Ese lugar

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Una vez más estuve en el lugar al que temí volver. Fragmentos de historias me quitaron el sueño, se apoderaron de mi debilidad, recogí los pedazos de una ilusión, no para unirlos, era imposible, más bien porque fueron el recuerdo de otra batalla perdida y fue inevitable echarlos al olvido cuando no tuve las fuerzas suficientes.

Pasó sobre mí la tormenta y me refugie en el lugar que conozco, pero ya no lo sentía mío, me sentía extraña en mi propio cuerpo, en mi mente. Habitaba un mundo diferente, un anhelo, una esperanza, solía caminar con una sonrisa en el rostro, ya no estaba. Todo cambia, se transforma, pero tuve miedo que aquella trasformación terminara por completo conmigo.

La niebla se hizo densa, ¿me protegió?, no me escondió, no pude refugiarme ahí todo el tiempo, no era justo en este punto. Las fotografías de cálidos momentos salvaron algunas partes del día, pero en los lapsos en los que las mañanas pasaban a ser tardes y las tardes en noches, la vulnerabilidad estallaba en mis ojos, en mis puños, en mis palabras arrogantes, deficientes, inmaduras, ¿aprendí?

Por la ventana de esta habitación, observo la inmensidad y la belleza de este mundo, ¿Qué soy yo sino un ser diminuto que no sabe cómo seguir viviendo? Que se aflige por la dinámica humana, por la experiencia mal llevada, por el mito creado de lo que debe ser, de cómo se debe actuar, de qué se debe decir, si tan fácil es acostumbrarse a eso, si tan fácil es encajar, dejarse llevar, entender que soy el resultado de la acción, no soy la víctima de nadie ni de nada, a nadie le quedo a deber, porque al final se cobra todo, lo bueno y lo malo, así que todo lo pagaré, y esto último, ya lo hice porque me harté, escupí fuego, lamente tener que hacerlo, pero no hubo más remedio. Tuve frio después, me falto el aliento también. Acepte la oscuridad que toque, la vergüenza que sentí, a veces –no lo voy a negar– quiero  quedarme ahí, terminar mis días en esa tortura, porque no siempre me siento bien, no siempre voy a hacerlo.

Una vez más, busco esos lugares en los que quiero estar descalza, abrazar a los árboles, hablar con el viento, no tener miedo de estar sola en este último tramo, de volver al amor, pero después de un tiempo, porque ahora siento que no puedo. Busco la serenidad antes que la dependencia. Quiero estar en ese lugar en donde no quepa la inseguridad ni la indiferencia, regresar a mis carcajadas, a esa sonrisa perfecta. A mis simplezas, a mis lugares comunes, a mi cuerpo, a mi mente y todas sus ideas. No lamentarme por sentir lo que siento y no cometer los errores del pasado. Redescubrirme. No herirme más.