Racialización, Familia y Clase en el México Actual
Esta semana tuve la grata sorpresa de toparme con un texto de Hugo Cerón-Anaya, un excelente sociólogo mexicano que actualmente es profesor asociado de la Lehigh University, Pensilvania, Estados Unidos. Su trabajado ya tiene algunos años, –en concreto 4–, pero no pierde vigencia, se titula La racialización de la clase en México, y en su escueta extensión –6 páginas– consigue ampliamente su objetivo: desmantelar dos ideas sociológicamente inconsistentes: primero, que en México no existe la raza y por tanto hablar de racismo no es posible y segundo, que en México no existe racismo sino discriminación de clase.
Cuando me topé con estas dos ideas en el párrafo introductorio no pude evitar pensar en mi país. Gran parte de los principales trabajos de la sociología peruana actual sobre el racismo en el Perú, se centran en un tema casi igual: en cómo las prácticas racistas se solapan intentando pasar desapercibidas por argumentaciones desvinculadas de la realidad. Y, aunque en México la situación es similar con algunos leves matices, la respuesta que da Cerón-Anaya plantea para problematizar estos dos argumentos, me parece más que satisfactoria: tras el profundo clasismo y exclusión económica que vive el México actual, difícilmente habrán otras motivaciones que no sean de corte racialista.
A esta idea Cerón-Anaya la ha denominado La Racialización de la Clase. Con ella, como decíamos, se pretende expresar que raza en México es, –en una paráfrasis apretada de sus propias palabras– una categoría sociológica, una ficción social que tiene profundas implicaciones en la distribución de recursos y oportunidades. Partiendo de esto, cabe la pregunta sobre si realmente, en México, los actos de discriminación son realmente un asunto bien de clase, bien de raza, o más bien, y como parece, una síntesis de los dos. No se puede olvidar que en México, allá por 2010, sí se atrevieron a publicar una entrevista que señalaba explícitamente la estrecha relación entre los tonos de piel y la clase social; hecho largamente felicitable para si tenemos en cuenta que gran parte de los países latinoamericanos que adolecen de racismo en su seno, huyen de estas encuestas tan ácidas para su reputación internacional.
Otro gran acierto del texto es su crítica a lo que en la sociología latinoamericana actual se ha denominado como la ideología del mestizaje. Cerón-Anaya no se queda en los anales de la historia mexicana como muchos otros sino que se preocupa por cómo repercute, personalmente, en el sujeto dejarse abasayar por el proyecto del mestizaje, algo profundamente más interesante que hacer reinterpretaciones ideales del pasado. Desde esa óptica, se discute la idea de si realmente el mestizaje, desde los inicios del México moderno, ha logrado una homogeneización cultural que ha construido un país donde todos sus ciudadanos podrían ser incluidos tanto ellos como sus diferencias culturales. Y es que, el concepto mestizo, de por sí es profundamente restrictivo con tres asuntos tan importantes para la expresión de la subjetividad de cada persona: el idioma, la forma de vestir y la dieta. Con lo que, nos damos cuenta de que la supuesta integración del mestizaje en México se paga con una renuncia a la identidad propia para ser subsumido en un sistema de por sí, excluyente.
Muchos cabos sueltos nos han quedado en esta reseña de este excelente material bibliográfico sobre América Latina producido en suelo mexicano. Pero, hasta aquí, subrayemos la idea presente a lo largo de todos los textos que hemos venido reseñando: en América Latina, el racismo y la segregación social se nos escapa de las manos, se implicita de las maneras más sutiles delante de nosotros en las situaciones más cotidianas y por parte de las personas menos pensadas, y lo más importante: se extiende por ósmosis a lo largo de todas las clases como si fuese un virus, diluyendo identidades y descosiendo los países hermanados.
Como México nos quedó grande, la próxima semana continuamos con algunos asuntos sobre violencia de género, la familia y el polémico Laberinto de la Soledad.