Nepotismos vigentes
El nepotismo es, por definición, una conducta fraudulenta manifestada en el hecho de que una persona asigna recursos de un entorno de trabajo a familiares o amigos, sin tomar en cuenta su idoneidad en el desempeño de alguna función.
Para nuestra tristeza, es un asunto común en nuestro México de contrastes; todos conocemos personas que ofrecen trabajo a sus familiares, sencillamente porque tienen el poder para hacerlo, aunque no se cumplan requisitos mínimos de capacidad.
Pero no sólo es cuestión de trabajos, también encontramos estas acciones en autoridades que buscan protagonismo personal o de los suyos en contextos diversos, no hay actividad económica que sea ajena a estas incongruencias y pareciera un requisito para hacer evidente una falsa concepción del poder.
Por ejemplo, hay muchas escuelas en las que el Director o Directora seleccionan para muestras extraescolares o para los discursos de cierre de cursos a sus hijos (estudiantes de esos centros de trabajo), pensando que esas sutilezas les proyectan socialmente. Si se tratara de buenos estudiantes, quizás sería válido, aunque siempre quedará ese dejo de favoritismo; los argumentos tienen que ser lo suficientemente sólidos para justificar una decisión de esa naturaleza.
La realidad es que suelen ser elegidos por dedazo y por decisión de esa madre o padre de familia, que coyunturalmente es la cabeza de un departamento en algún colegio o centro educativo. Está mal y por supuesto que se ve mal.
En otros casos, propietarios de empresa que escatiman salarios o prestaciones a sus empleados bajo el argumento de que no hay dinero, pero no tienen recato en mostrar en redes sociales que andan de vacaciones en lugares paradisiacos, con toda la ascendencia y descendencia, casualmente colaboradores de la misma empresa. ¿Con qué autoridad moral se atreven a pichicatear recursos? La lectura es contundente: incongruencia y nepotismo al más alto nivel.
Y qué decir de personas que a la menor provocación, insertan a sus familiares en los espacios laborales que dirigen o coordinan; y no porque cuestione el derecho de todo ser humanos de buscar ayudar a sus cercanos, eso me parece loable, sino porque cuando en un espacio de trabajo hay más de dos familiares, suelen convertirse en monopolios o mini guetos que no favorecen las sinergias positivas dentro de las empresas.
Pero el colmo se da cuando, incluso en espacios educativos, se acomoda a familiares en posiciones en las que se exige algún requisito académico, y el beneficiado no los tiene; ésta es la muestra más clara del desdén de las autoridades ante las normatividades. Quien es capaz de violentar una norma, ¿Qué cara tiene para exigir un comportamiento ético?
Situación similar cuando algún funcionario que está estudiando en la misma organización, mueve influencias para acreditar todas las materias, pasando por encima de la autoridad del docente. El amiguismo es igual de peligroso.
Como suelo decirlo, todo comienza en casa, y mientras en nuestros senos de origen sigamos pensando que nos merecemos todo sin esfuerzo, y que la gente tiene la obligación de apoyarnos por el simple hecho de conocernos (sin mérito de por medio), estaremos contribuyendo a la preservación de una de las más nefastas prácticas sociales.
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