MÍA
Ella es mía y Mía es ella
Ella me pertenece porque es mía,
Pero también ella se pertenece y ella también es mía de ella
Sin ninguna gramática posesiva
Y su pelo rubio camuflado despista a cualquier intruso
O algún iluso que pretenda entrar en su órbita
Su piel tiene la constelación de lunares como
Galaxias o constelaciones para que cualquier
astrónomo prescinda de los lentes de Galileo
y uno de sus ojos es angélico y el otro no,
es más angélico aún.
Y así ese viaje infinito hace un oasis
En su voz al más puro estilo de un oasis
Lleno de solfeos musitados
Con la ayuda de sus fuelles color fuelles
Que la hacen caminar y danzar como en un acto
Litúrgico con todas sus miradas
como acordes perdidos que ella atrapa
Como la dulce saliva de una mariposa
Que se va sin saber cuándo volver
Y así transcurre como mar bravo,
O como lago reposado
Sin contar que lee la mente
Huele los sabores
Mira los sonidos
Y le cambia de color a las sábanas
Con su cuerpo transcurriendo
Por todas sus edades
Enemiga de los clisés
Hablando un idioma
Incomprensible
No sólo por no tener palabras
Porque nunca usa letras conmigo
Solo me mira
Y de esos ojos salen abecedarios
Que yo tengo que acomodar
Hasta que esta historia sin fin
Continúe sin fin,
Porque su inteligencia disuelve
A cualquiera y a cualquier cosa
y su amor,
extraño amor
con la carga de aquella palabra
inasible
se vuelve realidad cuando al oído me dice
…después de siglos…
(no olvidemos que el tiempo es un concepto
absolutamente discutible y con el
cero poesía por titular)
…después de siglos…
que es Mía,
es decir
sólo mía,
en el lenguaje
de la Torre de Babel,
que es capaz de reconstruir,
si se lo pido.