NOS URGE UNA DESINTOXICACIÓN DIGITAL

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Estamos inmersos en una cultura de estrés y de estimulación acelerada. Con el nuevo siglo, vienen ganando terreno múltiples actividades que han  menoscabado nuestra capacidad de atención. Somos una sociedad distraída en lo superfluo y ajena a las profundidades de lo realmente importante para la buena marcha de una comunidad civilizada.

Según los expertos en la materia, hemos creado en nuestra cultura < una tormenta perfecta de degradación cognitiva como resultado de la distracción >

En estos tiempos de incertidumbre, el mundo es cada vez más complejo, por ello, se requiere de una concentración sostenida que facilite su comprensión para una eficiente toma de decisiones en el día a día. Ello hace imperativo, detenernos a reflexionar para hacer las consideraciones pertinentes y adentrarnos a las profundidades de la agenda social y política.

Estadísticas señalan que los adolescentes solo son capaces de concentrarse en una tarea durante no más de un minuto, mientras que los adultos apenas pueden aguantar tres minutos. Otros estudios revelan que si uno está concentrado en algo y le interrumpen, necesitará en promedio 23 minutos para volver al mismo estado de concentración.

Las actividades que requieren concentración prolongada como la lectura de un libro, llevan años en caída libre. No es novedad el saber que México es uno de los países del grupo de los 20 en donde menos se lee.

Hoy se pudiera concluir, que si pasamos el tiempo alternando nuestro tiempo como si fuera un circo de tres pistas,  seremos más lentos, cometeremos más errores, nuestra creatividad será menor y recordaremos menos lo que hacemos. Es un mito eso de nuestra capacidad multitask, estamos sacrificando calidad del análisis por velocidad en abarcar más temas a la vez, pero como dice el refrán: < el que mucho abarca, poco aprieta >,

Tal pareciera como si viniéramos conduciendo nuestro vehículo en una carretera sinuosa, muy transitada, por una zona rural con cruce frecuente de ganado, muchos baches, sin una señalización útil, además, con lluvia y por si eso fuera poco, con los limpiadores averiados con unas escobillas desgastadas que no despejan el parabrisas limitando nuestra visión y poniéndonos en alto riesgo. A cambio, con espejos retrovisores limpios que nos dejan ver de donde venimos, en que tormenta perfecta estamos inmersos, pero que no tenemos una visión clara de nuestro destino.

No somos ajenos a los momentos difíciles e inéditos que viven los mexicanos. La democracia exige que la población sea capaz de prestar atención durante el tiempo suficiente como para identificar problemas reales, para distinguirlos de fantasías, para encontrar soluciones y exigir responsabilidades a sus líderes si estos no las aplican. Si perdemos eso, perdemos nuestra capacidad de contar con una sociedad plenamente operativa. No es casual que esta crisis de atención coincida en el tiempo con la peor crisis de la democracia desde la década de 1930. La gente que no es capaz de concentrarse es más proclive a sentirse atraída por soluciones autoritarias, simplistas, populistas y es menos probable que se percate de que no funcionan. Un mundo lleno de ciudadanos privados de atención que combinan Twitter con Snapchat será un mundo de crisis encadenadas en que no seremos capaces de afrontar ninguna de ellas.

Cuanta más información incorporas, menos tiempo tiene la gente para concentrarse en un elemento informativo concreto. Mientras hace medio siglo la lentitud en la que se movían y llegaban las noticias nos dejaba tiempo para darle el golpe a las primeras planas, hoy, apenas y nos enteramos superficialmente del pulso de la sociedad y además contaminados por un arsenal de fake news.

2023 es un año de elecciones en el Edomex, cuyo resultado, definirá el rumbo del país, al menos hasta 2030. Es necesario que ajustemos el paso y el ritmo de nuestro día a día, para darnos el tiempo de analizar las ofertas políticas, contrastarlas, evaluar la seriedad y congruencia de los contendientes y no dejar al hígado o al destino, el futuro de México.