TINTA ROJA
Pétreo, mayestático y estoico,
Su pluma sale de un reloj de arena blanca,
Y él,
Subalterno a ella, sometido, lloroso feliz
En su momento dulce, quizá el más y nunca el menos,
Afloja su pluma
Con la travesura de su reloj cómplice
Que lo ayuda a no mirar atrás
Por si acaso la sal negra se eleve como espuma peligrosa
Sin ningún adjetivo
Sin ninguna salvedad
Sin ninguna pausa
Y con todos sus alientos, el de ella,
Incluido el de la madrugada
Ese geiser que sale de su boca fría y que soplo
Antes de un beso final y antes de la visita oficial
Gestionada hace años, muchos años
Con dos puntos seguidos, un punto aparte
Y todas las comas
Para congelarse de vez en cuando
Y ella,
Majestuosa en su simple complejidad
Se abandona, se aflojan algunos botones
Y ejerce todos los mandatos de la primavera fría y exquisita
Que escribe y escribe como en el más
Áspero tango,
Su cuesta arriba,
Y él apuntala la escalada o ciertos ataques
Porque con tal de subir todo vale
Antes que se caigan las cuerdas y el ascenso
Se haga imposible,
En el mejor de los casos…
Y así
como en todos los The End
De las películas,
Ya no el había una vez,
Sino,
El había dos veces
Dos ningunos
a los que les tocó licuarse y ser uno
para gatear, caminar y correr
raudo en esa maratón
última y exprés
como en una danza
suave y delicada
histórica, única
deshaciéndose de poesía
que a falta de sus últimas palabras
haga que nos sonría el tiempo
algunos animales y niños
como amables cómplices naturales,
que se caen de maduros
abonando las tierras…
porque las semillas quieren sol en do mayor
para estar juntos
codo a codo
como Alejandría antes del incendio
antes de ser cenizas,
y mientras tanto la vida
con el génesis bajo el brazo,
y ella y él
cierran los ojos,
y apagan las antorchas,
porque ya amaneció.