EL GIRO AFECTIVO DE LA POLÍTICA

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Estimado lector el estudio de los afectos y las emociones son importantes hoy en día en nuestra realidad social, particularmente por el alcance que el giro afectivo puede tener para el análisis de la política, en donde los dispositivos y contra dispositivos se disputan los procesos de subjetivación, los discursos y las positividades que se normalizan en la vida cotidiana en la que estamos implicados como sujetos.

La política se manifiesta así como una disputa semántica por la interpretación y comprensión en un campo afectivo que la dota de una efervescencia social que está  condicionada  por un contexto cultural de identificación, los  espacios de rechazo o de resistencia que son  una realidad imaginaria afectiva que  no solo relacionada con cuestiones visuales, pero si  trata de desmontar como se produce la  realidad en donde  la política juega el papel de un  campo imaginario más que sirve para estudiar fenómenos de la imagen sobre estas realidades afectivas y la visualidad.

Cabe hacer algunas aclaraciones en torno a lo que se entiende por la “política de los afectos” o el “giro afectivo de la política”. No se trata de una reivindicación de lo afectuoso en un carácter superficial de lo sentimental, tampoco hace referencia a un abordaje no-racional de la realidad ni se centra en las relaciones íntimo-afectivas, incluso cuando la idea de política implique una dimensión epidérmica y corporal.

También es importante tener una comprensión de las potencias de lo falso, en la que se establecerá una relación con la política, en tanto potencia de “hacer sensible” desde Georges Didi-huberman un pueblo, cuerpos y discursos que irrumpen en el reparto de lo sensible como señala Jacques Rancière.

El «giro afectivo” entonces tiene como eje la recuperación de las emociones como objeto de estudio, y es ahora cuando la realidad social parece ser el escenario perfecto de cara a las elecciones presidenciales del 24 y todo el alboroto en redes que implica el esfuerzo de cada personaje y partido político que depende en sí mismo de la efectivad, misma que por mucho tiempo fue herramienta de voto duro para la hegemonía del PRI que ahora es codificada en lo que representa MORENA.

 Estos fenómenos tienen sentido con el ascenso del populismo, el protagonismo del resentimiento en las reivindicaciones públicas o la emergencia de la «posverdad» en el marco creado por la nueva conversación pública digital apuntan inequívocamente hacia la relevancia de los afectos, en sentido amplio, para la vida democrática. La teoría política contemporánea está así obligada a ocuparse de ellas: de su naturaleza, su influencia sobre la subjetividad individual, sus manifestaciones políticas.

Es aquí donde me interesa pensar, entonces, a través de qué mecanismos la emocionalidad produce sentidos capaces de transformar o de multiplicar modos de ser o formas de hacer. Partiendo de la idea de que los afectos pueden ser motivadores de acciones políticas que entran en juego de la construcción de una sinergia que excede lo íntimo y construye una politicidad transformadora no solo de subjetividades individuales, sino también de modos de sentir, de conocer y de hacer colectivos.

Así mismo es interesante observar en la cotaneidad esas políticas emocionales como estimulan diferentes modos de afectación, visibles en el espacio físico que se ven enriquecido y complejizado por la existencia de un plano virtual, en el que las discusiones políticas se dan de manera tan activa y son objeto de platica común que raya en polémica como dice el dicho “Ni de religión, ni de futbol, ni de política se debe hablar”  y es que están totalmente condicionadas a lo pasional y a lo subjetivo.

Finalmente, hay que reconocer que toda actividad humana tiene un sesgo político, para algunas personas más evidente que para otras, pero ambas comparten un acontecimiento de lo sensible inherente en que  lo íntimo es político en esa dimensión y la política posee un giro afectivo que no es entendido desde un sentido partidista  sino por  emociones, afecto y perceptos, en donde podemos correlacionar a la imagen como una relación afectiva con el mundo , lo cual  es un factor fundamental para la construcción de realidad que esta más en el campo de lo inconsciente o en aquello que no es explicito  y que al ser afectivo condiciona la relación de los seres humanos y  participa en nuestra vida social-cultural en donde los dispositivos y contra dispositivos se disputan los procesos de subjetivación, los discursos y las positividades que se normalizan en la vida cotidiana.