DIÁLOGO EN EL CARLYLE ENTRE TRUMP Y TRUMAN

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El pueblo votó por una importante reforma gubernamental.

Elon Musk.

 

 

 

El Hotel Carlyle, ubicado en la ciudad de Nueva York, es un emblemático hotel de lujo que abrió sus puertas en 1930. Situado en el Upper East Side, ha sido un punto de encuentro para muchas celebridades, políticos y figuras influyentes a lo largo de los años.

Desde hace casi un siglo, el Carlyle ha sido conocido por su elegancia clásica y su servicio de exquisita calidad. Su arquitectura art deco y su decoración sofisticada lo han hecho destacar en la escena neoyorquina. Múltiples historias se han escrito en este icono de la cultura de la gran manzana. Muchos artistas y personalidades, incluidos músicos, actores y políticos, han sido huéspedes regulares. Alguna vez disfruté ahí escuchando al cantante Steve Tyrrel degustando un sabroso martini.

Entre los famosos que han pasado por sus puertas, se encuentran Madonna, John Lennon y la familia real británica, que han disfrutado de la privacidad y el lujo que ofrece el Carlyle.

En cuanto a sucesos notables, el Carlyle ha sido testigo de momentos históricos y eventos emocionantes. Escenario de muchas recepciones privadas, fiestas y también ha acogido a dignatarios y líderes mundiales. También ha habido informes de experiencias paranormal, incluyendo avistamientos y relatos de actividad sobrenatural, lo que añade un aire místico a su historia.

John F. Kennedy, el 35.º presidente de los Estados Unidos, tenía una relación especial con el Hotel Carlyle. Durante su presidencia, fue un frecuente visitante del hotel, especialmente porque buscaba un lugar discreto donde pudiera escapar de la atención del público y disfrutar de un poco de privacidad en medio de su ajetreada vida política.

Una de las anécdotas más conocidas es que JFK utilizaba el Carlyle como un refugio para encuentros secretos, incluyendo citas con su amante, Marilyn Monroe. Se cree que la suite del hotel ofrecía la privacidad necesaria para estos encuentros, lejos de la mirada pública y los medios de comunicación.

Además, el Carlyle fue donde se organizó una celebración en su honor después de que ganara las elecciones presidenciales en 1960. Muchos de sus amigos y aliados políticos se reunieron en el hotel para festejar su victoria.

Después de su asesinato en noviembre de 1963, el Carlyle pasó a ser un lugar de luto para varios de sus amigos y familiares. Algunos de ellos continuaron visitando el hotel, recordando los buenos momentos compartidos con Kennedy en sus lujosas instalaciones.

Este tradicional y famoso hotel también ha tenido un aire de misterio debido a sus conexiones con figuras políticas y celebridades, lo que ha llevado a que algunas personas mencionen que hay un espíritu de JFK presente en el Carlyle. Este vínculo perdura, y el hotel sigue siendo un lugar de interés no solo por su historia, sino también por las historias y leyendas que lo rodean.

Que tal si echamos a volar nuestra imaginación animados por el ambiente místico de este mágico lugar, para entrar al terreno de la ficción y pensamos en el espíritu conciliador y patriota de JFK, para arreglar que se tomaran unos tragos entre dos presidentes: Harry S. Truman, el 33, y Donald Trump, el 45 y el 47.

En un ambiente fantástico, entra al Bemelmans bar del hotel, Donald Trump con su gorra roja y su famosa etiqueta MAGA y Harry S. Truman, como siempre muy formal de traje con una rara mezcla de elegancia y austeridad. Por supuesto, considerando sus diferentes contextos históricos y estilos de liderazgo, éste diálogo podría abordar temas como el liderazgo, la política exterior y la legislación interna.

Trump ordenó su tradicional Diet Coke de lata de las que acostumbra a consumir varias al día y Truman pidió un bourbon en las rocas.

Trump: Bueno, Harry, creo que muchos de nuestros problemas se resumen en la necesidad de ser directos. La gente quiere resultados inmediatos, y yo siempre he creído en actuar sin miedo a la controversia.

Truman: Coincido, Donald. Pero debo decir que en mi experiencia, el liderazgo también implica una responsabilidad moral. Decisiones difíciles, como usar la bomba atómica, no se tomaron a la ligera. Hay que considerar las consecuencias a largo plazo.

Trump: Entiendo tu punto, pero, a veces, los problemas requieren un enfoque más audaz. La economía no espera. Conozco a los negocios, y la gente necesita que alguien que entienda cómo funciona el mundo real esté al mando con decisión.

Truman: Eso es cierto, pero no podemos olvidar que el país es más que sólo negocios. Durante mi presidencia, trabajé para establecer la seguridad social y la educación como lo hizo mi antecesor FDR. Es importante cuidar de la gente y asegurarnos de que todos tengan oportunidades.

Trump: Ya lo sé Harry, no soy un improvisado y siempre he pensado que las oportunidades son esenciales. Pero creo que hay que desregular y dejar que el mercado haga lo suyo. El gobierno no debería intervenir demasiado. La gente se siente ahogada por las regulaciones en exceso en pleno siglo XXI, por eso le he pedido a mi amigo Elon, se haga cargo del tema.

Truman: La desregulación puede funcionar en algunos casos, pero un país fuerte también necesita una red de seguridad. Después de la guerra, nuestro enfoque en el bienestar social ayudó a reconstruir la nación. ¿Qué harías tú en caso de una crisis nacional?

Trump: La clave es actuar rápido y con certeza. No siempre se puede esperar el consenso. La gente quiere verlo, quiere que se haga. A veces, eso significa tomar decisiones impopulares, te recuerdo mi lema: Make America Great Again.

TrumanDonald te recuerdo también mi lema: The Buck Stops Here” (Aquí se detiene la responsabilidad). Este lema reflejaba mi responsabilidad personal y mi compromiso de rendición de cuentas. Para que te quede claro y no tengas la tentación de compartir el poder con tu primer amigo Elon Musk.

Truman quiso dejar claro al tomar el último sorbo de su bourbon, que como presidente, era el último responsable de las decisiones y acciones de su administración y que el verdadero liderazgo también radica en unir a las personas, no solo en dividir. En definitiva, se trata de construir y no sólo de ejercer poder. Al final se despidió con la frase: La historia nos juzgará por cómo tratamos a nuestros ciudadanos.