LAS FRONTERAS DEL PANEGÍRICO

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Como desollar en cámara lenta

y premunido de ese amor de las cuatro estaciones con los ojos

que van por dentro,  asomando…

A un Girasol, a su cuerpo,

a ese Girasol más grande

que los que viven plantados en tierra

Para volver a plantarlo,

Así, la despojo de esos muchos vestidos

Uno tras otro como capas de cebolla

Para finalmente ponerla a flor de piel

con su frío de verano

entregada a todas las músicas

hasta que llegan los cuerpos como enredaderas

invisibles

a pesar que ella ve en la oscuridad

a pesar que ella como buena nictálope

ve en la oscuridad, en la suya y en la mía

blanqueándolas en el próximo beso,

segundo a segundo

cuando llueven pétalos como mandalas secretas

y ella mojada y yo untando como quien esparce

en toda su piel el sudor

lágrimas festivas

y ella besando fuego

aterrizada en un desmayo

y yo haciendo de los soplidos un volver

a cierta realidad

y yo más dentro que nunca

como en un cañon sin fondo, abrigado

también por su voz grave que baja un tono, dos

mientras se acerca una lava azul

que sale

por el nacimiento de sus pieles por donde

camina multiplicándose mis manos

y clavándole la mirada

con todas las pasiones encendidas

y luego la cabalgata en un precipicio

donde la palabra placer fue la primera

de un antiguo código arábico que ya no existe

por haberla superado,

y la película se repite

con los relojes al revés

con nuestros cuerpos girando con la luna amarilla

y el sol blanco

con los temblores como pálpitos y latidos

a corazón abierto

marcando al paso, ya tarde porque ya corremos en esa marathón

tan deseada que está por llegar a su fin

para caminar de la mano

sin dejar de hacer de esa manera,

caminando, tomados de la mano

en una de las formas, que,

también, tenemos de hacer el amor,

cuando todos nuestros actos nos conducen sin timón alguno, nuevamente

a camas otra vez invisibles,

donde hablamos, sonreímos, soñamos, comemos

haciendo del etcétera y de los paréntesis

nuestros más fieles aliados

mientras la clandestinidad nos amuralla,

pero igual

disolvemos todo elemento extraño

que es rápidamente expulsado

de este paraíso construido

pieza a pieza,

a la espera de dar el golpe final

para la libertad, y ya vestidos

caminar por las calles y también

surcando mares, hechos para nosotros.