Acceso abierto

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La educación ha cambiado poco a poco, anteriormente para aprender Derecho o cualquier otra rama de conocimiento era necesario de grandes libros que eran comúnmente vistos por los alumnos como algo sumamente pesado, como ejemplo, al estudiar la Licenciatura recuerdo el libro titulado El Juicio de Amparo, de Ignacio Burgoa Orihuela, y que alumnos y maestros decíamos la biblia como mofa del gran tamaño de dicha obra, y que, entre otras muchas, claro que dejan muchos conocimientos importantes para la práctica jurídica y que de ninguna manera es la intención decir que no deban leer dichas obras.

No obstante, las cosas han cambiado, los grandes tomos son importantes como fuente de consulta especializada por parte de profesionistas que quieren conocer a fondo un tema, siendo necesario utilizar fuentes alternas para el desarrollo de tareas, las cuales, de acuerdo a la rapidez del mundo actual, no pueden esperar a que podamos comprar grandes tomos de Derecho, sino que debemos acudir forzosamente a internet. En este sentido, no es algo malo googlear la información, es decir una búsqueda rápida de un término o dato que desconocemos y que necesitamos con rapidez, sin embargo, hay que entender como se maneja el internet.

Y es que Google, como otros motores de búsqueda, funcionan a través de algoritmos que permiten hacerle llegar al usuario información que sea interesante para el mismo, es decir, que calcula que podría interesarnos de acuerdo a las búsquedas que hacemos comúnmente, correlacionando dicha información con lo más buscado; esto nos da a entender que la información que arroja Google, comúnmente es información plagada de publicidad o demasiado vieja (dado que las fuentes más visitadas son las que llevan más tiempo en línea).

Por tanto, hay que aprender a realizar búsquedas especializadas a partir de repositorios institucionales de acceso abierto, es decir, las Universidades o instituciones de divulgación científica, publican de manera gratuita la información en internet en páginas denominadas repositorios, en los cuales, se le cobra (en muchos casos) al autor por publicarlo y no al lector por leerlo; esto dado que los autores pueden acceder a beneficios académicos e investigación, tratándose entonces de información que en muchos casos está más actualizada dado que a los autores les es más fácil publicar un artículo de divulgación científica que publicar un libro.

En este tenor, los libros siguen siendo una fuente confiable para profundizar en un tema relevante, pero son caros y difíciles de conseguir, por lo que, utilizar de manera correcta los repositorios, que por mencionar algunos, está Cambidge University Press, Scielo, LA Referencia, Dialnet, DOAB, DOAJ, entre otros, permiten acceder a información que nos permite profesionalizarnos e investigar en un primer momento, lo que es un gran beneficio si sabemos aprovechar la gran herramienta en nuestras manos. La tecnología no es solo para divertirnos, si sabemos utilizarla, tenemos toda la información del mundo en la palma de la mano.