Notas a Marisol de la Cadena I

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Durante las siguientes semanas, podremos ocuparnos de un asunto con mucho fondo y relevancia en la actual realidad peruana: el mestizaje. Antes que nada, vale la aclaración de que lo señalado a continuación es el fruto de pulir algunas notas tomadas a un brillante artículo académico publicado por la antropóloga peruana Marisol de la Cadena (1957) en 2006. El texto se titula ¿son los mestizos híbridos?, y su cometido es echar luz sobre las políticas raciales que rigen el estatus de los mestizos e indígenas del Perú para comprender qué tantos resquicios del pasado (no muy favorable para estas ¨razas¨) quedan en ambas palabras a día de hoy; y con eso, entender la actualidad de manera más coherente.

En ese sentido, empecemos diciendo que mestizo en un contexto peruano, es toda persona no puramente indígena, que nace en el seno de la mezcla entre culturas prehispánicas con hispánicas. Fue, también, el fruto de mezclar pureza con impureza según las normas de la fe. Por otra parte, mestizaje, podría considerarse como el proceso social en el que esta mezcla se ha hecho efectiva y concreta, en el que tradiciones y costumbres de ambas culturas han separado al indígena de su ¨pureza¨ de raza y de costumbres, al chocar con la pureza de las normas de la fe, en un sincretismo casi siempre en detrimento del indio. 

Tras lo anterior nos damos cuenta de algo: los términos mestizo y mestizaje tienen dentro de sí una doble hibridez, como sostiene la autora. Es decir, que ambos sirven para delimitar que ni el mestizo ni el mestizaje son asuntos puramente hispánicos ni puramente cristianos en cuanto a su credo. Sirven, en suma, para delimitar con claridad que la pureza aparente de los mestizos no debe ser confundida. Este es el centro del asunto, que el mestizaje peruano y prácticamente el de cualquier país iberoamericano, en el fondo es un problema sociológico antiquísimo que funciona por valores exactos de pureza.

Aquella doble hibridez, es la que imposibilita que el individuo de sangre hispánica e indígena pueda ser puramente hispánico, por lo que, bajo una lógica de valores exactos, todo mestizo en el fondo es un indígena. Incluso los mismos mestizos que acusan y discriminan al indígena de no tener pureza alguna y de ser un lastre para la sociedad, paradójicamente. Y es a la vez, el condicionante responsable de que el proceso y fenómeno del mestizaje en el Perú, haya sido un sincretismo fracasado que con los años no ha hecho más que separar al país en grupos que se tienen un infinito resentimiento.

Las causas de esto son muchas y ninguna parece segura, pero es claro que todo mestizo es taxonómicamente inferior al ibérico y, paradójicamente, todo indígena inferior al mestizo. Pero si tuviésemos que dar fe a alguna causa para explicar el asunto, la idea de que las ciencias biológicas coloniales se las ingeniaron para entrelazar los postulados religiosos con los científicos, en lugar de abolir las taxonomías jerárquicas de superioridad e inferioridad y sustituirlas por el concepto de fenotipo, bajo el cual ninguna composición genética es superior o más privilegiada que las otras. 

En síntesis, hasta aquí puede decirse, que las palabras mestizo y mestizaje fueron dos términos doblemente reforzados para establecer diferencias muy claras entre pureza e impureza, y que de alguna forma esto sigue sucediendo en la actualidad peruana con el grandísimo índice de racismo que tiene el país. Que de alguna u otra forma, todos los peruanos somos preponderantemente indígenas y abundan las razones para estar orgullosos por eso. Que mestizo puede ser un término tan normal como despectivo -como la palabra serrano-. Y que esta palabra, en suma, es un gremio de significados, un montón de perspectivas fundidas, un crisol de todas las luces y penumbras de este país y continentes únicos.