El Centro Cultural Mexiquense, orgullo toluqueño
El relato aparece para hablar de un espacio de gran importancia que, al inaugurarse un 27 de abril de 1987, pone a Toluca, a la entidad y en el país, uno de los lugares más bellos dedicados a la cultura de México, leo: Ubicado en Boulevard Jesús Reyes Heroles #302, Delegación de San Buenaventura, el Centro Cultural Mexiquense, en Toluca, es uno de los complejos culturales más emblemáticos del Estado de México. Por su historia ancestral y los edificios diseñados por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Desde 1986, este espacio fue parte de un proyecto a largo plazo. Sus antecedentes son los siguientes: El edificio de planta circular fue concebido y construido en 1984, originalmente para albergar un planetario, años después, el proyecto general y como parte de un complejo cultural, fue rediseñado por uno de los Arquitectos más importantes del México contemporáneo: Pedro Ramírez Vázquez y las adecuaciones arquitectónicas estuvieron a cargo de Mario Schjetnan, quien considero que, por su estructura y composición arquitectónica, este inmueble, tenía potencial para convertirse en un museo. Schjetnan aprovechó el espacio circundante a la sala de proyecciones para conformar las áreas de exhibición de obra artística, acceso y circulación; en la zona circular remanente, dispuso el vestíbulo general que ornamentó con un mural de basalto y roca de recinto, en forma de petatillo concebido por el artista mexiquense Luis Nishizawa como “Lecho del Universo”, –cuna y mortaja del mexicano–. Y en un cuerpo que abraza y complementa el vestíbulo se ubicaron las oficinas y espacios para actividades creativas y recreativas.
Aún se recuerda la presencia del presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado, quien acompañado por el gobernador Alfredo Baranda García y del secretario de Educación, Cultura y Bienestar Social, Emilio Chuayffet Chemor, así como del presidente municipal de Toluca, Agustín Gasca Pliego y, del director de Patrimonio Cultural, Alexander Nemer; siendo el que escribe coordinador General de Cronistas Municipales en la entidad y, la doctora en Historia, Margarita Loera Chávez, encargada de la obra de acervo del Museo de Antropología y, además presidenta de la Asociación Mexiquense de Cronistas Municipales. Ellos y un centenar de invitados recorriendo –esa mañana– lo que era el orgullo de los habitantes de la entidad, en el interés de un gobierno que respetaba –a través de los diseños y genio de arquitectos– que forjaron un Centro que es hoy rostro cultural para el país.
Dice el autor del libro referido: El propio Schjetnan modificó el aspecto formal de su exterior, levantó un muro perimetral con talud de césped que integra, con un sentido orgánico, la construcción y su entorno paisajístico vigilado por la majestuosidad del Xinantécátl. Perforó el talud para abrir tres patios, accesibles desde el interior, propios para esculturas; Finalmente y para destacar aquel juego de taludes, colocó anillos concéntricos de metal en la parte superior, confiriéndole aquellos volúmenes un toque especial y la sensación de lo espacial y de lo etéreo, convirtiendo de esta manera al edificio por sí mismo en una obra artística. Privilegio es para quienes laboran en ese lugar.
No es extraño que sea la principal oficina de lo que es hoy la secretaría de Cultura y Turismo del Gobierno del Estado de México: oficina que desde el año 2000 readecuó Marcela González Salas y Petricioli como directora del entonces Instituto Mexiquense de Cultura, quien con gran tino y sensibilidad vio la mejor cara de la cultura en espacios construidos en el Centro Cultural Mexiquense, inaugurado como sabemos el 27 de abril de 1987. Ella vio en ese lugar el mejor espacio para crear sus oficinas centrales del IMC y después de 2017 en el gobierno de Alfredo del Mazo Maza, seguir en dicho lugar con una expresión de belleza artística sin igual que dejaba sorprendido por dicha sensación a propios y extraños. Legendario es el Centro Cultural Mexiquense, construido en lo que un día fuera la famosa Hacienda de la Pila —propiedad a inicios del siglo XIX de quien en 1832, fue presidente municipal de Toluca: José María González Arratia. En esa Hacienda de la Pila, en años de los ochenta del siglo XX el arquitecto Schjetman, con sus creaciones arquitectónicas paisajísticas deja en el visitante, el sentimiento de que se hizo cada cosa con un sentido artístico inigualable. Por lo que en las siguientes décadas al salir de dicha visita con espíritu de mexicanidad y universalidad, deja la idea de lo que nos es propio, a quienes amando el país amamos a la humanidad, por su capacidad de crear belleza y bienestar.
Todo es belleza en ese lugar, cito al autor del libro: El Museo de Arte Moderno fue inaugurado el 27 de abril de 1987, albergando una importante colección de pintura y escultura mexicana, que ha ido creciendo a lo largo de estos años. El museo, tiene la vocación de presentar las obras más representativas de artistas mexicanos y mexiquenses del siglo XX y la actualidad. Permitiendo comprender y apreciar obras de la escuela mexicana de pintura, el muralismo mexicano, la ruptura y otras corrientes importantes que permiten vislumbrar un panorama general de la historia del arte en México. Son tres museos: Arte Moderno, el denominado Hacienda La Pila, y de Antropología e Historia. Tres muestras de la historia artística y social que ha tenido la vida mexiquense. Tres pruebas del genio artístico, como se señala con el mural que en la Biblioteca Pública Central realizó don Luis, genio y educador en ciudad de Toluca cuyo cumpleaños se festejaba con sus talleristas en comida que hacía la pintora Julia Vázquez y su esposo Víctor: comida inolvidable en la que por cierto, en una de los últimos festejo estuvo el poeta Alí Chumacero, a invitación de Julia, pensemos que los dos genios, uno de las artes visuales y el otro de la literatura, nacidos en el mismo año, don Luis el 2 de febrero y Alí el 9 de julio. Imposible imaginar en Toluca-Zinacantepec a dos hombres más sabios charlando de sus vivencias.
Pensando en José María González Arratia, introductor del agua desde la Hacienda de la Pila, y primer constructor de Los emblemáticos Portales de la ciudad, cuya prestancia ahora es más admirable por su antigüedad y su remozamiento ha venido teniendo a lo largo de casi dos siglos. Por eso es interesante leer: El proyecto de rescate arquitectónico y remodelación de la Hacienda La Pila estuvo a cargo de los arquitectos Mario Schjetnan Garduño, José Luis Pérez Maldonado y Víctor Monsiváis Rodríguez. La belleza del inmueble es indiscutible; su nombre anterior al inaugurarse como Museo de Culturas Populares el 27 de abril de 1987 definía la presencia, de artes que desde época indígena dejó huella de los siglos: Otomí, Mazahua, Matlatzinca y Tlahuica, además, de la cultura Mexica, que invadió en el siglo XV al Valle del Matlatzinco y, le dominó para imponer su lengua en toda la región. Destaca dentro de ese museo la Charrería, que viene a ser cultura mestiza, identifica la mexicanidad nuestra a partir del México independiente sobre todo.
Destaca en todo el conjunto: …las construcciones de los edificios de la Biblioteca y el Museo de Antropología e Historia, que fueron proyectados por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, así como la explanada, que se extiende por todo el conjunto cultural. Bien señala el autor del libro que refiere a don Pedro: La explanada nos remite a las plazas prehispánicas que tenían diversas elevaciones, lo que permite admirar las construcciones que la rodean, así como el entorno paisajístico teniendo de fondo el Xinantécatl o Nevado de Toluca. Destaca la magnífica fuente escultórica diseñada por el artista mexiquense Luis Nishizawa Flores, donde se muestran cinco monolitos traídos desde Chimalhuacán y donde se refleja el cielo en el agua, que consigue el equilibrio perfecto con la naturaleza. Así veo cada vez que llego por su estacionamiento para visitantes la explanada de La Fuente con sus Monolitos, el agua que llueve y cae serena en la fuente, al principio rodeada de piedra bola, proyectada por don Luis Nishizawa, expresa en conjunto el espíritu de lo que fue nuestra cultura, en sus diversidades etnias y, en el presente le contempla en cada visitante de fuera o dentro de la entidad para maravillarse de la serenidad que da a quien le ve. La visita al Centro Cultural Mexiquense nos informa de lo que permite la unidad en todo aquello que hace de buena y noble manera el profesionista de diversas actividades. Junto se hacen mejores y más bellas cosas.