Prosas poéticas…

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Dos de cuatro instantes de amor 

1).- Perversión

Después de cabalgar; durmió junto a mí; desnuda, con el rostro medio cubierto por el pelo; en sueños, contaba los pecados que en espiral volaban tras el delirio de su inocencia.

 

I

En la quietud de este cáliz, donde el instinto borra las máscaras y el llanto es un puente sumiso; donde el cazador egoísta se vuelve presa y deja que la perversión corra en nuestras manos; dejemos que las fantasías inventen locuras bajo tu vientre; déjate persuadir por los aromas que guardan nuestros muslos; báñate con miel de mi lengua, concede a tu mente abortar los nudos guardados en la inocencia, lubrica los bordes donde tus dedos no dan satisfacción, despójate de la ceguera que no te permite aullar en las noches; vuela en esta libertad tejida por gemidos, déjate arrastrar por las figuras que habitan en tu mente, después de un sueño placentero; inventemos otro universo dónde los males desaparezcan con lienzos de esperma, y las cirugías, sólo ayuden a mejorar la fuerza de los hilos con que te sostengo, antes del orgasmo. Olvida la alcoba que guarda la fotografía sin misterios; vuélvete chaman, para que puedas crear bolsas de tiempo, donde el juicio no exista y el caminar desnudos, no sea motivo de discordia, reinventemos las formas de amar, y que los gritos de placer, se extiendan más allá de la alcoba y las gotas de mi savia; pueda caer de forma natural, como la lluvia. 

II

Sobre tu silueta, invento parajes dónde el olfato de la luna pierde identidad, agrego cántaros de nieve dulce a lo largo de tu piel, amaso formas que el tiempo no se atreve a repetir; diseño, para los muertos, un lugar donde no existen sombras ni lamentos; sólo ternura, que emerge del vacío de las almas. En este espacio; el castigo es un juego en el que siempre sonríes y los celos convertidos en mariposas, vuelan más allá del calor de nuestros cuerpos, y se van, se pierden; y pienso en ti, y en otra, y los dedos no me alcanzan para recordar el sabor de cada imagen, porque la esclavitud de caricias sobre una misma piel, es el tropiezo, que no permite enumerar una lista larga de orgasmos plenos, y esto es, por la flojera de navegar en mar abierto. Por eso, admiro que tus formas, aún guarden sorpresas cada noche; porque entrar en ti, es nadar en invernaderos, dónde las corolas son arcoíris, tu pelo un ramo de girasoles; tus ojos, tulipanes abriendo cuando me miras y tus labios, rosados labios; sueltan burbujas mientras tú, sigues girando en mis brazos y borras imágenes, que aún, no terminan de marcharse.

2).- Excitación

La palidez de tu piel; te muestra como sombra huyendo de mis brazos, escapando hacia una puerta sin sentido, intentando borrar las horas de placer; que brincan en tu memoria.

No te alejes aún, trasnochemos bajo los árboles de mariposas blancas, donde los sermones cubran con su verbo cada momento; dejemos con manchas de caracol; dibujos trazados a fuego lento, como muestra del deseo que escurre en el canto de los grillos; pueden decir que nuestras locuras escaparon de un burdel, que excitarse y saciarnos con tornados de esperma; es venerar a los dioses de la lujuria. ¿Pero, quién puede rechazar el placer de observar cómo brota la vida, encapsulada en minúsculas gotas de gloria? Avivemos los disturbios con caricias, que el odio; del cual nos alimentamos desde la infancia; el viento lo renueve con sangre de manantiales nuevos, y que la profecía de un mundo diferente, empiece a germinar en el campo de tu vientre, con espigas bañadas de colores. Dejemos que la nueva luna, encuentre sin arrugas los rostros anidados en el espejo, que nuestros cuerpos se desplacen cuál saetas, al encuentro de la aguja que hilvanará en el olvido; el veneno; nuestro veneno que habita en las entrañas de los celos y al finalizar el cuarto creciente, ya no seremos impuros, seres otros; tendremos en los brazos las plumas que Ícaro desperdicio, y aquel sueño de navegar sobre las nubes, hoy será el desafío, y no dormiremos más. Aunque al principio, nuestro cuerpo sentirá pereza, ingenuidad; pero al desenterrar el polvo de los ojos, acostumbrados a estas torpes e indiferentes vestiduras, nos daremos cuenta que volar, sólo es; levantar los brazos y dejarse guiar por el viento: seremos libres; dejaremos en los zapatos, las cadenas que el suelo nos impuso, nos daremos cuenta de la insignificancia de los caminos empedrados; porque volar no sólo es sentir piedrecillas picándonos el rostro, volar es: acariciar las nubes, hacer piruetas en el aire; y llorar, y ver como tus lágrimas riegan el campo y brotan rosas con perfumes que te envuelven y no quieres dejar de volar, sólo observas que en este mundo donde ya nadie es cuerdo; y no hace falta reparar los deseos truncados, puesto que ya nadie sufre; ni se aísla en medio de tornados, ni vive inmerso en mascaras melodramáticas; sólo encontraremos doncellas trazando rutas de navegación, en el pubis de los ángeles. No te alejes, hay mucho por hacer.