La suerte está echada
La famosa frase «la suerte está echada» fue pronunciada por Julio César al cruzar el río Rubicón en el año 49 a.C., marcando una decisión irreversible que desencadenaría una serie de eventos que transformarían el destino de Roma. En la actualidad, esta expresión parece resonar en el contexto del dictamen de reforma constitucional que propone la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), junto con otros organismos autónomos en México. Al igual que Julio César en su momento de decisión, nos enfrentamos a una encrucijada que define el futuro de derechos fundamentales en un país donde la democracia y el equilibrio de poderes son vitales para el desarrollo de la sociedad.
En términos generales, cuando se habla de «echar la suerte,» se hace referencia a la imagen de una moneda al aire: un lado que podría representar el acceso a la información pública y el otro, la protección de datos personales. Dos derechos, dos caras de una misma moneda, ambas imprescindibles para el ejercicio de la democracia en las sociedades modernas. Sin embargo, arrojar al aire esta moneda se vuelve una acción peligrosa, puesto que cada uno de estos derechos contribuye al bienestar y el equilibrio de un Estado. La transparencia y la protección de datos no solo permiten a la ciudadanía vigilar las acciones del gobierno y el uso de sus datos, sino que también fortalecen los cimientos de una democracia sólida.
Para acreditar la importancia de una institución como el INAI y los riesgos de desaparecerla, bastaría con leer al influyente escritor Yuval Noah Harari, en su último libro Nexus, en el que alerta sobre la necesidad de instituciones sólidas que, como el INAI, sean capaces de proteger los derechos y regular el uso de la información en manos de gobiernos y empresas. Haciendo una extensión de dichas preocupaciones, la importancia de una autoridad independiente y especializada se vuelve evidente en el análisis que Harari ofrece sobre el papel de la tecnología en la vida moderna, pues asegura que sin una entidad capaz de salvaguardar los derechos digitales, la información personal y pública puede convertirse en un arma de manipulación, debilitando las bases de la autonomía individual y colectiva. El INAI, en este sentido, ha sido un logro ciudadano que provee de insumos técnicos indispensables para una gobernanza adecuada, donde tanto el gobierno, las empresas y la ciudadanía se benefician de un marco regulatorio que busca mantener el equilibrio.
Si bien es cierto que las demandas de diversos actores no han sido completamente satisfechas, el avance que el INAI ha representado para México ha sido ampliamente reconocido en el ámbito internacional. Ante el escenario de su inminente desaparición, es crucial alzar la voz y llamar a la reflexión a los agentes políticos para reconsiderar la relevancia de una institución clave para el presente y el futuro del país. Mi intención al redactar estas líneas no es prejuzgar la importancia de otros organismos autónomos, sino analizar de manera particular el impacto de la desaparición del INAI en temas sobre los cuales he trabajado extensamente.
En el ámbito del derecho de acceso a la información pública, el INAI ha sido un motor de avance para México. La Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), una especie de «Google» para la información pública, se ha consolidado como una herramienta invaluable, proporcionando acceso a datos que facilitan la rendición de cuentas y el desarrollo de políticas basadas en evidencia. La plataforma no solo representa un bien digital público de gran valor, sino que también constituye un pilar para la economía digital, permitiendo sinergias entre el sector público y privado. Esta accesibilidad a la información se ha convertido en un ejemplo que otros países observan con admiración, deseando replicar su éxito.
Además, en México hemos avanzado a pasos significativos en los tres niveles de apertura de información: desde la transparencia reactiva, pasando por la transparencia proactiva, hasta llegar a una fase de transparencia colaborativa. Este último grado busca involucrar a los ciudadanos en la creación y gestión de información relevante, promoviendo la apropiación de datos que les permita participar de manera activa en la gobernanza. La construcción de una ciudadanía consciente e informada es una de las razones más poderosas para que el gobierno reconozca los logros en el ámbito de la transparencia pública y el enorme potencial transformador de esta información en beneficio de todos los mexicanos.
Por otra parte, en lo que respecta a la protección de datos personales, el INAI representa una fortaleza en temas que van más allá de la economía digital; estamos hablando de soberanía digital y seguridad nacional. En un mundo donde cada interacción en el ciberespacio implica el tratamiento de datos personales, contar con una autoridad experta que pueda proporcionar el soporte técnico necesario para la toma de decisiones se vuelve una cuestión de soberanía. En las estrategias de inteligencia y contrainteligencia, la protección de datos personales es un tema central que requiere conocimientos técnicos avanzados. No se trata únicamente de regular el comercio electrónico, sino de afrontar los desafíos que presentan las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial y las neurotecnologías.
Un claro ejemplo del papel crucial que juegan las autoridades independientes de protección de datos personales es el caso de Cambridge Analytica. La única institución capaz de dar seguimiento y sancionar a los responsables de este escándalo de manipulación de información fue el Comisionado de Información de Reino Unido. Sin una autoridad similar, el desarrollo y la soberanía de México podrían verse comprometidos, y el país correría el riesgo de convertirse en un campo para nuevas formas de colonialismo digital.
Reconocemos que el diseño del INAI podría mejorarse, y una reforma podría ser la oportunidad para realizar una reingeniería en beneficio de la institución. No obstante, su autonomía constitucional es indispensable para que pueda cumplir su papel de mediador entre el gobierno, la iniciativa privada, la ciudadanía y las organizaciones internacionales. La administración pública federal, con sus procesos burocráticos, no cuenta con los mecanismos adecuados para cubrir estas necesidades de manera integral, pues las labores especializadas de una autoridad independiente van más allá de las capacidades de cualquier otra dependencia.
Salvador Allende afirmaba que «ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica.» Desde mi perspectiva liberal, reconozco los sólidos ideales humanistas que sustentan muchos de los principios del gobierno actual, orientados al progreso de México. Sin embargo, para trascender y avanzar hacia un verdadero desarrollo, es esencial que dejemos atrás los intereses puramente políticos y adoptemos políticas de Estado que busquen el bien común. Confío en que la Presidenta de la República, sensible a las demandas ciudadanas, sabrá considerar la importancia del INAI, pues es evidente que la protección de la información pública y privada es vital para el futuro del país.
La creación y el fortalecimiento del INAI han sido logros invaluables para la construcción de un México más transparente y seguro, en el que la ciudadanía cuenta con herramientas efectivas para la vigilancia del poder y la protección de sus derechos. Esta institución no solo promueve la autonomía ciudadana y la democracia participativa, sino que también genera un clima de confianza esencial para una gobernanza sana. Para los representantes políticos, es una oportunidad de conectar con el pueblo en torno a temas que atañen a todos los sectores y a todas las generaciones. La posibilidad de conocer y controlar la información pública no es una dádiva, sino un derecho. Mantener un órgano independiente que defienda este derecho y la protección de los datos personales refuerza la seguridad, la transparencia y, sobre todo, la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.
En el panorama internacional, otros países han reforzado sus órganos de transparencia y protección de datos, logrando un mayor respeto por parte de sus ciudadanos y una posición estratégica en la economía global. La Unión Europea, con el RGPD, ha marcado un estándar global que hoy representa un valor añadido para empresas y ciudadanos por igual. Japón y Corea del Sur también han comprendido que un marco regulatorio robusto y confiable es vital para proteger su economía digital y su soberanía. Siguiendo estos modelos, México tiene la oportunidad de integrarse aún más al panorama global y atraer inversiones que buscan contextos seguros y respetuosos de los derechos digitales. Al observar estos ejemplos, se hace evidente que el INAI no solo beneficia a México internamente, sino que posiciona al país como un socio confiable en la economía global.
Un ejemplo claro del impacto positivo que genera el INAI se encuentra en la Plataforma Nacional de Transparencia. Esta herramienta permite a cualquier persona en México acceder a información pública de manera sencilla, propiciando que los ciudadanos participen activamente en la gobernanza y se informen para tomar mejores decisiones. Este acceso representa una victoria para la democracia, pero también para los servidores públicos que desean construir una administración pública sólida y cercana a la gente. La confianza ciudadana, tan difícil de obtener y tan fácil de perder, se ha consolidado en parte gracias a la labor del INAI y de su compromiso con una administración pública transparente. Los funcionarios electos pueden ver en el INAI un aliado, una institución que respalda la legitimidad de su trabajo y les permite conectar de manera auténtica con los mexicanos.
La protección de datos personales no puede ser simplemente reactiva, basada en respuestas ante incidentes de ciberseguridad o ciberdefensa. En un mundo donde los datos se han convertido en uno de los recursos más valiosos, la gestión y protección de esta información requieren un enfoque proactivo e integral que abarque tanto la economía digital como la seguridad de las infraestructuras críticas y los derechos humanos. México necesita un órgano que no solo actúe ante los riesgos, sino que anticipe y acompañe los avances en los proyectos de economía digital, un sector que crece exponencialmente y que ofrece una oportunidad de desarrollo único para el país.
La globalización de los datos personales y la digitalización de la economía exigen una visión integral en la que México pueda integrarse de forma fluida y segura en los flujos transfronterizos de datos, facilitando, por ejemplo, pagos transfronterizos y el comercio digital. Para asegurar el éxito de estos proyectos, el acompañamiento de una autoridad experta y autónoma en protección de datos es fundamental. Solo a través de un órgano especializado, como el INAI, se pueden construir las salvaguardas necesarias para que estos flujos de información cumplan con los estándares de seguridad y respeten los derechos de los ciudadanos, proyectando a México como un socio confiable en el comercio global.
La economía digital, junto con mercados y servicios en línea, requiere una infraestructura normativa y técnica que permita la interoperabilidad y la confianza entre actores internacionales. En un contexto donde la identidad digital fundacional, el derecho humanitario digital y la soberanía de los datos personales se vuelven elementos esenciales, México debe contar con una entidad autónoma que asegure que los proyectos de identidad digital y servicios electrónicos estén alineados con los más altos estándares globales de privacidad y ética. Así, el país puede posicionarse no solo como un participante, sino como un líder en la integración de estas tecnologías, demostrando su capacidad para proteger a sus ciudadanos y colaborar en un entorno globalizado.
Además, los avances en el ámbito digital también tocan temas de gran relevancia para el desarrollo y los derechos humanos. La protección de datos personales es un pilar no solo para evitar abusos de información, sino también para garantizar que los ciudadanos mantengan su autonomía y libertad en la esfera digital. Un órgano independiente como el INAI puede defender los derechos de los mexicanos ante tecnologías disruptivas y escenarios en los que la privacidad y la seguridad sean desafiadas. Con un enfoque proactivo, el INAI asegura que México esté preparado para enfrentar los riesgos del ciberespacio y para aprovechar las oportunidades que la transformación digital ofrece, promoviendo un desarrollo sostenible y seguro en la economía global.
Recuerdo un breve encuentro con ella en el aeropuerto de Oaxaca, durante su campaña, donde tuve la oportunidad de expresar mi preocupación sobre el futuro del INAI. En aquella ocasión, ella me respondió con amabilidad, asegurando que lo tomaría en cuenta y que «todo estaría bien.» Estoy convencido de que esta misma sensibilidad será compartida por los legisladores de las cámaras y de los estados, para que comprendan que el papel de esta institución es fundamental para todos, independientemente de las diferencias políticas.
El fortalecimiento de una institución como el INAI es fundamental no solo para México, sino para la integración de toda América del Norte en el entorno digital global. A medida que la interdependencia entre México, Estados Unidos y Canadá se estrecha, contar con una entidad que garantice la protección de datos personales y el acceso a la información pública en México contribuye a que la región actúe de manera cohesionada en temas digitales y de ciberseguridad. Esto es vital en un contexto en el que la competencia entre bloques económicos es cada vez más intensa y en el que el bienestar de nuestras poblaciones depende en gran medida de la capacidad de la región para colaborar en ámbitos de seguridad, economía digital y derechos ciudadanos. Un INAI fuerte refuerza la posición de México como un socio confiable y comprometido, mejorando las condiciones para el comercio, la inversión y el intercambio de servicios digitales, y permitiendo que América del Norte mantenga su competitividad y su liderazgo en el escenario global.
El poder de la ciudadanía es permanente, incluso cuando los cargos políticos son efímeros. Las herramientas y los bienes públicos construidos hasta ahora pertenecen a la gente, y su valor radica en el papel transformador que tienen en las vidas de las personas. Las Comisionadas y el Comisionado Presidente del INAI han realizado una labor encomiable, y estoy seguro de que quienes formamos parte de esta institución no buscamos aferrarnos a nuestros puestos, sino asegurar la continuidad de un órgano que, sin importar quién esté al mando, servirá al bienestar de los mexicanos. La única máscara que siempre portaremos es la de la ciudadanía, y por ello debemos luchar para que el gobierno mantenga los mecanismos que garantizan su participación activa en la gobernanza del país, las razones expuestas, son sólo una muestra de aspectos de relevancia, sin embargo, el liderazgo y demás insumos, están a la vista de todas y todos. Hasta la próxima.