Dualidad preocupante

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En la gran mayoría de los espacios públicos, las personas han tenido la suerte de
percibir su salario haciendo lo mínimo, incluso hay dependencias en las que los
trabajadores no han tenido que pararse más que para, literalmente, cobrar. A fin
de cuentas, así son sus condiciones, normalmente signadas en contratos
colectivos, y nadie puede decir tajantemente que es una situación injusta, no
obstante, sorprende la poca voluntad por recuperar el ritmo, con las
consecuencias burocráticas que eso conlleva. La afectación social es más grande
de lo que suponemos.
En los espacios privados, las cosas han sido completamente diferentes, pues
empresarios, emprendedores y trabajadores no cuentan con partidas fijas que les
garanticen, incluso sin laborar, mantener su operación; o reactivan sus empresas
o se condenan a quebrar, con las implicaciones que eso tiene, no sólo desde el
punto de vista económico, que es grave per se, sino en lo global.
Dos escenarios en una realidad que pareciera premiar a quienes buscan, por
decreto, un espacio para permanecer nadando de muertito, con la certeza de que
tendrán un ingreso para el resto de sus días, cumpliendo con lo mínimo. No se
malentienda, hay personas que aun siendo parte de esos esquemas (públicos),
dan lo mejor de sí y son ejemplo de compromiso y dedicación,
desafortunadamente son minoría.
Lo que realmente sorprende es que socialmente hemos legitimado esa forma de
pensar, es común escuchar a jóvenes egresados más que contentos porque han
encontrado una plaza en alguna dependencia de gobierno o paraestatal; por
supuesto que debe dar gusto encontrar empleo en contextos tan adversos, el tema
es que en un alto porcentaje de los casos, quienes han cursado cuatro o cinco
años de carrera quedan satisfechos con un trabajo en el que tendrán que limpiar
oficinas o repartir documentos, y no porque sea malo o denigrante, sino porque
me da la impresión de que hay mucho talento desperdiciado por esta dualidad
preocupante en las decisiones de vida. ¿Para qué optar por estudios si nuestra
expectativa de vida no va en esa dirección?
Estudiantes con mucha capacidad, que podrían llegar tan lejos como se lo
propusieran, renuncian a todo ese potencial porque alguien les consiguió un
trabajo para toda la vida, a pesar de no estar siquiera cercano a sus áreas de
especialidad, con el tiempo se acostumbrarán a que, sin necesidad de esforzarse,
reciben una paga quincenalmente.
Distinto sería si se les permitiera aportar e innovar en esos centros laborales,
desafortunadamente el sistema acaba por corromper a una inmensa mayoría y
vivirán felices para siempre.

En casa, debemos encaminar a nuestros hijos para que tomen mejores
decisiones, pero antes debemos conocerles de manera integral para que no
desperdicien su tiempo en actividades que no les llenan o que no les atraen; no
todo egresado de preparatoria tiene la capacidad o la voluntad por cursar una
licenciatura, el tema de orientación vocacional es una asignatura pendiente.
Cada uno de nosotros puede proyectar un futuro promisorio, lo que significa tomar
decisiones, dentro de esta dualidad, ¿qué es lo que verdaderamente queremos?

horroreseducativos@hotmail.com