Textos en revista Lectura
Investigar y encontrar. Esa es una ley de vida. Encontrar en pequeño formato una publicación normalmente de 64 páginas, en papel revolución, de formato y edición diría barata, con el título Lectura / Revista crítica de Ideas y Libros, tiene la fecha del 15 de mayo de 1950, en la misma encuentro un artículo de Ángel María Garibay Kintana quien trata el tema de El estudio de las lenguas clásicas en los seminarios, en cual dice: Múltiples son los aspectos que entraña la cuestión del estudio del griego y el latín, que tradicionalmente llamamos lenguas clásicas. Sólo enumerarlos nos llevaría un largo tiempo. Prescindimos en estas notas de la mayor parte de éstos, aún con dolor, pues fuera útil el propiamente educativo de la mente y el sentimiento, en normativo de la lógica, o la estética, el moral, etcétera. Solamente tendremos en cuenta dos aspectos, y esto de manera sumamente deficiente, primero, porque no se recogen en los zarzales uvas, ni en los cactus higos. Después porque el tiempo es sumamente limitado, tanto para el que escribe, como para los que oyen. Con una doble expresión… La doble expresión es, 1º. De censura por fijarse en quien anda ya tan lejos de estas disciplinas, por invasión de otras en su vida, aunque sigan siendo amor de su corazón. Dios perdone la elección. La segunda expresión es de gratitud, que me atenacea a no negarme y a procurar cumplir mi cometido, tanto en la Mañana como en la tarde, en anhelo de ayudar, ya no con la arena del proloquio, sino con una gota de agua, de miel o de ajenjo, a la obra interminable de la perfección de los estudios en los Seminarios.
El corazón del padre Garibay Kintana se divide en diversos apartados. Igual que el de Sor Juana Inés de la Cruz, tiene que poner mayor atención para cumplir con lo que le pide su profesión de religiosa. Hay que hacer villancicos o Arcos para recibir al Virrey en el caso de Sor Juana; hay que dar lecciones de sabiduría extrema en el caso del padre Garibay a alumnos del Seminario, o en sermones que oficia con su palabra, sacerdote sumamente sabio en diversas culturas y religiones, pero humilde en su labor. Sabio, él nos cuenta: Los dos aspectos que me propongo examinar ante vosotros son: I.- Las lenguas clásicas, como instrumento de expresión y de trabajo. / II.- Las lenguas clásicas, como mina de rejuvenecimiento de la cultura perenne de la humanidad. En la siguiente década, la de los sesenta del siglo XX, el estudio del grecolatino en las preparatorias es considerando obsoleto, y así desaparece definitivamente de los planes de estudio de los adolescentes en México. El padre Garibay sabe que en los seminarios es obligación necesaria. No es comprensible un sacerdote que no habla o entiende dichos idiomas: el griego y el latín son su sustancia, pues la religión que van a enseñar tiene sus raíces en tales idiomas.
Escribe bien el padre Ángel María: I.- En un Seminario clerical el latín es la lengua fundamental. Porque es la lengua de la liturgia, de la mayor parte de la documentación eclesiástica desde el siglo IV hasta nuestros días, y la lengua de trato oficial con la Jerarquía, comenzando con la cabeza visible de ella. Recordemos que fue hasta la llegada del Papa Juan XXIII que la misa que se impartí en la lengua latina se extendió a la necesidad de hacerlo en el mundo entero en la lengua que hablara el pueblo donde se impartiera.
Esto causó una revolución y a las mentes reaccionarias les ocasionó un trauma que aún no digieren: no es posible que la misa y los ritos sacros no sean dicho en latín, sin que importe si los feligreses comprenden o entienden o no el idioma. El Papa Juan XXIII tiene la razón en sus propuestas: como aquella anécdota en que le pidieron en Roma que por favor al visitar el barrio de San Lorenzo, les diga a los obreros que no voten por los comunistas; y él, atento a ello, fue y les dijo que votaran por quien quisieran a condición de que les mejorase su nivel de vida y convivencia social. Se puede imaginar el coraje que hicieron los integrantes de esta clase social que creen que el Vaticano está a su disposición para regañar al pueblo, ciudadanos que tienen libertad de votar por quien quisiera.
Ángel María Garibay expresa bien la necesidad de ser sabios en lo que se estudia y se hace: Un clérigo que no domina el latín está lejos de ser útil a sí mismo y a las almas. No basta que lo entienda, no basta que lo traduzca, no basta siquiera que lo escribe con corrección. Ha de ser una segunda lengua materna, que posea en el mismo grado que la que aprendió de niño. Si logra este ideal, su oración, su ministerio serán fecundos para su propia vida interior; entrará de lleno en la literatura científica de la teología y la filosofía, del derecho y la patrística. Lo que no se escribió principalmente en latín nunca queda más preciso que cuando se vierte al latín. De tal proporción es dicho idioma, para todo aquel desea estudiar en el Seminario dice el estudioso y sabio toluqueño.
De igual manera, al escribir de la lengua griega dice: Otro tanto quisiera decir del griego; pero a pesar de mi gran anhelo, no puedo llegar a tanto. Me basta con que lo posea el clérigo para que se haga más fecundo instrumento de bien de santidad para sí mismo y de bien pastoral para los demás. La lección pedagógica que nos da el padre Garibay Kintana es la de siempre: estudiar a fondo lo que quieres hacer, sin dejar el objetivo de dominar lo estudiado. No se valen distracciones, pues las mismas lo hacen al alumno un ser irresponsable y hablantín, en el mejor de los casos, pero no una mente fría, plena de conocimiento, un conocimiento que siempre se sabrá insuficiente ante los retos de la vida y del mundo de la teología y la filosofía, que es donde entra el clérigo en su deseo de representar a Dios aquí en la tierra. Por eso su preocupación, angustia de saber que no hay nada peor que un sacerdote, que se dice así, pero en verdad es un ignorante de la fe que practica y, pero, que imparte como la verdad de Dios. La sabiduría del maestro apabulla en todos sentidos, paso a paso comprueba su capacidad pedagógica y didáctica: La diferencia entre dominar y poseer no necesita grande explicación. Yo puedo poseer un caballo, sin que logre dominarlo cuando en él monto. Haré del él uso, con dificultad, si no está totalmente sometido a mi dirección, al grado de que ya no piense en ella. Es lo que nos pasa con la lengua materna. Hablamos el castellano sin pensar ya en lo que hacemos. Los problemas de la pedagogía y la didáctica son fáciles cuando se encuentra uno ante un Magister cuyas cualidades están ahí; sin que él piense que las tiene: las ha adquirido como vemos en el padre Garibay del sumo estudio que desde niño aprende con pasos donde medía su alta inteligencia: aciertos y errores. Reflexiona sobre ellos y cuando los domina entonces sigue sin pensar en ellos. Lo que sucede con él es que está hecho una esponja que absorbe todo: solo pensar en cómo se puede ser alguien igual que él; se convierte en términos de cultura como si se tuviera que subir al Everest, sin tener la fuerza física, intelectual y sabiduría que sí suscitan en él y, en Sor Juana Inés de la Cruz.
Escribe el padre: Este es mi ideal para el dominio del latín en un clérigo. ¿Cómo lograr este dominio? El ideal fuera que se realizara lo que admiraba el atolondrado pensamiento del portugués: “… que desde su tierna infancia, todos los niños en Francia, supiesen hablar francés”, o sea que mamáramos el latín, como mamamos el castellano. No siendo esto posible aún, tratemos de ver medios prácticos para lograr que, si no en su “tierna infancia”, si en la adolescencia, los niños llamados en santuario sepan hablar latín. Tiempos diferentes al México de ahora en que hablar griego o latín es sólo de unos pocos. La juventud piensa que tales lenguas, son lenguas muertas. Su razonamiento expresa que no hay quién hable en el pueblo mexicano dichos idiomas.
Se debe hablar el inglés, el alemán o el mandarín, si se quiere ser un ciudadano del mundo, para que pueda viajar sin tener problemas de comunicación. Pero el sabio padre dice: Aprendemos a andar tropezando, trastabillando y cayendo. Después podemos llegar a campeones de carreras o trampolín, pero comenzamos con eso. ¿Por qué hemos de comenzar hablando con perfección una lengua, que es ciertamente de las más perfectas que han hablado los hombres? Comience el niño por martajar el latín y llegará un día en que pueda emular las preciosidades de Horacio. Es oro sus enseñanzas. Sabio y educador excelso es para orgullo nuestro uno de los toluqueños más sabios de los que han nacido aquí.