Pésimos formadores

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En el papel, las instituciones educativas buscan una formación verdaderamente integral, para ello, no solo se enfocan en la preparación académica, sino que ofrecen alternativas culturales y deportivas que teóricamente complementan a los alumnos en formación.

Desafortunadamente, existen personajes que no entienden el importante rol que tienen, y lejos de favorecer una formación integral, generan un sentimiento de impotencia en varios de sus tutorados.

Mucho nos quejamos del pésimo manejo deportivo en el país, pero en incluso en espacios educativos de alto prestigio encontramos contrasentidos, particularmente en el ámbito deportivo.

Por principio de cuentas, un formador que se precie de serlo tendría que predicar con el ejemplo; ser el primero en llegar a los entrenamientos y el último en irse, lo increíble del tema es que hay quienes nunca llegan a tiempo y, lejos de modificar la conducta, se atreven a decir que llego tarde para que nadie se sienta mal si no llega a tiempo.   Imagine el tamaño de la incongruencia. No nos confundamos,

De la misma manera, se debe valorar el esfuerzo diario; es sabido que muchos entrenadores tienen a sus hijitos consentidos, quienes incluso sin presentarse a entrenar tienen asegurado un puesto como titulares por la sencilla razón de que el coach así lo decide. ¿Y la cultura del esfuerzo?, ¿y la meritocracia deportiva?, ¿el reconocimiento al trabajo? Todos pasados por el arco del triunfo.

Es una verdadera falta de respeto para quien asiste todos los días, se compromete, hace su mayor esfuerzo y con impotencia observa que fulanito, de los preferidos del entrenador, jugará, aunque no haya pisado los entrenos en toda la semana o incluso haya llegado tarde a la cita del encuentro. Estos entrenadores no tienen nada que festejar en mayo.

¿Cómo es posible que algo que tendría que servir para crecer, para ilusionar, para mejorar, se pueda convertir en un desatino?, ¿Cómo alguien que tendría la obligación de hacer valer el compromiso es el primero en rechazarlo?

Por si faltara algo más, envueltos en una absurda arrogancia que, sabrá Dios por qué razones, les llena el ego con una ínfula de superioridad, que lo que esconde es un complejo de inferioridad del tamaño del universo. Estas posturas podrán engañar e incautos, pero siempre hay algún conocedor que entiende de deportes y logra identificar cuando existe trabajo profesional en la construcción de un equipo de cualquier disciplina. Es decir, estos mercachifles podrán engañar a muchos, incluso a sus jefes, pero la verdad acaba por mostrarse en el día a día.

Lo preocupante es que pareciera que las autoridades de esos centros educativos fingen demencia o caen en omisión, porque aparentemente no ven nada, a veces no nos damos cuenta de que el prestigio de una institución va en juego por estos pequeños detalles.

La diferencia entre un entrenador y un buen entrenador no sólo es su experiencia o conocimiento; tiene mucho que ver su pasión por lo que hace, ese deseo es contagioso y si el técnico lo tiene, lo más seguro es que los jugadores también lo tengan. Los jóvenes perfectamente identifican cuando un coach tiene interés sincero o no.

Mientras se sigan solapando pésimos formadores, no se logrará el objetivo de ser integrales.

horroreseducativos@hotmail.com