SOLIDARIDAD INTERGENERACIONAL

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La gran ironía de nuestro tiempo, es que incluso cuando vivimos más tiempo, pensamos menos.

Catherine Bateson

 

 

¿Cómo convertirnos en ciudadanos en lugar de ser solo consumidores y crear una civilización ecológica?  ¿Cómo seremos juzgados por las generaciones futuras?  ¿Les dejaremos un legado que los beneficie o que los paralice? ¿Cómo podemos ser buenos antepasados?  Tenemos que pensar hoy para mañana en estos tiempos de la tiranía del ahora.

Hace cuatro años, la humanidad atestiguaba los impactos catastróficos del coronavirus dejando como una de sus secuelas, un claro recordatorio de que debemos pensar, planificar y presupuestar los múltiples riesgos que se avecinan, no solo la amenaza de nuevas pandemias.

Mientras respiramos aliviados por haber sobrevivido a una pandemia, nos hundimos en otra: la salud mental derivada fundamentalmente de la ansiedad que nos invade. Y es que el futuro nos alcanzó: la crisis climática, la corrupción, la feroz polarización que incrementa la conflictividad social, la revolución digital, la inteligencia artificial, el individualismo, el populismo y todos los ismos que usted quiera agregar, todo, en un contexto mundial de enfrentamiento entre las superpotencias.

Por eso quiero recordar una frase atemporal del filosofo español José Ortega y Gasset: No sabemos lo que nos pasa, y eso es precisamente lo que nos pasa, el hecho de no saber lo que nos pasa… Esa es siempre la sensación vital que asedia al hombre en períodos de crisis históricas.

Todos los ciudadanos, tenemos la obligación moral de identificar los elementos soterrados que crean las amenazas a las que nos enfrentamos en nuestro entorno más próximo, clasificarlos y ponerlos bajo los reflectores para demandar la participación de la sociedad civil y de las autoridades electas que están obligadas a diagnosticarlas y ha encontrar soluciones viables para beneficio de la sociedad.

Por ello, debemos volver a lo básico. La aspiración bíblica de ser un buen samaritano, ya no es suficiente. Es hora de una actualización del siglo XXI: ser un buen ancestro.

En su libro, The Good Ancestor, Roman Krznaric describe formas de pensar sobre una visión a largo plazo, para una sociedad futura centrada en el compromiso de que las personas aprendan a empatizar con los demás a través del tiempo. El autor argumenta, que las acciones a corto plazo de las empresas y los individuos, tienen el potencial de tener un impacto negativo en la vida de las generaciones futuras. Los humanos parecen estar buscando constantemente una gratificación instantánea, lo que está en desacuerdo con la noción de justicia intergeneracional a largo plazo.

Krznaric hace referencia al Índice de Solidaridad Intergeneracional, que califica a los países por su desempeño de política pública a largo plazo, penalizando a los países medidos por sus respectivos niveles de producción de combustibles fósiles y la medida en que arrojan el daño ecológico a las generaciones futuras. La producción de combustibles fósiles de las naciones superiores y el daño ecológico concomitante que causan, reflejan menores calificaciones en el índice.

Ante estos mayúsculos desafíos que debe enfrentar la sociedad de nuestro tiempo, son imprescindibles los liderazgos políticos con una trayectoria intachable, ya no es suficiente la preparación académica, además, deben de tener lo que los expertos llaman habilidades blandas, que son: humildad, empatía, capacidad de escuchar, congruencia y apego a la verdad, disposición para sumar y articular los esfuerzos de una sociedad y por supuesto, integridad, honestidad y un gran compromiso intergeneracional, para sumar a todos en pro de un legado para que seamos recordados como buenos ancestros.

Melissa Vargas Camacho, reúne las características mencionadas y sumaría la pasión por el servicio público, la garra para morirse en la raya para cumplir sus compromisos honestamente, su responsabilidad y su capacidad para saberse anticipar a los desafíos.

La conozco desde hace más de 30 años cuando ella empezaba a pavimentar su camino para lograr uno de sus propósitos en la vida, servirle a sus paisanos como Presidenta Municipal de Toluca.

Su vida no ha sido fácil, siempre ha luchado contra corriente, bajo la guía y ejemplo de su madre QEPD, quien fue padre y madre a la vez. Ahora, que ella ha formado una familia tiene la oportunidad de dejarle un mundo mejor a sus hijos y estoy seguro que ese será su compromiso con los toluqueños.