Mundo pequeño
A veces pienso que, si escribo de las cosas que conozco, la gente se aburrirá, que no será interesante, y más en estos días en los que ando con el modo automático encendido y con un dolor de cabeza que tritura sienes.
Quisiera que otras cosas me encontraran, como la sonrisa del señor Sánchez, o un poema escrito en cualquier pared de esta cuidad cada vez más fría o algo.
Pero ese algo, últimamente es oscuro y me deja vacía. Porque lo único que me agarra son estás ganas de correr y correr, de que el reloj no marque las once, de que el día de descanso sea eterno y cerrar los ojos y que no amanezca.
Es posible que la jornada laboral que, de pronto, se torna interminable o que son tantos los pendientes que olvido comer o ir al sanitario.
Además, cada vez que subo al autobús, el calosfrío me recorre, los poros de la sangre se dilatan, los nervios se alteran y no es un trayecto largo el que recorro, pero, a veces, en lo único que pienso es en bajar.
Llegar, tocar tierra, aterrizar los pensamientos y que el ajetreo de mi día a día sea pacifico, porque de pronto, me ocupa la pronunciación de mi inglés en nefasto y el aumento de mi temperatura corporal, sin embargo, cada vez que la reviso normal: 36.6 marca el termómetro y estoy dentro del parámetro de lo aceptable.
Salvo que siento que mi rededor ha colapsado.
Entonces, respiro y me tranquilizo o eso intento cada que siento que el control me abandona. No quiero terminar en un ataque de risa o de histeria.
Hoy, por ejemplo, me mandaron al supermercado a comprar café y de pronto me hallé perdida entre los estantes, fue un momento caótico, sentí que todo me daba vueltas.
Tuve miedo de hacerme pequeña y de caer en un agujero interminable y hallarme frente a una puerta donde el mundo pudiese ser al revés o de encontrarme al ratón vaquero apuntándome con sus pistolas, para gritarme que despertara; después de esa visión extraña bajé los hombros y regresé porque no puede recordar lo que buscaba.
Después de todo, hay días en los que sólo quisiera andar en bicicleta y que la brisa me desaliñe el cabello.
2022