Ceteris Paribus
Espero que esté pasando unos días de mayo fenomenales, con tantos días festivos; que si el del trabajo, que el de la Santa Cruz, que el de Star Wars, que el de la Batalla de Puebla, que el de la Madre, el del Docente… en fin.
Nosotros continuamos con el tema. ¿Ya ubicó en qué día de la semana se encuentra? Recuerde que la vez pasada hablábamos de que la semana es como la vida y que el lunes es un evento inminente que se tendrá que afrontar. Unos se ponen manos a la obra desde el primer lunes para tener 7 días de plazo; otros prefieren arriesgarse a realizarlo el fin de semana y otros más osados optan por apurarse el domingo a las 10 de la noche. ¿Cuál está mal?, ¿Cuál está bien?, ya lo hemos dicho, aquí no juzgamos a nadie, sino que damos herramientas y consejos para tener una vida más llevadera.
En este caso, el tema que nos aboca, es el ahorro para los hijos. Empezaré con un ejemplo sencillo y de ahí saldrán otras cuestiones.
Supongamos que, como buen padre, quiero darle lo mejor a mi hijo, y eso incluye que acuda a la más prestigiosa escuela del país. Eso cuesta dinero. Vamos a manejar, como siempre cifras burdas que nos ayuden a comprender. Esa más prestigiosa escuela del país, hoy cuesta un millón de pesos. Pero van a pasar dos cosas: la primera es que la Inflación (tema del cuál hablaremos más adelante) va a hacer su labor y para cuando el recién nacido (vamos a suponer que apenas tiene unos meses de vida) esté en la etapa de iniciar sus estudios universitarios, puede que ese millón no alcance ni para la mitad.
Y la segunda: puede que ésa más prestigiosa escuela del país, ya no lo sea, y a lo largo de esos dieciocho años ese puesto lo tenga otra institución.
Ninguna de las dos cuestiones está bajo nuestro control. Pero tenemos una meta: El millón de pesos hoy. Así que, divido un millón entre dieciocho años que tengo para juntarlo y me da $55,000 al año, eso dividido entre 12 meses que tiene el año, me arroja la cantidad de $4,600 al mes, entre cuatro semanas que tiene el mes, da como resultado $1,150 a la semana. Ya tengo mis metas. Si me funciona el ahorro semanal, mensual o incluso anual, ya conozco cuánto dinero tengo que destinar a ese fin. ¿Recuerda el tema del presupuesto?
Ahora lo que necesito es ingresar ese dinero a una herramienta que me permita conservar por lo menos el valor del dinero en el tiempo y combatir la Inflación. ¿Recuerda la primera cuestión?
Tiene que tener presente que ese dinero no se debe tocar, así que, para mantenerlo seguro del principal enemigo del Ahorro, que es uno mismo (luego veremos eso a detalle) se debe ingresarlo a una institución financiera para combatir al segundo principal enemigo del Ahorro: la Inflación, y así mantenerlo lejos de su y nuestro alcance.
Vamos a suponer que realizamos esa labor con éxito, año con año, juntamos la cantidad necesaria para llegar a nuestra meta y nuestro hijo ya tiene 18 años y está por empezar su carrera universitaria.
Pero resulta que, esa más prestigiosa escuela del país ya no existe, ¿Recuerda la segunda cuestión que no podemos controlar?
Bueno, pues con ese dinero ayudará a su hijo a que pueda ingresar a la institución que ahora ostente el título de la más prestigiosa escuela del país. Y como su dinero lo tuvo una institución financiera y no usted, ese dinero será más del millón original y alcanzará para lo que tiene que alcanzar.
Y usted me dirá, y con todo derecho: ¿Y si yo no quiero mandar a mi hijo a estudiar a la “más prestigiosa escuela del país?”, ¿Y si mi hijo ganó una beca y yo ya no tengo que desembolsar ni un solo peso para sus estudios?, ¿Y si mi hijo quiere estudiar en el extranjero?, ¿Y si mi hijo no quiere estudiar y desea poner una empresa?, ¿Y si la carrera que desea estudiar la tiene una universidad pública?, terminamos con ¿Y si…? Hay infinidad de supuestos.
Y para todos ellos, está esta satisfactoria respuesta: ¡Enhorabuena! Ahora usted cuenta con 2 millones de pesos (en este ejemplo, o el dinero que haya juntado) para poder hacer lo que más convenga.
Saludos.