La esencia escénica creativa. De Stanislavsky a Strasberg, una revolución espiritual del cine. (Segunda Parte)

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Parte del proceso de aprendizaje del actor que quiere ser profesional se realiza con ejercicios de relajación y de entrenamiento sensorio-emotivo. Cuando un actor reproduce una emoción en un ejercicio, es porque ya la misma ha pasado del inconsciente a la conciencia y está lista para ser evocada nuevamente a voluntad, esto con independencia de una explicación de términos psicoanalíticos. Es decir, el objetivo está en qué el actor obtenga un compendio personal de vivencias, en su repertorio para que pueda acceder a ellas a su voluntad. Se trata de lograr un alto nivel de libertad creativa en escena, lo que implica sin duda experimentar con emociones, es necesario también que el actor se libere de toda tensión. Para ello es conveniente utilizar ejercicios que buscan detectar y eliminar toda rigidez corporal.

Uno de los más importantes es el que fue conocido como la silla. Se trata de que el actor se siente en una silla y comience a vigilar mentalmente cada parte del cuerpo, buscando la tensión que pueda estar presente y encontrar la manera de eliminarla. Se pueden usar masajes o movimientos en la zona afectada, por ejemplo, se puede dejar caer un brazo para verificar si hay tensión. Este ejercicio abarca desde los pies hasta la cabeza y puede durar una hora. Este tipo de ejercicios se sustentan en la idea de que una vez relajado el cuerpo del actor, la emoción fluye sin trabas. Para lo cual, hacia el final del ejercicio, el alumno debe verbalizar y exteriorizar sus emociones mediante sonidos.

Ahora bien, la concentración es considerada la base de la imaginación, así es que hay que desarrollar esto a través de ejercicios con objetos. Lo primero es hacerlo con un objeto que pueda ser asociado con las vivencias personales del actor. Buscar que el contacto con el objeto provoque específicamente una emoción.

En un segundo momento, se usan objetos evocados, para aprender a recrearlos sin su presencia y así lograr registrar cada sensación asociada a ellos. Se comienza evocando un objeto, hasta que se llega al momento de mezclar varias evocaciones en un mismo ejercicio. Sin embargo valdría preguntarse el porqué el actor debería trabajar con objetos imaginarios si, al tener objetos reales en escena, podría ocuparse de otra cosa. Sin embargo, se trata de poder recrear sensaciones, como el calor del sol o un dolor agudo. Además de trata de ir de lo más sencillo a lo más complejo, hasta llegar a evocar una sensación total, un ejemplo clásico que aunque parezca simple es revelador, se trata de las experimentadas al tomar una ducha.

También habría que hablar de ejercicios que están diseñados para eliminar las inhibiciones, como el denominado momento íntimo el cual tiene que ver con hacer, delante de los demás, eventos que normalmente se realizan en privado, a solas;  momento privado. Para ello hay que tomar mucho en cuenta que más allá de las procacidades y escatologías que puedan llegarnos a la mente como una primera sensación que seguramente podría estar presente en una o varias clases de teatro en diferentes técnicas aplicadas, que la cuestión a considerar se presenta al considerar si es posible, frente a la mirada del otro, actuar como si la misma no existiera. Entonces si la respuesta es no, no vale la pena realizar el ejercicio.

Ahora bien, el actor es el elemento característico del arte teatral. Todo en el teatro comienza por la actuación. Entonces por más impresionantes que pudieran ser las ideas del autor, lo creativo del lenguaje, si todo esto no puede ser expresado a través del actor. ¿Qué sentido tiene la creación artística? Bien, el drama tiene que ver con que algo debe de haber ocurrido; y esto a su vez es resultado de que hay algo que tenemos que saber  para entender lo que está pasando ahora. El acto dramático hace desear otra escena, envuelve en las acciones, al mismo tiempo que se van sucediendo. Sin embargo a veces los autores o guionistas parecen ignorar algo fundamental que es el realmente cuánto puede crear el actor por sí mismo, y por eso tratan de incorporar todo por medio de las palabras. Por esto es importante señalar que la naturaleza humana del actor no sólo hace posible su grandeza, sino que es la fuente de sus problemas. El ser humano que actúa es el ser humano que vive. Sin embargo, esto parece ser aterrador ya que el actor representa esencialmente algo ficticio, un sueño y; sin embargo, en la vida los estímulos a los que respondemos son reales.

El actor debe responder constantemente a estímulos imaginarios y por si fuera poco esto debe ocurrir no exactamente como ocurre en la vida, sino en una realidad, mucho más compleja y comprensiva. Así es que aún cuando el actor puede lograr hacer las mismas cosas en escena, bajo condiciones ficticias, encuentra dificultades porque no está equipado como ser humano para simplemente hacer como que imita a la vida. Esto implica que requiere creérselo hasta cierto punto, como también debe convencerse de la conveniencia de lo que está haciendo, para así hacer las cosas bien en el escenario. No necesita trabajar para todo lo que se hace en el escenario, o no se es actor o se tiene tan poca confianza en sí mismo que no se permite que el impulso de actuar se desarrolle dentro de sí. El actor lucha con el salto de la imaginación. Esta puede tener su lado fuerte o débil, pero en esencia debe estar ahí, de la misma manera que debe haber una voz para enseñar a alguien a cantar. El actor debe tener una imaginación activa. No sólo estar dispuesto a dar el salto original, sino que también su imaginación debe estar dispuesta a seguir hasta el final.