Navideños
Navidad sin ti
¿De qué sirve la copiosa cena,
el espíritu comercial de los regalos,
si decidiste evitar mi saludo,
mi franco deseo de un buen año?
Si ya no crees en la magia
ni en la candidez de los pastores.
Si hace mucho abandonaste la idea
de la humildad y la lejana Galilea.
¿Para qué molestarte en estas fechas?
Destina tu tiempo y tu decoro
a guardar con férreo celo tus tesoros,
que los tendrás de pura paz y conciencia.
Porque el que es bueno, es bueno,
sin que nadie le limite la decencia,
sólo digo que al oír las campanadas
recuerdes si a alguien dejaste en el olvido
y al menos implores que esté vivo.
Brindis
La espumita asciende por el vidrio, promete explosión de risas. Su color dorado con todo combina y el cristal deseoso de su alegría, la estrecha y convierte en un suspiro, un deseo, una dicha. Otros no conocemos esa algarabía y nuestro proceder juicioso nos empaña el brindis, esa lista de vanidades disfrazadas, momentos de poder para el que anuncia que tiene de su lado la fama y la fortuna. Yo pido que tu ventura sea sincera, que nunca te veas en los ojos de la miseria. Amor y prosperidad en tu faena. Amigos, confianza en la Tierra Buena. Brindo de palabra, honesta, aunque no pueda alzar la copa llena.