¡Sin tapujos!
La vida es muy simple, sólo hay que tomar las decisiones correctas y asumir la responsabilidad de ellas; si bien el entorno es adverso, está en cada uno de nosotros buscar la ruta adecuada para tratar de cambiar las cosas.
No se trata de bajar la cabeza y asumir que no hay nada que hacer; por el contrario, si cada quién hace lo que le toca y bien, las posibilidades de enderezar al mundo todavía son amplias. Todo es tema de querer hacerlo y sin tapujos.
Que hoy sea el día en que decidimos no rendirnos, haciendo valer cada instante en que comprendemos que la voz que se alza contra la injusticia no es un eco aislado, sino parte de una voz profunda que atraviesa generaciones.
Cada palabra que pronunciamos con valentía se enlaza con las voces de quienes, antes que nosotros, se negaron a callar, incluso a costa de su propia vida.
La historia nos recuerda que la indiferencia es el terreno fértil de la injusticia, y con todo y todo, expresar nuestro sentir por el medio que consideremos pertinente, es una forma de hacer saber al mundo que la incongruencia no tiene cabida, ya no. Callar es permitir que la sombra se extienda; hablar, actuar y educar es encender la luz que disipa la oscuridad.
Como padres, tenemos el deber de predicar con el ejemplo, porque los hijos aprenden más de lo que observan que de lo que escuchan; como docentes, sabemos que el valor de hacer bien las cosas no se mide en aplausos inmediatos, en simulaciones estériles o engaños sistematizados, sino en la semilla que germina en cada estudiante que se atreve a pensar distinto, a cuestionar y a transformar. Y como directivos, el respeto, el trabajo diario, la bondad y la disciplina no son ornamentos: son el timón que guía a toda organización hacia la dignidad y la coherencia.
El tema es claro y contundante; jamás rendirse, jamás claudicar aunque el camino se vuelva demasiado pesado, mejor dar un paso de costado con conciencia que permanecer en la inercia, porque la verdadera derrota no está en detenerse, sino en renunciar a la verdad.
Por eso nuestros jóvenes son reclutados por los malandros, porque alguien dejó de cumplir con sus responsabilidades; por eso existe la corrupción, porque alguien supuso que la ruta fácil para ahorrar tiempo y esfuerzo resulta una muestra de inteligencia; por eso hay gobiernos ineptos, porque alguien se conforma con lo que recibe y es incapaz de cuestionar o luchar por una vida mejor.
Nada está escrito y tampoco nada fracasa por decreto; son muchos los factores pero el principal de ellos es la incapacidad de seguir adelante. Nada tan peligroso como perder la fe, nada tan triste como perder la esperanza; recordemos las sabias palabras del poeta Ovidio, el goteo del agua hace un hueco, no por la fuerza, sino por la persistencia.
Otro refrán nos recuerda; ayúdate que yo te ayudaré. Si suponemos que las cosas buenas caerán del cielo, podemos seguir esperando; no hay recetas mágicas: trabajo, esmero, responsabilidad, honradez, disciplina, orden, congruencia.
Comprometerse o morír (literal o metafóricamente); así de simple es la cosa.
