Valle de Toluca la despensa Capitalina

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Siguiendo letras del cronista municipal de Toluca —hace 50 años—, a través de su libro Historia del Estado de México,  titula el Capítulo XXVI Valle de Toluca: la Despensa Capitalina, dice: Como región muy propicia, los Valle de México y Toluca se llenaron de encomenderos; hacia el Sur marcharon los buscadores de oro y plata fundando los reales de Sultepec, de Temascaltepec, de Zacualpan, de Taxco, etcétera, hicieron su aparición los “adelantados” cuya única tarea fue la de recibir estancias para poblar y fundar pueblos. Pero, a pesar de la invasión intensiva y extensiva, las comunidades de indios permanecieron, más bien, vegetaron

Vale la pena hacer el comentario aquí, pues lo de vegetar seguramente no era tan fácil. Los documentos que encontramos por todas partes hablan de las peleas jurídicas que los indios tenían en todo el Valle de Toluca por mantener sus propiedades contra los voraces encomenderos, cuya crueldad está constatada por la participación de los evangelistas católicos que dan ejemplo de piedad hacia los originarios de estas tierras. No olvidar el papel de constructores de los encomenderos al fundar los pueblos y villas del sur que hoy están presentes, pero se debe recordar que, por ejemplo, El Oro no surgió de la nada, sino de la ambición por el becerro que el oro representaba como dios para españoles que no abandonaban su papel de bandoleros y sanguinarios que en su ambición, sabían que aquí en el nuevo continente podían hacer todo lo que les era vedado en la madre España. Su lugar de nacimiento donde la sociedad más medieval que había en siglos XVI al XVIII los tenía bajo vigilancia. Mientras que en la Nueva España podían pasar sobre los indios sin tener que dar respuesta a la justicia que dominaban por la fuerza de sus aviesos intereses.

Cuenta don Poncho: Una serie de valiosos documentos que presenta el profesor Javier Romero en su libro “Teotenango y Matlatzinco” muestran los largos y embromosos litigios que los naturales tenían que emprender en contra de los mayorazgos españoles. Gentes de Totocuitlapilco y Metepec protestan porque el Marqués del Valle pretende apropiarse de sus comunidades, so pretexto de que el Matlatzinco que se menciona en la cédula, es todo el Valle de Toluca. No olvidar esto, no quiere decir que se ideologice el tema, pues tampoco es posible olvidar que toda conquista tiene por raíz la inmoralidad de apropiarse de lo que no es suyo. De tener lo que el vecino tiene y se piensa que si es necesario pasar por encima de él se hará sin medir ninguna preocupación ética. La conquista española sucedió así. Reconocer los hechos ayuda a ubicar el problema de cómo aceptar lo que trajo España de bueno a América. No se debe olvidar que los grandes templos católicos que fundaron una Europa en toda regla en el país, por más alejado que estuviera de la capital de la Nueva España: Que no era más Tenochtitlan, pero tampoco era el México que hoy conocemos: en 300 años vino a ser la Ciudad de los Palacios, la más bella de toda América hace 200 años. La historia no se hace desde la visión sola de los vencedores, pero tampoco de los vencidos, que en su enojo bien pueden perder la perspectiva de lo que el imperio español trajo al nuevo continente.

Es decir, cuenta el cronista: Los caciques de estas poblaciones le aclaran que el “Matlatzingo” de la Cédula está en Michoacán y que Hernán Cortés sólo recibió como legado la jurisdicción de Toluca perfectamente delimitada en la Merced de su fundación. Ya en esa época Altamirano se había hecho de algunas estancias en Metepec. Y más tarde habría de aparecer en el brumoso mapa del Estado un personaje singular, Martín Roli de Varejón, adelantado que tuvo grandes problemas personales con los Altamirano y los Cortés, todavía no ascendidos a la calidad de Condes y Marqueses. Fue Varejón quien fundó la mayoría de las comunidades que están en las orillas del antiguo camino hacia el sur caliente, desde Lerma hasta Ocuilan, pasando precisamente por Tianguistenco. Siglo XVI el parto de lo que ahora es México en sus 200 años de mestizaje y vida ‘independiente’. El estudio del pasado, con objetividad permite comprender que nada fue venido de la vida vegetativa, sino del dolor de los vencidos y la maldad de los vencedores. Es la contradicción de 300 años los que llaman a ser investigados a través de historiadores y cronistas. Los que al dejar por escrito documentos que hoy son parte de la real historia que no inventada por la falta de estudio sobre el tema que se investiga. 

Escribe don Poncho: Al final de cuentas, la gran mayoría de las comunidades terminaron por caer bajo el tutelaje del algún señor feudal. Pero en ese sentido vuelve a cobrar milagros la previsión cortesiana. Los cabildos indígenas son indestructibles. En especial porque gran parte del territorio aún no ha sido colonizado por los blancos. En esa forma, sólo existen los ayuntamientos indígenas, únicos organismos capaces de organizar y mantener el orden dentro de los grandes conglomerados de población rural. El largo camino de México que tiene en el alma campesina su principal bastión de sufrimiento y sobrevivencia. No por nada el historiador Luis González y González expresa que el México que nos identifica es el de las Haciendas y rancherías, con la figura del charro, el caballo, pero también en extensión territorial del espacio de vida la presencia del campesino con su vestido de manta o en los colores de sus mujeres que terminan por ser tan bellas como Dolores del Río y María Félix o Columba Domínguez y Elsa Aguirre. Es el cine de la época de oro el que da un rostro cercano o vivo de lo que es México en mitad del siglo XX, a través de sus imágenes sabemos que el país tiene un rostro y tiene en Jorge Negrete, Pedro Armendáriz y Pedro Infante la expresión del mexicano que destaca físicamente y en sus cualidades de artista.     

Sobrevivir esa fue la meta de aquellos que siendo originarios y dueños de las tierras del continente —que no era nuevo, ni recién descubierto— por la visión etnocentrista de españoles o europeos. Dice don Poncho: Los feudatarios por lo común viven en la metrópoli. Son sus capataces aborígenes o mestizos quienes atienden el cobro de las rentas. Su personal blanco es más bien reducido. De modo que tampoco se pueden dar el lujo de destruir definitivamente la comunidad, no importa las condiciones esclavistas que imponen a sus miembros y que, dese luego, el propio Gobernador de indios se encarga de hacer efectivos”. Hacer estudio de condiciones que se dan para que todo vaya en contra de habitantes indígenas que ven una y otra vez, como la deshonestidad se impone sobre sus derechos. Cruel ‘justicia’ la que se aplica día a día, en lo que no fue un drama cotidiano sino la tragedia en pleno, contra indios que se rebelan. Cito a Sánchez García: En el viejo documento procesal que nos proporciona el gran paleógrafo y hombre de ciencia toluqueño, don Germán Vilchis, aparece en plenas funciones de cabildo de Calimaya. El Incidente que se registra ocurre porque el “Gobernador por el Rey”, don Ambrosio Rafael, acusa ante tribunales de la Corona a un indio, Francisco de los Ángeles, que aparte de negarse a pagar el impuesto en reales que correspondía al Rey de España, intentó agredir al cacique tirándole “a pegarle en los pechos”. Tanta historia que contar en la conquista de Mesoamérica. Para encontrar que ‘civilizaciones’ vienen, muchas veces, de la explotación que se hace sobre los vencidos: en tragedias personales, del individuo, y la vez de la comunidad donde viven. Nada escapa a la ambición de tener como individuo o como poder político, que ve en la colectividad y sus territorios lo que desea a como de lugar. Mal se comporta don Ambrosio Rafael —sus decires—, usan siempre el nombre del monarca, para que la ofensa sea mayor sobre el Rey de lo que él pudo recibir de ofensa. En nombre del Rey Español merece el castigo: pago de 10 pesos en oro y 50 latigazos hasta sangrar. Conque pague, hay que ser magnánimos, se le perdonan los latigazos.