Pésima imagen
El aprendizaje infantil comienza con la observación al ver lo que hacen sus padres y la manera en que se comportan, los llevará a replicar dichas conductas, haciéndolas parte de su repertorio para reproducirlas en el futuro.
El estilo de comportamiento y los patrones de conducta que reproducirán son consecuencia de esos primeros años, ahí radica la importancia que el predicar con el ejemplo sea positivo desde los primeros años.
Si el niño ve que sus padres pueden perfectamente dejar de ir a trabajar, después no se sorprenda que busque evadir la asistencia al colegio, porque como dirían los clásicos, ¿de dónde saca otro patrón?
Lo que proyectamos, no verbalmente, suele ser sustancialmente más poderoso que aquello que decimos, una acción vale más que mil palabras.
¿Quiere que su hijo coma sanamente?, comience por evitar esas comilonas en las que retaca su plato al tope, con alimentos tan saludables como una pizza o una hamburguesa de esas que tiene nombre de dinosaurio japonés.
¿Quiere que su hija cumpla con las reglas de casa?, evite ser usted el primero en buscar el pretexto más pequeño para ausentarse, mostrando de bulto que no importa que haya obligaciones, priorizando el desorden por encima de la disciplina.
¿Desea una vida exitosa?, dese cuenta de que no hay fórmulas mágicas y que la única manera de sobresalir es haciendo lo que le corresponde de manera eficaz y eficiente; debe trabajar arduamente por aquello que desea porque son muy pocos los que reciben un premio millonario o una herencia fortuita.
¿Quiere el respeto de la gente?, comience por respetar usted, evite el uso de adjetivos en su comunicación y procure empatizar con sus interlocutores sin mostrar posturas arrogantes o demasiado pagadas de sí mismas; versa el adagio, no hagamos lo que no nos gustaría que nos hicieran.
De la misma manera, ubique el espacio en el que está parado; para ser torero hay que parecerlo y esto significa un ejercicio de congruencia permanente en el que debe aprender a comportarse con base en las circunstancias específicas de cada contexto, si va a ir a una cena de gala, no debe ponerse sus jeans y botas vaqueras, más bien su vestido largo y los accesorios correspondientes o un traje con una corbata mona.
Adicionalmente, debe estar consciente de que entre más alta su responsabilidad, más grande la necesidad de aprender a codificarse para ser dignos representantes de aquellos a los que son sus huestes.
Proyecte seguridad, aprenda a sentarse, no juegue con las manos y aprenda a vestirse para la ocasión; no hacerlo le hará visible y con certeza se convertirá en la burla de quien le vea en ese momento.
Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra; el ejemplo tiene más fuerza que las reglas; y nada es tan contagioso como el ejemplo. Las personas más sabias no son las que dan consejos, sino las que dan el ejemplo.
Asumir lo que no soy, hablar de lo que no se, vestirme como no debo o pretender engañar al otro, son muestras claras de cómo una imagen puede ser pésima, por no cuidar esos pequeños detalles.
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