NO TE PREGUNTES LO QUE TOLUCA PUEDE HACER POR TI, PREGUNTA LO QUE TÚ PUEDES HACER POR TU TOLUCA.

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La responsabilidad social comienza con uno mismo. Eleanor Roosevelt.

 

 

En nuestra entrega de hace una semana, les compartía dulces recuerdos de nuestra ahora agridulce Toluca. Les decía que los baby boomers toluqueños nos endulzábamos la vida disfrutando al caminar nuestra ciudad y comprando nuestras golosinas favoritas en las tiendas de la época; hoy en día, sigue habiendo lugares para dar rienda suelta a nuestros dulces antojos, aunque ya ha dejado de ser una delicia caminar nuestra ciudad.

Pienso que los toluqueños en una gran mayoría, pasamos por una época de apatía y desgano, acaso por los tiempos recios de incertidumbre que nos aquejan. Me atrevo a decir que acarreamos no sólo un déficit en materia de seguridad y de servicios públicos, sino también un déficit en materia de emoción social y de participación ciudadana.

El primero, ya quedamos que son responsabilidad de la autoridad municipal, y lo segundo, de nosotros los toluqueños. De ahí el título de mi artículo de hoy, parafraseando lo atribuido a John F. Kennedy, pero que realmente fue escrita por Ted Sorensen, su redactor de discursos. “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregunta lo que tú puedes hacer por tu país.”

 

Antes de continuar, haré un paréntesis para recordar aquellos tiempos de los ponteduros (así se llamaban, desconozco el motivo) que se vendían en dos partes: en la dulcería “Santa Julia”, ubicada en Hidalgo entre Aldama y Juárez; y en la dulcería “Clarita” que estaba en el portal Madero; la famosa dulcería “El Socio” de Justo Guadarrama.

Quien no recuerda la dulcería “El Mosaico”, en los Portales, en la esquina de Bravo e Independencia y en la esquina de enfrente, Bravo y Lerdo, la dulcería “Mazatlán”. En las neverías “La Elite” y “El Zepellin” en donde además de sus ricas nieves, vendían unas gorditas de maíz muy sabrosas.

Retomemos nuestra labor quijotesca para compartirles las lecciones de Elinor Ostrom,  politóloga y economista estadounidense, galardonada con el Premio Nobel de Economía en 2009, cuyas  investigaciones revolucionaron la forma en que entendemos la gestión de los bienes comunes:

  1. Los bienes comunes pueden ser gestionados de manera sostenible por las comunidades: Ostrom desafió la idea tradicional de la “tragedia de los comunes”, que sostenía que los recursos compartidos inevitablemente serían sobreexplotados si no intervenía el Estado o el mercado. Ella demostró, a través de numerosos estudios de caso, que las comunidades locales pueden crear reglas efectivas para gestionar y preservar sus recursos comunes.
  2. No existe una solución única (“panacea”) para todos los problemas de los bienes comunes Ostrom insistió en que cada comunidad y recurso tiene características únicas. Por lo tanto, las soluciones deben ser adaptadas al contexto local, en vez de imponer reglas universales desde arriba.
  3. Principios de diseño para la gestión exitosa de los comunes: Ostrom identificó ocho principios clave que suelen estar presentes en las comunidades que gestionan con éxito sus recursos comunes:
  4. Límites claramente definidos: Quiénes tienen derecho a usar el recurso y cuáles son los límites del recurso.
  5. Reglas adaptadas a las condiciones locales: Las reglas de uso deben adecuarse a las necesidades y condiciones locales.
  6. Participación colectiva: Los usuarios pueden participar en la modificación de las reglas.
  7. Monitoreo efectivo: Hay vigilancia sobre el uso del recurso, realizada por los propios usuarios o por personas responsables ante ellos.
  8. Sanciones graduales: Las violaciones a las reglas reciben sanciones progresivas, no excesivas.
  9. Resolución de conflictos accesible: Existen mecanismos baratos y rápidos para resolver disputas.
  10. Reconocimiento del derecho a organizarse: Las comunidades pueden organizarse sin ser deslegitimadas por autoridades externas.
  11. Organización en múltiples niveles: Para recursos grandes, es común que existan estructuras organizativas en varios niveles (anidados).
  12. Importancia del conocimiento local y la autoorganización: Ostrom subrayó el valor del conocimiento y la experiencia local en la gestión de los recursos. Las comunidades suelen conocer mejor sus propios problemas y pueden diseñar soluciones más efectivas.
  13. La gobernanza policéntrica: Ella propuso la idea de la “gobernanza policéntrica”, donde múltiples centros de decisión interactúan y colaboran, en lugar de depender de una única autoridad central.

La gran lección de la Premio Nobel, es que la cooperación y la autoorganización son posibles y efectivas en la gestión de los bienes comunes, y que las soluciones deben ser flexibles, participativas y adaptadas al contexto local.