Poemas del encierro de Francisco Navarro
Esta nueva modernidad a la que hemos llamado de diferentes maneras: normalidad o nueva normalidad pospandémica del Siglo XXI, cobra diferentes dimensiones en la obra de Francisco Navarro Ruiz. En este discurrir de la poesía como impacto reflexivo, revelación de su decir poético que surge en el contexto de lo posmoderno y que se establece a un nivel filosófico, sí, aquí tenemos la verdadera utilidad de la poesía, ser un vaso comunicante entre el sentir y el pensamiento, por lo que llamaría a Poemas del Encierro (Edición de Casa del Poeta Dolores Castro, México, 2020) un mecanismo de acoplamiento en la posmodernidad a través de sus tres estaciones: Poemas Poemas de Pandemia- de Nostalgias– Poemas bucólicos.
Todo está aquí,
en este tiempo de pandemia.
El hoy, el ayer y el mañana (*)
—
Oscuros presagios
asaltaron rincones, almas.
Pasaron lunas menguantes,
llenas y redondas.
Todo era silencio, angustia, oscuros presagios.
La discusión de lo que ahora consideramos posmoderno ha cobrado realce después del confinamiento necesario durante la pandemia por enfermedad Covid-19, los debates, variados y tras la experiencia todos tenemos algunas opiniones y posiciones, esperanzadas o trágicas de lo que vivimos durante el encierro, las cuales, sólo constatan que lo posmoderno se ha vuelto parte de todas las diversas manifestaciones de la vida social, constituyendo una nueva condición de la humanidad, cultural y social, de un tiempo desconocido que no termina de definirse.
En tiempo de pandemia,
los hombres tuvimos que callar
para que cantaran las piedras…
De esta manera, el poeta, desesperadamente pretende encontrar asidero en su poesía, movimiento, acción, que trate de explicarse a sí mismo, en instantes en que la pura enumeración de situaciones van definiendo este particular clima, pues la complejidad de lo posmoderno consiste en la incapacidad de trazar mapas precisos.
Esta pandemia quemó lenguas
fracturadas por la miseria,
la avaricia, la guerra…
Con diminutas flechas
apuntó directo a la cabeza de los hombres.
Afuera todo tiene sentido.
Cómo toda crisis de los supuestos, ese tiempo actual se vivió con desgarros, fue un período de bruma para los individuos, y no existían puntos relativamente estables desde dónde pensar y comprender la nueva situación.
¿Quién abrió las fauces
de este holocausto sin cuchillos?
—
¿Se puede matar sin disparar una bala,
sin cortar a tajo con cuchillo?
—
Nada habíamos previsto,
de esta muerte no sabíamos nada.
El término Nueva Humanidad y la configuración de esta nueva condición llegó a nosotros desde Marzo 2020, momento que se constituye como instante determinante, pero a la vez desorientador con respecto a la experiencia cotidiana. ¿Qué hacer encerrados de manera material y simbólica? ¿En qué, en quiénes no convertimos en lo cotidiano y en lo reflexivo? La relación que establece Francisco Navarro con lo real entendido desde la condición posmoderna es de Crisis entendida también como momento de cambio, asido a su forma de escribir como acto libertario y también de defensa.
Escribo
en el desconsuelo de la nada.
En la incertidumbre
en el fragmento silente de una piedra.
En el tiempo resucitado, escribo.
—
Escribo, tan solo escribo.
Hay que sembrar el alma con luciérnagas,
tal vez, algún día, nos nazcan estrellas…
Las utopías de futuro que teníamos en el umbral mismo de la segunda década del siglo eran de racionalidad, había cierto anhelo de la sociedad ideal como aquella donde reinaría la unidad, en donde no existiría ya más la diferencia de ningún tipo y en donde la comunicación entre las personas no estaría mediada por relaciones de poder.
Siete espigas en mi garganta
florecen en este tiempo.
Siete espigas doradas.
Pan, abandono, fuego.
Nunca dejamos de estar divididos en nuestra manera de ser, de doble filo, entre un mundo externo estático y, por ello, imposible de capturar y una conciencia interna, muchas veces patrimonio exclusivo del sujeto observador, del poeta que despliega su alma en el interior y el exterior y logra así aprehender todo aquello constituido en objeto. Librando por un breve período, unos cuantos meses, la diferencia estricta entre sujeto y objeto.
Camino
por los silencios que me habitan.
Por el aire quieto,
por oscuros recuerdos.
Voy hacía mí mismo,
en busca de los otros,
los que nunca fui.
Físicamente, estaríamos hablando de una implosión: la ruptura hacia dentro de las paredes, de un sistema cuya presión interna es inferior a la de fuera.
Durante este acontecimiento también se llegaron a derrumbar las fronteras entre realidad e imagen, abriendo el agujero negro de la falta de significación.
La vida es un fardo silencioso de misterios.
Caminan desolados,
lentos por la sombra,
sobre la cuerda de cada día.
En un mundo sin sentido, pierde, el mundo, ese valor de generar el sentido de las cosas, se vacía de todo significado. Simular ya no es mentir. Y no lo es porque mentir supone aceptar, aunque sea tácitamente, que existen cosas que no están bajo nuestro control.
No todo está perdido,
todo es transitorio, necesario.
Hay que recuperar la conciencia,
el fruto del amor
Vimos, así como el mundo implosionó al interior de cada hogar, de cada persona.
Implosión de predominio tecnocientífico y accedimos a la relación del individuo con el mundo a través de la tecnología, y dejamos de pensar en la naturaleza. No así el autor de Poemas del Encierro, para él no hubo desaparición, en la medida en que para él fue una simple tarea de anular distinciones.
Hoy entendí
que las palabras son horas cortas,
sólo minutos
en misterio frente al espejo.
Se convirtió en todo, la fuerza natural, espiritual, universal. Y esto no consistió en el descubrimiento mayor, con toda sencillez, nos lleva a un deleite estético, intenta
constituir, otra vez, la esencia humana; desde el niño, el hombre y poeta orfebre para desplegar un movimiento inverso, construir una nueva realidad, resituando lo moderno incluyendo una especie de surrealismo posmoderno
Fui niño nube.
Crecí queriendo ser viento,
ala golondrina, papalote surcando el cielo.
En el canto lejano de un río
un niño llora
y aguarda la llegada de lo incierto.
Soy –a diario–
Esto soy.
Origen y sangre.
A veces me descubro hombre,
fantasma ardiendo
en los leños de la poesía.
Debido al enorme impacto de la aparición de una nueva enfermedad en el planeta, la vida de las personas se vio modificada, pero subiste este ímpetu de la raza humana de subsanar mediante el arte y también, mediante la ciencia, los desafíos de un posible exterminio
El día despierta
manchado de luciérnagas.
Él no sabe de los mendrugos de este tiempo.
De este confinamiento inevitable,
obligado.
La humanidad deposita su esperanza en el amor, la imaginación, el recuerdo, la memoria y en sí, la poesía como refugio primero
¿Qué buscas?
Pregunté:
¿Por qué la insistencia de rasgar hasta el aire?
Busco tu alma de niño
–contestó la memoria–
Hay tiempos
que habíamos olvidado.
El reloj en el muro de la conciencia
marca la hora de recuperar el pasado.
En tiempo de pandemia,
podemos recuperar mucho
de lo olvidado.
Más allá de presagios y pandemias,
la tierra ya siega su piel
para que florezcan hombres nuevos…
Como lectora, me queda agradecer a Francisco Navarro esta valentía de no callar en voz y palabra lo terrible, lo bello, lo humano y la grandeza de su ser poeta.
Voy por la vida tratando de ser palabra.
Luchando por ser ternura,
negación de lágrimas
(*)Los versos mostrados en este análisis deconstructivo aparecen sueltos, respetando su unidad sintáctica, a manera de aforismos y como licencia para exponer su valor semántico.