Mobbing
Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido y me refiero a la tranquilidad. En esta vorágine de declaraciones personales que diariamente vemos aparecer públicamente, quiero unir esta humilde declaración de víctima con insignificante daño, que por ende, pareciera no ser… Sin embargo, un daño siempre se hace en pos del mal y eso hay que denunciarlo, gritarlo, hacerlo, por lo menos, evidente.
El mobbing u hostigamiento laboral es habitual en las organizaciones en un sentido descendente, es decir, de jefe a subordinado; sin embargo, sucede también en un sentido ascendente, de empleados a jefes en la más sutil, pero macabra forma de provocar estrés laboral a una persona, conocido también como acoso moral. Un trabajador o grupo de trabajadores realizan una serie sistemática de acciones piscológicamente violentas –al menos una vez a la semana durante al menos seis meses para provocar la destitución de una persona–. El acosador no entiende de género ni de jerarquías laborales.
A la víctima de mobbing se le comienza a asignar gran cantidad de labores para propiciar su cansancio, lo que se conoce como sobrecarga cuantitativa: tener mucha demanda de trabajo, pero poca oportunidad de control, para que entonces sea inevitable que falle o caiga en déficit cualitativo. Se le obliga a realizar una tarea repetitiva, aburrida y en ocasiones sin propósito, condiciones de vulnerabilidad para permitir el ataque del grupo en contra para generar una reacción y etiquetarla como conflicto.
Por otra parte, esos trabajadores agresores están molestos por sus propias frustraciones en relación a escalar posiciones en la organización para crecer laboral o personalmente, pero eso no es culpa de la víctima, a quien se le aísla e impide toda comunicación funcional, pues no se le da toda la información que debería tener, le impiden hablar, mientras que los compañeros pueden incluso injuriar. Critican su vida privada y su trabajo, ignoran su presencia y hasta pueden llegar a amenazar. El desprestigio y la desacreditación vienen de la mano con estas conductas, a la víctima se le vigilará y revisará continuamente, se le ridiculizará mediante la imitación de sus gestos o el cuestionamiento de sus decisiones. Todo esto compromete la salud psicológica de la víctima con depresión y ansiedad, convirtiendo su entorno laboral en un trabajo destructivo.
Hoy, por fin me acepto como víctima de mobbing desde hace más de 25 años por el simple hecho de ser mujer y contar con estudios profesionales, presentarme con puntualidad a mi trabajo y cumplir con oportunidad y eficiencia, todas las funciones para las que fui contratada por la mitad del sueldo que reciben los acosadores… –Así el nivel de misoginia e ignorancia– … en… – ¿dónde dijo usted que trabaja?… – No se escucha bien, – qué pena, se fue el internet, perdimos conexión. Mientras tanto, seguimos en su programa: Perspectivas laborales para la Mujer en el 2022.