SUPUESTOS DE JUVENTUD

Views: 193

“Dejaré que el viento me lleve cual hoja otoñal; tocaré tierra algún día, entonces y solo entonces dejaré de crecer.” (Anónimo)

Algunos son pies y no manos, otros más, orugas y no mariposas, el rol que desempeñamos en la vida, no siempre es el que nos corresponde o tal vez, no el que nos gustaría tener.

Cada uno vive lo que en su propio acomodo elige, pero en realidad ¿qué es lo que debería ocuparnos ahora mismo?

Desde niños recibimos valores y antivalores por igual, cada uno con su sentencia correspondiente, una regla moral que los activa y una acción ética que los juzga. Lo siguiente es caminar la senda angosta, con paciencia, sin atajos, siempre con esperanza y arrojo ante las grandes expectativas de la vida.

Los valores que recibimos desde la niñez, guiarán nuestro camino a lo largo de la vida, instruyéndonos en la forma correcta lo que ahora nos toca aportar a este hermoso mundo que nos tocó vivir, con el fin de construir caminos de bien y verdad.

 

El tiempo de juventud es tiempo por vivir y miles de experiencias por sumar al resto de nuestra vida.

“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.” Eclesiastés.

Si alguien en el transcurso de su vida admiró y respetó la juventud, ese fue el rey Salomón.

Salomón entendió el plan de Dios para la humanidad y dentro de su visión muy particular de la vida, comprendió que la vida adulta y “madura” sólo se vive si se logra una juventud plena.

Sería oportuno en ese tenor preguntarnos ¿Qué es lo que ofrece verdaderamente la juventud?

La juventud es un verdadero tesoro, así tal cual lo decía Rubén Darío:

Juventuddivino tesoro, ya te vas para no volver.”

Rubén Darío, reconoció el valor de la juventud y lamentó su perdida, pero lo que  tal vez no vio es que, si la juventud no sigue su orden cronológico, entonces lo demás pierde sentido y valor.

La vida en sí misma es el mayor tesoro y la riqueza principal es aprender a vivir cada etapa de ella. Dejar que la belleza nos asombre, que la luz del sol nos deslumbre y que la quietud de la noche nos apaciente, ese es el verdadero tesoro, la posibilidad de experimentar en su momento lo que debamos.

Es por esto que, el sabio Salomón decía:

“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia.”

Alégrate, joven, ¿en qué? En tu juventud precisamente, en la posibilidad de vivir con regocijo tu momento de vida, tu presente, quién eres y en quién te convertirás a su debido tiempo, mientras tanto, sé joven y disfruta los días de tu adolescencia.

La juventud es un campo abierto, caminar hacia cualquier lugar, en la dirección que decidas, siempre será posible con la ventaja de tener a tu lado en primer lugar a Dios, a tus seres queridos: Tus padres, parientes cercanos, maestros o amigos, para ayudarte a definir cuál es la mejor senda por seguir.

Alégrate y aprovecha tu juventud, bríndale o dale a tu corazón placer, es decir; experimenta la vida con libertad.

Ahora, muy importante; Libertad y libertinaje, no son lo mismo.

Libertad es: disfrutar de la vida sin transigir, sin nada que te ate.

Libertinaje por su parte es: Querer disfrutar las cosas de la vida, a pesar de lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto.

¿Cuándo haces lo correcto lo disfrutas no es cierto?

Cuando haces algo que no es correcto, lo haces sintiendo inquietud y malestar en el momento o después de hacerlo. Lo que te ata y causa cargo de conciencia.

Eclesiastés dice: “Echa fuera de tu corazón el enojo. Aparta de tu ser la maldad. Porque la adolescencia y la juventud también son vanidad.”

La diferencia entre enojo y maldad es que: el primero es una reacción de inconformidad sobre algo y maldad es un acto consciente, es decir hecho a propósito.

Es por esto, por lo que el rey David oraba a Dios pidiendo lo lavara de toda maldad.

“Lávame más y más de mi maldad; límpiame de mi pecado.”

La juventud es un campo abierto lleno de posibilidades, pero debemos construir positivamente lo que seguirá de nuestra vida.

Construir es la palabra clave; construir implica en primer lugar, visualizar con cuidado y planear lo que se pretende construir, aquí es donde en forma proverbial intervienen los sueños y anhelos, quién no sueña o anhela, poco logrará en la vida.

La vida necesita de sueños porque los sueños crean esperanza e ilusión, lo que sigue ahora es dejar que tomen forma uno a uno y con los pies bien puestos en el suelo, iniciar con los fundamentos necesarios para construir el resto de nuestra vida, de frente y siempre en pos de mejores días.

(Esta tema fue tomado del libro “Una juventud con actitud” escrito por: Aarón Dávila Payán, todos los derechos reservados en favor del autor.)