Niña

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Querido y aguzado lector, le saludo con el gusto de siempre. Espero se encuentre bien, disfrutando ya de los días calurosos de la primavera.

La columna de esta semana es especial, un breve homenaje a mi tía que recientemente abandonó el plano material, me refiero a Candelaria Lara García, una mujer con una luz inagotable y adorable. Desafortunadamente falleció a causa del cáncer, una enfermedad feroz que llega a terminar con la vida de hombres, mujeres e incluso niños.

De acuerdo con cifras de la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer A.C.       (AMLCC) El cáncer es la tercera causa de muerte en nuestro país, el 30% de casos son prevenibles y otro 30% se puede diagnosticar oportunamente, lo que generaría un 60% de probabilidad de curación. Desafortunadamente vivimos en un país donde no está muy arraigada la cultura de la prevención y la atención de la salud.

También cabe mencionar que en nuestro país los sistemas de salud se ven rebasados en atención de pacientes, tecnología y medicinas. Si bien hay algunas áreas y estados que han tenido mejoras en éstos y otros aspectos, hay muchos otros lugares que siguen padeciendo deficiencias e incluso para la detección y atención de pacientes con cáncer.

También es cierto que, es uno de los factores, pues, como decía anteriormente, esta puede ser una enfermedad voraz. El tiempo que un paciente con cáncer va a vivir y la posibilidad de que muera o no, debido a la enfermedad, depende mucho la velocidad con que avanza el cáncer, cuánto se ha diseminado en el cuerpo, si existen tratamientos disponibles que sean eficaces y el estado de salud general de la persona, dice la AMLCC.

Querido y aguzado lector, cuántos casos, cercanos o no, hemos conocido o sabido, una realidad que nos circunda y que muchas veces sentimos ajena, una realidad que no sólo trastoca a quien lo padece sino familias enteras.

Una realidad por demás dolorosa para el paciente y sus cercanos, pero como se decía en las cifras, hay quienes se salvan o se atienden oportunamente y son dados de alta y su esperanza de vida cambia. Ay querido y aguzado lector, no me queda más que reiterar mi preocupación porque atendamos nuestra salud, que quienes tengan oportunidad de acceso a los servicios públicos, los utilicen, y para las autoridades encargadas de velar por el bienestar social, que puedan asegurar servicios adecuados y suficientes para todos.

Y si sabemos de asociaciones que ayudan a personas con cáncer, apoyémoslas en la medida de nuestras posibilidades, hay mucha gente que carece de recursos y muchas veces estas asociaciones los proveen de insumos que no pueden costear.

A todas las personas que continúan en la lucha contra esta enfermedad, Dios les siga fortaleciendo, que toda la fuerza que necesitan llegue a ustedes y que no falte quien les ayude, afortunadamente hay muchas instituciones que pueden hacerlo, sólo hace falta que pregunten, se informen.

Y quienes se fueron, su legado seguirá en familiares y amigos, en aquellos que los conocieron, en los médicos que los atendieron, dejan una gran lección de fortaleza, valentía y entrega. A manera de homenaje a todas aquellas personas que luchan contra el cáncer y aquellos que han tenido que dejarnos, va este poema que escribí a Candelaria Lara García quien un día me dijo sentirse honrada por la manera en que le demostré mi cariño y respeto.

NIÑA

A Candelaria Lara García.

Me conflictuaba que te llamaran niña,
en especial tus hijos.

Aunque ahora que lo pienso,
tantos años trabajando con niños,
varias generaciones  en treinta años de servicio,
algo se te habría quedado en el alma.

Hoy entiendo el porqué de tu risa,
cándida y luminosa, como la de una niña que va feliz con su helado.
Ese brillo en tus ojos que solo inspira
abrazarte y comerte a besos como una niña que da sus primeros pasos.

Qué decir de tu caminar, como paso de escolta,
como si intentaras no pisar la raya en el suelo para no perder,
porque el que pise la raya, pierde.

La menudees de tu cuerpo, tu corta estatura,
bien te hacía confundirte entre tus alumnos de quinto o sexto,
pero mantenías el asombro y ternura de los de primero.

La niña que verdaderamente has sido,
sonriente, espontánea.
Una mamá soñadora que siempre caminó con su niña interior de la mano.

Una niña que de madre tuvo vena,
que se convirtió en maestra en el juego de la vida.

Niña que siempre supo escaparse en tu mirada y
juguetear en tu sonrisa.

Niña en cuerpo de mujer, hermana, hija, madre y esposa amorosa.

Una mujer con el alma de niña.