QUIÉN OLVIDA SU HISTORIA ESTA CONDENADO A REPETIRLA.

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La parte más filosófica de la historia es hacer conocer las tonterías cometidas por los hombres. Voltaire

 

Estamos próximos a la jornada electoral para elegir gobernador del Estado de México, por ello, considero importante invitar a una reflexión profunda a quienes están en el ánimo de cumplir con  nuestra obligación constitucional de elegir a nuestros representados en un sistema democrático.

Estoy cierto que el voto es libre y secreto, por lo mismo, sólo me anima desde mi muy particular punto de vista, bordar en torno a la frase del filósofo español Jorge Ruiz de Santayana: “ Quién olvida su historia esta condenado a repetirla”.

Más que una elección, estamos frente a un plebiscito sobre el modelo de país que queremos. Entre uno que atienda al bien común y otro que pretenda seguir en la ruta de imponer una ideología que ha sido probada en otros países con resultados desastrosos como bien lo ha resumido con una buena dosis de sarcasmo, el economista, político y académico argentino Javier Milei: “A todos los socialistas les deseo: la libertad de Corea del Norte, el salario de Cuba, la abundancia de Venezuela y la justicia de China”.

Sumemos a nuestra deliberación el pensamiento de Aristóteles, que enseñaba que todo estaba en función de quién ostentaba el poder y, principalmente, si gobernaban atendiendo al bien común o al interés particular. Luego entonces, el gobierno de uno solo podía ser una monarquía (buena) o una tiranía (mala); el gobierno de unos pocos podía ser una aristocracia (buena) o una oligarquía (mala); finalmente, el gobierno de muchos podía ser una politeia (buena) o una democracia (mala).

El filósofo griego también visualizaba a la democracia presa de un mal gobierno y una de las formas de degeneración posibles. Le preocupaba que el gobierno de los pobres en su propio provecho, constituía un riesgo ya que subordinaba el interés general al interés particular de los pobres.

En cierta medida, Aristóteles alertaba del futuro de las democracias al considerar que «en todas partes los ricos son pocos y muchos los pobres» y por lo tanto los gobernantes se centrarían en captar el voto de la mayoría generando, como así ocurrió, un conflicto permanente y una comunidad sometida a turbulencias, crispación y continuos ataques entre sí.

Ya lo advirtieron en su momento aquellos que observaron la puesta en práctica de la democracia: la demagogia cautivó las mentes de los más débiles y pronto, ante el terror de los grandes pensadores de la época, quedó en evidencia que no importaba la verdad, sino más bien lo que el pueblo pensaba que era verdad.

Por lo tanto, incluso en unas elecciones libres, es posible que el pueblo acabe elevando a un tirano que posteriormente utilice su legitimidad democrática y, amparado por el apoyo mayoritario, convierta un país democrático en un régimen que no lo es.

Para concluir, no olvidemos que la democracia es un sistema dinámico no estático, es decir, siempre está en permanente cambio, luego entonces, siempre está en crisis y por lo mismo, siempre será objeto de su perfeccionamiento.

Es así que el mejor antídoto para sortear esa crisis permanente de la democracia, se llama participación de la sociedad civil, que ayer, nuevamente mostró su musculatura en defensa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.Salgamos todos a votar el próximo 4 de junio por el bien del Estado de México y por el bien de México.