+ Nuestra Democracia, Amenazada por la Delincuencia Organizada

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La frase:

Algo tan vital como las emergencias y la conservación de nuestros ecosistemas no pueden resultar rentables para un modelo de economía empresarial. ¡No al negocio del fuego!

ALBERT EINSTEIN

 

Nuestra Democracia, Amenazada por la Delincuencia Organizada

Para el sociólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Saúl Arellano, puede sostenerse que una democracia se encuentra severamente amenazada, cuando las estructuras delincuenciales deciden atacar a quienes las combaten o buscan mantener en umbrales mínimos de operación.

Para resaltar la gravedad, el investigador del PUED-UNAM, revela que es difícil establecer cuándo fue el último año que transcurrió sin ningún asesinato de personas vinculadas a la política partidista o al ejercicio de cargos de gobierno, pues tanto ex gobernadores, alcaldes en funciones o ex alcaldes, diputados o ex diputados tanto federales como locales, han sido víctimas de atentados o ataques directos, y en no pocos casos, los perpetradores han logrado su cometido.

Advierte que, aunque se considera que es políticamente incorrecto tener la suspicacia de que, en varios de los casos registrados, las personas que resultan lesionadas o asesinadas algo tenían que ver con los grupos criminales.

Apunta que dadas las condiciones del país, resulta difícil suponer que no existen políticos vinculados al crimen organizado. Para sostener lo anterior basta con recordar los casos de ex gobernadores procesados y sentenciados por la justicia, tanto mexicana como norteamericana; y los casos de fiscales, policías de todos los niveles, y políticos locales que han aparecido en grabaciones, videos y fotografías al lado de quienes después son reconocidos como peligrosos delincuentes.

Sostiene que la situación es doblemente peor, cuando las autoridades han sido infiltrados o abiertamente penetradas, y en el peor de los escenarios, cuando quienes representan a las instituciones públicas trabajan para los malhechores.

Reconoce que sería ingenuo pensar que, en el periodo más violento de la historia moderna del país, los cárteles de la delincuencia organizada no tendrán interés en determinar quiénes serán las y los candidatos a las nueve gubernaturas que estarán en juego, pero también a los miles de puestos que se disputarán en alcaldías y congresos locales de 31 entidades federativas.

Saúl Arellano.

Para ilustrar la magnitud que implica el problema, puso como ejemplo el más reciente caso sucedido en el municipio de Salvatierra, Guanajuato, donde uno de los regidores del Ayuntamiento al parecer se lanzó de uno de los balcones de la presidencia municipal, mientras que otro de los regidores del Ayuntamiento fue, apenas unas semanas después, asesinado a tiros en un ataque directo en pleno centro de la ciudad. Este 2023, ese municipio del sur de Guanajuato rebasa una tasa de 100 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Pero el investigador universitario alerta que todo el país es un incendio: en Chiapas, fueron incendiados secuestrados recientemente más de 60 ejidatarios por un comando armado; en Zacatecas y Jalisco se han denunciado levantones de grupos de jóvenes, muchos de ellos apenas adolescentes; en la Ciudad de México arrecian las denuncias sobre mujeres jóvenes desaparecidas; en Chihuahua se denuncia que la trata de seres humanos, cuyas víctimas son mayoritariamente mujeres, niñas y niños migrantes, se han incrementado brutalmente en los últimos meses; en Colima se mantiene la peor tasa de homicidio doloso del país; en Michoacán las extorsiones y robos a productores aguacateros no paran; y suma y sigue en una lista terrorífica que parece no tener fin.

Alerta que las denuncias de la participación abierta de comandos secuestrando a representantes de casillas en diferentes estados de la República, integrantes de diferentes partidos políticos, para evitar que llegaran a cumplir con sus deberes el día de la elección en 2021, debe tomarse como un antecedente serio de lo que no debe volver a ocurrir, y debe detonar, rumbo a la elección que se desarrollará en unos meses, una estrategia de presencia masiva de las fuerzas de seguridad para evitar que la secuestrada sea, en su conjunto, la democracia mexicana.

Es por eso que, en este contexto, preocupa doblemente la actitud del presidente de la República; quien no ha dejado de intervenir en el proceso electoral; y quien no ha dado muestras de tener la intención de actuar como jefe de Estado mexicano antes que, como jefe de su movimiento, y coordinador de campaña de facto de la candidatura presidencial de su partido político.

Saúl Arellano dice que el escenario no podría ser peor, porque estamos ante un sistema fracturado de partidos políticos que carecen de representatividad ciudadana y de posturas, propuestas y programas de gobierno capaces de construir un curso de desarrollo creíblemente alternativo a lo que se ha implementado bajo la denominación genérica de la Cuarta transformación.

El riesgo no se encuentra en que de pronto aparezca la violencia políticaeso ya ocurrió, lo más peligroso es que esa violencia se instale como normalidad de nuestros procesos; y que se dé paso a una nueva forma de narco-poder cuya magnitud y capacidad operativa sea de tal tamaño, que su destrucción genere todavía peores costos sociales para nuestro ya dolorido país.

¿Cómo y con qué instrumentos el Estado garantizará que la elección de 2024 no sólo será limpia y ordenada en su organización y desarrollo, sino que el crimen organizado no impondrá el veto ni mucho menos estará en posibilidad de financiar campañas o infiltrar y colocar a sus integrantes como candidatas y candidatos ganadores? Parece no haber respuesta, ¿no le parece a usted, estimado lector?