Un cielo claro en el que arde la nieve
Ana María Bustamante es una poeta, fotógrafa y socióloga nacida en Medellín, Colombia. Ha ganado el Premio Latinoamericano de poesía Ciro Mendía con su libro Nieve, publicado por Valparaíso Ediciones en 2022; el Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio con su libro Antes de ser silencio, publicado por Sílaba Editores en 2019 y el IX Concurso Nacional de Poesía Héctor Trejos Reyes. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, italiano y árabe, y aparecen en antologías y medios físicos y virtuales de países como México, Argentina, Emiratos Árabes Unidos, España, Italia, entre otros, y sus fotografías han sido publicadas en Polonia y Colombia. Actualmente es docente universitaria y editora de la revista Telúrica del colectivo Nuevas Voces.
Selección de poemas
AUSENCIA
No hay idioma más sincero
que el frío
su ardor acaricia los huesos
como a la vida:
eso es lo que llamo ausencia
una voz temblando en la carne
un murmullo
un recuerdo estrechándose
a lo que duele
como el mundo se estrecha
cada noche
al silencio.
SILUETAS
Hace días que imagino
el campo de plumas
que será la vida
luego de esta existencia de luces
sombras, siluetas
desde entonces pienso
que toda distancia
desaparece
fluye, se apaga
en la complicidad de estar lejos
de construir nuestros cuerpos
sin rostros
nuestras sombras
sin voces
y de pronto
en un rojo chispazo de vida
aparecen nuestros ojos palpitando
a la espera del soñado arbusto de flores
o del luminoso jardín
que alguna vez en silencio
nos prometieron.
REMINISCENCIA
He vuelto a conocer el mundo
como un tronco sin raíz
a conocer el agua
como un ave que caza
a despedir el sol
como si fuera el último día
de mi voz en la tierra
a tocar el agua
que abraza para siempre
la misma piedra
he vuelto al final.
SILENCIO DE SIGLOS
Hay en el silencio
un mundo
que seguirá batallando
aún desde la nieve.
Que nos recuerden donde ardamos
en cualquier momento
donde nuestro silencio de siglos
llegue a tener palabras.
AGUA DE PIEDRAS
Empiezo a preferir el silencio,
los muros vacíos
los rostros de nadie
las voces sordas.
Este cansado fuego donde ardo
está lleno de vacíos
como el agua de piedras.
Es un cielo claro
en el que arde la nieve.
SOLEDAD ANTIGUA
Antes de ser silencio
la soledad vivida
nos enseñaron la mordaza
y como un ave que no vuela
como un pájaro sin luz y sin norte
abrazamos la nieve
como se abraza lo antiguo
en la última muerte de dios
como se abrazan la noche
la llama
el frío
las cosas que no tiene cuerpo
pero que lanzan su oscura flecha
al centro del cosmos
donde estamos.
SOLEDAD SIN ESPEJOS
Nazco en el ardor de ver caer la nieve
sin aludirme.
Nada me separa de este abrazo con la muerte,
ni canciones ancestrales tararean la vida.
Escucho el débil tejido de la noche
como una campana que fuera a sonar en la iglesia,
y solo hay muros en vez de caminos.
No hay sonido que rompa
esta vibración oscura de aleteos de pájaros.
Dentro de mi voz, arena,
viejos sonidos de olas
que una niña encontró
al buscar nieve en la playa.
Nada es más doloroso
que una soledad sin espejos.