conté.

     – ¡Ah no maaa Diegüin!  ya supéralo, lo vi en un video– Le respondí riendo y burlándome de él, es que a veces se pasa de nervioso, le exagera, la verdad no pensé que le pudiera afectar.

–   Es qué, o sea, ¿si nos puede pasar? – dijo angustiado.

No sabía ni que decirle para calmarlo, y todo el camino a su casa (porque siempre nos vamos juntos), le estuve explicando lo del video y de que podría ser sólo un invento, y también le dije que no está del todo comprobado por la ciencia moderna. En fin, después que se me ocurre decirle que igual eran cosas de los alienígenas, no maaaa, ¡qué bruto!, ni le hubiera dicho, ya me empezó a contar de todos los programas que se chuta de extraterrestres y conspiraciones macabras, lo bueno que se le olvido lo de la combustión espontánea, al menos eso creí.  Total, que cuando llegamos a su casa, todavía me invito un refresco en la tienda, y en eso que me vuelve a preguntar lo mismo y yo, que en ese momento le había dado un trago a mi chesco, pues que se me va por otro lado, y yo andaba tose y tose y todo rojo de que casi me ahogaba y el Diego nada más se me quedaba viendo como esperando a que le respondiera rápido:

¡Chale Diego! Neta que caes mal, ya me voy a mi casa mejor.  ¿Ves? A la otra mejor ni te digo.

Ni me pude terminar mi refresco de naranja, me fui a mi casa medio fastidiado. Cuando llegué me puse a hacer la tarea de Historia, porque tenía dos reportes de esta semana, uno de Química y otro de Inglés, pinche inglés ni le entiendo, y con tres reportes les llaman a los papás, así que era ahora o nunca. Mientras trabajaba en la línea del tiempo del Porfiriato, que me acuerdo de la mentada combustión, y se me vinieron a la mente las imágenes que había visto en el video y de lo que me preguntaba mi cuate, entonces que me pongo a ver más videos y así estuve como tres horas, ya hasta los ojos me dolían, y que me da hambre. Fui a la cocina y me quedé viendo la estufa como treinta segundos, ya andaba como el Diego todo ido. Decidí calentar la sopa en el micro y me dieron nervios de ver como daba vueltas el plato mientras se calentaba, me alejé y esperé a que sonara el bip-bip-bip de que ya estaba lista. No se me había ocurrido ver la hora, ni la ventana y de pronto ya había llegado mi papá del trabajo. Pasaban de las diez de la noche, me metí rápido a mi cuarto, me puse el pijama y que me quedo dormido.

En la clase de Español me puse a terminar lo de Historia, porque la maestra se salía de a ratos y aproveché esos momentos, agarré la libreta de Ximena y órale, a copiar, pero mientras copiaba, le pintaba webs al Diego y lanzaba proyectiles con pedazos de bolígrafo, y bueno, como todo en esta vida tiene su fin: ¡que me cacha la maestra! Se hizo un silencio de miedo en el salón y sentí un calor extraño dentro de mí, paso por mi mente el titular del periódico local: Adolecente en llamas, víctima del efecto mecha por estrés escolar, ya sé, nada que ver, pero en ese instante pareció como que algo me iba a dar. Aunque sólo me dio vergüenza en ese momento, no se compararía con lo que me esperaba en casa, ¡auch!, mejor ni te digo.