+¡Peligro! Comenzó diciembre y se abrió la “temporada de fraudes”
La frase:
Nulidad de la Fiscalía frente a fraudes con vehículos.
UNA REALIDAD
Lotes hechizos de consignación compra-venta (robo) de autos
El inicio del mes de diciembre representa una época de alegría, felicidad, convivencia y otras cosas bonitas, pero, desgraciadamente, es la temporada en que mayor número de fraudes se registran en el Estado de México, y en general en toda la República Mexicana, lo que perjudica a cientos, tal vez miles de personas, quienes de la noche a la mañana pierden todo, o por lo menos parte de su patrimonio, a veces en unos cuantos minutos.
Una forma activa de fraudes en contra de la cual nuestras autoridades mexiquenses no quieren hacer nada, y la dejan pasar como si fuera lo más común, es la compra y venta de automóviles en los llamados “lotes de consignación”, donde uno puede ir a entregar su automóvil y, la mayoría de las veces, no volverlo a ver nunca más, y tampoco obtener ni un peso de beneficio por ese tipo de operaciones comerciales.
La forma de operación de esas dizque empresas, que la mayoría no lo son, es relativamente fácil para hacerse de una propiedad tan valiosa para cualquier persona, como lo es un vehículo automotor, porque ya no son sólo automóviles, ahora se han ampliado estos delincuentes a rubros como camionetas, motocicletas o tráileres.
Pues así ocurrió ayer al señor José Contreras Ramírez, a quien se le ocurrió aceptar una operación en la que supuestamente dejaría a consignación su automóvil, un Pontiac del año 2008, para que supuestamente pudiera adquirir un auto más reciente, una camioneta Renault, modelo 2024.
Sin embargo, cuando se hizo el trato, los defraudadores lo convencieron de dejar su auto, para una prueba de 72 horas, en las que se verificarían las condiciones mecánicas del vehículo. Minutos después, le llamaron para pedirle que llevara a la empresa también los documentos que acreditaran la propiedad del vehículo, todo en original, y lamentablemente así lo hizo esta persona, confiando en que todo eso agilizaría que él pudiera tener el auto que deseaba.
Como ya se imaginará usted, esta persona, volvió con los documentos originales de su automóvil y se los entregó a los defraudadores, quienes le dijeron que, si quería regresar en un par de horas, ya le definirían el valor de su auto y cómo sería la transacción definitiva.

Luego se retiró, y una hora después recibió una llamada telefónica en la que una voz femenina le indicó que sí era viable su operación, que regresara al lote de autos, y que necesitaba dejar 15 mil pesos en efectivo para concretar la compra de la camioneta.
Así lo hizo, para inmediatamente que saliera un hombre totalmente diferente a los que con él habían tratado. Con quien se inició supuestamente la operación, solo que a la mitad de la misma, supuestamente también, esas personas fueron a verificar nuevamente la originalidad de los documentos, por lo que se llevaron los papeles, los cuales nunca más regresaron, como tampoco lo hizo el vehículo que supuestamente se quedaría en consigna. El sujeto que recibió el dinero, es Jorge Ulises Valdés Castro, quien proporcionó su credencial de elector, cuya firma en el recibo correspondiente, es igual a la del documento electoral.
La empresa defraudadora se ubica en la Vialidad Adolfo López Mateos, cerca del hotel Ojuelos.
Total, todo esto ocurrió entre las 09:00 de la mañana y las 14:00 horas del mismo día, tiempo suficiente para que fueran desapareciendo todos los varones que en algún momento había en el local, local que se reduce a una pequeña covacha de cuando mucho metro y medio cuadrado, donde quedó sola una jovencita.
Los minutos seguían pasando y nunca más volvieron las otras personas, por lo que el personaje principal de esta historia decidió reclamarle a la joven sobre si se iba o no a hacer la operación, como también preguntaba a qué hora regresarían todos los hombres que en algún momento habían estado presentes, a lo que la dama respondía solamente: no lo sé.
Según ella, hacía llamada tras llamada a través de un teléfono celular, pero nadie le respondía, luego, se le solicitó que comunicara al propietario con alguien responsable del lote de consignación de automóviles, lo que tampoco pudo hacer.
Por supuesto que para esas alturas el propietario del auto ya estaba más que enojado, y exigía que alguien le respondiera, pero solo silencio recibió a cambio. La señorita era la única que daba la cara. El afectado pensó en muchas cosas, pero evidentemente no iba a agarrar a golpes, simplemente porque se trataba de una mujer.
Por ello, razonó en solicitar ayuda de alguna autoridad. Interceptó una patrulla de la policía municipal de Zinacantepec, la cual sí se detuvo, se le explicó lo que estaba sucediendo, y su única respuesta a la situación fue: nosotros no podemos intervenir, porque aquí no se ha cometido ningún delito. O sea que querían –quizá—que hubiera un muerto o algo así, o que se agarraran a golpes a la mujer para poder intervenir. Total, se fueron los policías municipales.

Lo mismo se intentó con una patrulla de la policía estatal, y la respuesta fue prácticamente la misma, solo le agregaron que podrían llevar al propietario a una agencia del Ministerio Público para que iniciara una denuncia formal, y que esa instancia se hiciera responsable de la situación, ya que, para los policías estatales, la única cosa que se podía era investigar sobre la presunción de un fraude.
La persona decidió no ir, pero sí iniciar una denuncia a través del servicio de Denuncia Telefónica que ofrece la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, pero ¿qué cree usted que ocurrió? Pues sí, adivinó, quien respondió la llamada le hizo una serie larga de preguntas al personaje de esta historia, y, al final de todo, le respondió que no había delito qué perseguir, que ellos, o sea la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, tampoco podrían intervenir en ese asunto, porque, desde su perspectiva, tampoco encontraban alguna causa de delito, por lo que no podían iniciar la denuncia.
Así de simple. En el Estado de México no hay autoridad capaz de intervenir y combatir este tipo de fraude, ni aunque exista flagrancia, pues para ellos no hay muerto, no hay delito.
Ojalá el señor Fiscal General de Justicia del Estado de México tuviera tiempo para atender este tipo de situaciones. Quizá sea demasiado pedirle, pero tendría la obligación de frenar estos sujetos, que, además, no actúa una sola persona, por lo que bien podría tipificarse como delincuencia organizada, porque evidentemente, solo en este caso, actuaron más de ocho individuos en algún momento, lo que quiere decir que existe toda una organización detrás del delito.
Es una operación en la que, al menos hasta este punto de la historia, no se actuó con violencia, pero sí con alevosía y ventaja, porque no lo he dicho hasta el momento, pero el afectado de esta situación es una persona de más de 85 años, por lo que evidentemente actuaron con una fuerte ventaja, pues, la persona, ni siquiera estaba en posibilidad de defenderse.
¿La gobernadora Delfina Gómez Álvarez estará enterada de cómo encubren sus policías estatales y quienes tendrían la responsabilidad de actuar a través de la Denuncia Telefónica este tipo de crímenes? Porque eso es lo que son.
Es evidente el grado de corrupción, a todos los niveles, y la incapacidad, que se observa en la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, donde les pesa el cuerpo para levantarse de su cómoda silla y actuar cuando las personas, los mexiquenses, los que les pagamos sus salarios, necesitan que actúen para combatir este tipo de fraudes.
Lo único que nos queda es recomendar que, por nada de este mundo, se acerque a este tipo de lotes de autos por consignación, busque cualquier otra forma de adquirir un vehículo, pero no caiga en la trampa, porque estos grupos perfectamente organizados para delinquir, sí saben cómo hacerlo y siempre será en perjuicio del ciudadano que aspira a algo mejor, pero, como siempre, con las leyes que actualmente nos rigen y, sobre todo, con los inútiles que están detrás de su ejecución, este estado y este país nunca van a poder. Se trata de inocentes enfrentando a delincuentes, protegidos por autoridades ineptas.


