DESTRUYENDO LA MÁQUINA DE HACER COSAS
A veces te tomo y…
es un decir,
la necesidad hace aparecer prodigios
cuando cierta imaginación al poder
se vuelve como una enredadera, sin París ni mayo que valga
y es entonces
que te pregunto hasta la saciedad
de un río en sequía,
Si me amas,
Y al no contestar,
convierto tu falda larga en una minifalda
A pesar de tus votos de castidad
paladeando tu mente de suspiro en suspiro
silente, no vaya ser que se den cuenta, y
el mundo se vuelva en un pueblito
con procesión ebria
que ya se ha roto el codo siete veces
porque aquel cristo femenino que no tiene edad,
ni fecha en el calendario como la canción sacrílega, te mira,
Mientras rasgas al sol con tus uñas de bisturí
y la sombra proyectada se vuelve como barrotes,
Como sobras de sombrillas que alguna vez
Cual girasoles gigantes
Cubrían del sol
A cualquiera
A cualquiera que necesitara de esa flor como un sol con raíces
Y me voy entonces, a ver si en tus votos de pureza
Brutalmente inmaculada
figura mi nombre repetido un millón de veces
O si todavía oigo algo de tu
hermana gemela…
(siempre creo que tiene algo que decirme)
porque hasta la lluvia también sabe a quién mojar
Y los tigres pierden sus rayas y ganan más colmillos
Como la bruja amarilla que eres y,
Que como sucursal del sol,
Me broncea
En el tocarme y en el volver a tocarme,
Como si la ecuación imposible
Nos anuncie,
Que tu aliento,
Es la poesía.