EDUCADORES, Y EL INSTITUTO LITERARIO

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Los toluqueños tenemos que retornar y retornar al tema del Instituto Literario de Toluca, cuyos orígenes fueron tan difíciles, pues era parte de la lucha militar, ideológica en lo político y en la batalla contra la religión retardataria que no quería perder el control sobre la juventud no sólo en esta ciudad sino en todo el país. El control que ejerció el clero en años de dominación española quedó arraigado de manera terrible, por lo que liberales de aquellos tiempos tuvieron que ser radicales en sus planteamientos para plantear, por ejemplo, el laicismo y la libertad de cátedra en las nuevas instituciones escolares. En este caso vanguardia de esa lucha lo fue nuestro orgulloso Instituto.

Hay mucho que investigar y revisar del mismo, los temas que se desglosan en anterior texto dejan ver que hubo mucho de vivencias ejemplares, y entre ellas el recordar al nacido en Nextlalpan, el director del Instituto en época de avances educativos que aún son hoy materia por seguir. Leo en el texto de Rodolfo García Gutiérrez: Sánchez Solís, gran director del Instituto. Escribe: Entre las personas que más han influido para engrandecer el Instituto Científico y Literario, convertido hoy en Universidad, destaca señeramente el licenciado Felipe Sánchez Solís, uno de sus grandes directores. Originario de Nextlalpan, donde nació el primero de mayo de 1816 supo de humildes oficios como los de milpero, pastor y arriero. Estudió en el colegio de San Gregorio, de la ciudad de México, en donde fue condiscípulo y amigo de Ignacio Ramírez, El Nigromante. Recibió su título profesional el año de 1843. Ignacio nació dos años después de Felipe. En el año de 1818 y es uno de nuestros pensadores más grandes que haya dado nuestra patria en estos 200 años de vida independiente. Dos hombres de una misma generación, esa amistad hizo que viniera El Nigromante a dar lecciones magistrales a sus alumnos, entre quien destaca la presencia de Ignacio Manuel Altamirano, el mismo nacido en el año de 1834, por lo que al asistir con una beca municipal al Instituto, recibió la luz del conocimiento que le deslumbró seguramente, al ver dar sus lecciones a Ramírez, con esa sabiduría que no tenía en aquellos tiempos nadie más en Toluca.

Sobre Felipe, cuenta Rodolfo: pero más que sus escuetos datos biográficos, nos interesa destacar su brillante labor en pro de la educación en el Estado de México. En efecto, fue don Felipe Sánchez Solís un decidido protector de los jóvenes indígenas. El mismo era indio, hablaba el náhuatl, y se sentía orgulloso de su estirpe. Se decía descendiente del tecutliChiconcuatli, llegado al Valle de México en tiempo del Xólotl, y firmaba los escritos dirigidos a sus paisanos, con el nombre de Nelton Chiconcuatli. Para Toluca el orgullo permanente por todos aquellos que venidos de fuera han dado leyes, obras, educación, cultura y ciencia en esta ciudad es la mejor historia y crónica que se puede contar e investigar sobre ellos. Prosigo en la lectura del cronista: de este modo se explica que cuando fue diputado al Congreso durante el período de 1849-1851, hubiese propuesto y pugnado por la aprobación de la ley que obligaba a los municipios a enviar, a su costa, con carácter de becados, a los alumnos primarios más inteligentes y distinguidos; Ley que favoreció en gran parte a niños y jóvenes indígenas. Tarde los pueblos se dan que la persona de vocación y cualidades para ser pedagogo no es cosa de todos los días, y que es tan difícil encontrar un excelente matemático o filósofo, como difícil y raro es encontrar un verdadero pedagogo a lo largo de las décadas. ¿Cuántos pedagogos da un país en cien años?… es pregunta válida, por eso es tan recordable en el Instituto su paso por esa dirección de Sánchez Solís, cito: Fue en ese lapso —1847-1851— en que Sánchez Solís dirigió por primera vez el Instituto, cuando El Nigromante impartió clases en el plantel. Formó aquí una brillante generación liberal, en la que destacaron Gumersindo Mendoza, Juan y Manuel Mateos, Joaquín Alcalde, Jesús Fuentes Muñiz, Luis Gómez Pérez y José María Condes de la Torre. Son muchos sus logros, por ello le recordamos con gran afecto y es ejemplo de cómo se debe dirigir una institución de estudios superiores con total entrega personal, cito al cronista: Era enemigo de emplear el razonamiento para persuadir a los jóvenes. Estaba convencido de que a ellos hay que hablarles con el corazón más que con el entendimiento; porque son “más capaces de sentimiento que de raciocinio”. Creía que el trato social es indispensable en la educación. Por eso invitaba a los catedráticos institutenses a que acompañaran a sus discípulos a la hora de la comida, para que tuvieran “ejercicios prácticos de urbanidad y trato social”. Y para que los “domésticos y subalternos no se descuidaran de la puntualidad y aseo del servicio”.

La lectura a que lleva el cronista admirable, hace pensar en las cuatro fases del desarrollo pedagógico del ICLA: primero, historia del nacimiento. Segundo en su tarea de difundir hechos como Instituto Científico y Literario de Toluca. La tercera, no olvidar que en siglo XX adquiere, en dura batalla, el nombre de Instituto Científico, Literario y Autónomo (ICLA). Recordar la cuarta etapa, al fundarse como Universidad Autónoma en el año de 1956. Pensar en su primer rector: Juan Josafat Pichardo Cruz, bueno saber que hay seres que dejan huella. A ellos, pertenece el abogado y pedagogo Juan Josafat Pichardo Cruz. Hombre que marca en la historia del ICLA tres momentos importantes, no sólo en la educación universitaria, sino en pedagogía de la patria chica y de México. Jurista importante, pertenecer a quiénes desde el estudio del derecho y carrera jurídica, forman la vida normativa de la entidad. Viene a la memoria Benito Sánchez Henkel, Antonio Huitrón y Huitrón y Enrique González Vargas, pedagogos de importancia, son colegas en vocación por educar a nuevas generaciones de la entidad, suya es la relación profesional con los mejores educadores de esos tiempos; no es menor su aportación a la pedagogía estatal… junto a educadores como, Adrián Ortega Monroy, Juan Rosas Talavera, Clarita del Moral y Agripín García Estrada, ellos y varios más, son prueba de los inicios de nuestra vida educativa en escuelas Normales y Universitarias. Felipe Sánchez Solís, es paradigma de la buena pedagogía y ello, no nos debe detener en su tiempo por la obligación del estudio a que lleva el Instituto Literario de Toluca.

Su ejemplo lleva a ver la historia del siglo XX y sus aportaciones a la vida del siglo XXI. En tiempo en que Pichardo Cruz y su generación, se expresan cual civilidad; orgullo de hacerse ciudadanos y jóvenes intelectuales. Humanistas desde entonces, dicha generación vive tres momentos relevantes de la universidad estatal: conquista de la autonomía en 1943 y, transición histórica del Instituto Científico y Literario a Universidad Autónoma en 1956. Con sólo haber sido su primer rector, Pichardo Cruz, basta para recordarlo, para él fue su máximo orgullo en amor por su universidad que hoy nos cobija y educa a los mexiquenses. Nacido el 14 de noviembre de 1912 en Santa Ana Tepaltitlán, en aquella Toluca de no más de 25 mil habitantes, en tiempos que la revolución sigue causando estragos en el país, por los cientos de miles de muertos. Es obligado pensar en lo que el jurista y pedagogo vivió. pues pertenece a los fundadores de nuestra patria chica en dos rubros fundamentales del humanismo:  el estudio y aplicación de las normas que forman sociedades democráticas y civilizadas y, por otra parte, en luchar, como lo hizo, entre protestas callejeras, huelgas y enfrentamientos violentos en su juventud, cuando tiene entre veinte e inicios de sus treinta años. Batallador, vino a levantar instituciones, a ser ejemplo, de lo que un ciudadano educado debe ser, en el fin de servir a sus conciudadanos dando lo mejor de sus fortalezas intelectuales. Estudiar a Felipe Sánchez Solís, es venir del tiempo a pensar en Juan Josafat Pichardo Cruz, reconocer, en ello, a ciudadanos que siendo pedagogos —igual que el filósofo y educador griego, Sócrates—, son expresión del que educa y, es ejemplo de vida para todos.