VICIOSAMENTE ADICTIVOS Y VIRTUOSOS

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Cuando hablamos de algunos actos o conductas, denominadas vicios, sabemos que son los malos hábitos, que hacen alusión a conductas inmorales, que van contra la moral establecida dentro de la sociedad en la que cada uno vive.

Usualmente los vicios se asocian a lo ilegal, a lo que ocasiona peligro, pero no sólo a eso, también a las actividades del famoso mal vivir o lo mundano como algunas adicciones, que son las conductas que escapan del control de las personas que las padecen; sin embargo, los vicios también se vinculan a las virtudes, que son el conjunto de rasgos que caracterizan a las personas que se consideran deseables y aceptadas por la sociedad.

Osfer, un chico de 13 años, fue a su primera fiesta, estaba súper empilado y con toda la adrenalina de esa etapa que todos hemos conocido y vivido de distintas formas, la adolescencia, el descubrir cosas nuevas, que poco a poco nos irán formando para la siguiente etapa, la adultez. ¿Cosas nuevas dije no? El alcohol, lo prueba, le gusta, posteriormente, acude a otra fiesta y lo prueba otra vez y le sigue gustando, y así sucesivamente se entrega a la vida y sobre todo al alcohol. Se vuelve un adicto, al punto que, empieza a perder muchas cosas, y a cometer probablemente los peores errores de su vida, gracias al vicio, la adicción al alcohol, llamada EL ALCOHOLISMO.

A los 17 años, empezó su primera carrera, una de las seis o siete que tuvo a lo largo de su vida. No dejó el alcohol, tomaba sin exagerar cinco días a la semana, estudiaba de día, tomaba de noche e iba de botellón en botellón, vivía sin límites sumergido entre Whisky’s, Rones, Cervezas y demás. Nunca nadie se explicaba cómo estudiaba, cómo iba a clases y cómo siempre salía sobre saliente. Amaba el alcohol, pero tenía el vicio de estudiar, aprender y crecer culturalmente como persona, ese vicio, llamado virtud, LA RESPONSABILIDAD.

A los 20 años, salvo la marihuana, no había droga que no hubiera probado. Vivía en un mundo paralelo, entre el trabajo/estudio, y la vida entre químicos que lo sacaban de la realidad y lo llevaban a los rincones más oscuros, que nadie en su sano juicio se puede imaginar. Cometió muchos errores, dañó a muchas personas, se dañó a sí mismo en modo de castigo, por el daño ocasionado muchas veces a sus seres más queridos, gracias al vicio, la adicción a las drogas, LA DROGADICCIÓN.  

 

Osfer, amaba escribir desde muy pequeño, lo aprendió en varios formatos, pero la literatura y la poesía eran su pasión. Llegaron sus 22 años, y publicó su primer libro, fueron meses, años, de trabajo en silencio, como una hormiga, ensayo y error constante, impaciencia a veces, pereza otras, pero nunca se rindió, se sostuvo pesa a las adicciones que tenía aferrándose a ellas, con toda su fuerza. El esfuerzo era impresionante, al no darse por vencido, obteniendo un resultado maravilloso, gracias al vicio, llamado virtud, LA PERSEVERANCIA.

 

Los años pasaban, y ya bordeando los 40, Osfer, seguía siendo el hombre infiel, el hombre de dobles, hasta triples vidas. Caminaba con una chica, almorzaba con otra, cenaba con una distinta, y finalmente amanecía con otra más. Fue el Don Juan de la época, de su barrio, de su grupo de amigos, el Play Boy, que todas buscaban. Era guapo y peligrosamente encantador, con todas salía, les hacía caso, y luego las dejaba. Nunca fue feliz, y no encontraba a la mujer que desde muy joven buscó, gracias al vicio, la adicción al sexo, LA SEXOPATÍA.

La misma década, cerca de sus 50 años, Osfer, después de mucho empeño y disciplina, aun sosteniendo algunos vicios de los mencionados anteriormente, ganó un Premio Grande, uno de los tantos, no menos importante por formar parte del ya montón, y lo recibido por él, se lo donó de forma anónima a los más necesitados, no se quedó con nada, más que con el diploma del Premio y los inevitables aplausos y felicitaciones, gracias al vicio, llamado virtud, LA GENEROSIDAD.

 

Osfer, venció la adicción al alcohol, falleció pasados los 90, dejando de tomar, hace más de 50 años. Enviudó seis meses antes de morir, pues en su quinta década, poco tiempo después de que dejara la adicción al sexo y de ir de mujer en mujer, conoció a su alma gemela, el amor de su vida, la mujer de sus ojos, con la que sostuvo más de 25 años de matrimonio feliz y pleno. A los 70, aproximadamente (me tomo la licencia de no recordar el dato exacto) después de haber dejado ya más de 20 años la adicción a las drogas, ganó el Premio Nobel de Literatura, premio que desde niño se propuso algún día llevar a casa y dedicárselo a su familia, su todo: a sus padres ya fallecidos, su esposa, sus tres hijos y sus nietos.

Durante la vida, es cuestión de buscar en lo más profundo, hasta tocar nuestra alma, para que sobre los vicios llamados adicciones, siempre predominen y ganen los vicios llamados virtudes y eso depende de nosotros y de nuestra actitud frente a la vida, porque todos los seres humanos somos de alguna manera VICIOSAMENTE ADICTIVOS Y VIRTUOSOS.