PORQUÉ LEER LA MONTAÑA MÁGICA

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El tiempo no es una cosa que pase, sino una esencia en la que se vive. Thomas Mann.

 

 

Hemos llegado al medio tiempo de este caótico y tremendo 2024, al tiempo que hemos empezado a disfrutar del verano, de las vacaciones para los estudiantes y de una especie de tregua a manera de relax.

Les propongo que nos regalemos la lectura de un libro  que está cumpliendo un siglo desde que se dio a conocer, me refiero a la obra maestra del Premio Nobel de Literatura 1929, Thomas Mann, «La Montaña Mágica», que me parece de lectura imprescindible principalmente para los jóvenes de hoy en día.

Publicada por primera vez en 1924, ha perdurado en el tiempo por su profundidad temática y su brillante estilo literario. Ambientada en un sanatorio en los Alpes suizos, la historia sigue a un joven ingeniero que visita a su primo en busca de descanso, pero se ve atrapado en un mundo completamente diferente al que está acostumbrado. A lo largo de la novela, Mann explora temas como la espiritualidad, la búsqueda de significado, la enfermedad y el tiempo, desafiando al lector a reflexionar sobre su propia existencia.

Nos obsequia un fascinante análisis filosófico a través de dos personajes principales: Settembrini y Naphta. Estos dos filósofos representan perspectivas opuestas sobre la vida y la existencia, y a través de sus debates y diálogos, el autor nos invita a reflexionar sobre cuestiones fundamentales.

Por un lado, Settembrini encarna el humanismo, la razón y la luz. Es un defensor de la ciencia, la educación y la libertad individual. Su enfoque racionalista y optimista ante la vida lo lleva a adoptar posiciones claras y firmes, despreciando la superstición y la irracionalidad. Settembrini promueve la búsqueda de la verdad, el progreso y la emancipación del ser humano a través del pensamiento crítico y la educación.

Por otro lado, Naphta personifica la oscuridad, el nihilismo y la desesperación. Es un intelectual brillante pero atormentado, que encuentra en la filosofía pesimista y en la teología negativa una vía de escape a la realidad. Para Naphta, la vida es caos, sufrimiento y absurdo, y no ve más salida que renunciar a la razón y abrazar la irracionalidad y la fe ciega. Su visión trágica del mundo lo lleva a una lucha constante entre su intelecto agudo y su corazón atormentado.

Al analizar estas dos perspectivas filosóficas representadas por Settembrini y Naphta, podemos extraer varias lecciones sobre la condición humana. En primer lugar, nos enfrentamos al eterno debate entre la razón y la fe, entre la luz y la oscuridad. Mann nos muestra que el ser humano es un ser complejo, atrapado entre la necesidad de comprender el mundo a través de la razón y la búsqueda de significado a través de la fe.

En un mundo lleno de incertidumbre y cambio, la sabiduría de Settembrini y la profundidad de Naphta nos recuerdan la importancia de buscar el sentido en medio de la complejidad y el caos de la vida.

El prestigioso autor Hermann Hesse, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1946, una vez expresó su admiración por La Montaña Mágica al afirmar que la novela representa «un viaje fascinante a las profundidades de la psique humana, donde la enfermedad y la búsqueda de significado se entrelazan de manera magistral». Hesse elogió la habilidad de Mann para explorar las complejidades de la condición humana a través de los personajes y situaciones de la novela.

Por su parte, Franz Kafka, conocido por su estilo único y surrealista, describió La Montaña Mágica como una obra que «cuestiona las normas sociales y la moral establecida, desafiando al lector a reflexionar sobre su propio sentido de la realidad y la existencia». Kafka destacó la profundidad filosófica y existencial presente en la novela de Mann, y cómo esta provoca una profunda inquietud en el lector al enfrentarse a temas universales como la muerte, el tiempo y el propósito de la vida.

También, Milan Kundera, autor de «La insoportable levedad del ser». Kundera elogió la riqueza narrativa y la complejidad psicológica de los personajes de Mann, manifestó que la novela es «un laberinto literario que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y las contradicciones inherentes a la condición humana».

Jorge Luis Borges, admiraba profundamente la obra de Mann, principalmente «La montaña mágica». El renombrado escritor argentino, elogiaba la complejidad y profundidad de la novela, así como la habilidad del escritor alemán para explorar temas filosóficos y existenciales de una manera magistral. La riqueza de la narrativa y la profundidad de los personajes eran aspectos que Borges destacaba en su análisis de la obra.

Nuestro Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990, también mostraba gran aprecio por «La montaña mágica». El poeta y ensayista mexicano destacaba la atmósfera opresiva y enigmática que Mann logra crear en la novela, así como la reflexión sobre la condición humana y la vida en sociedad que se desprende de la trama.

Mario Vargas Llosa, el premio Nobel de Literatura 2010, reconocía a «La montaña mágica» como una obra maestra de la literatura universal. El peruano elogiaba la profundidad psicológica de los personajes, la riqueza de la prosa y la precisión en la exploración de ideas. Para él, la novela del alemán era un ejemplo supremo de la literatura que desafiaba al lector a reflexionar sobre cuestiones fundamentales de la existencia.

Anímense a hincarle el diente a esta obra de más de 1,200 páginas que bien se pudieran engullir a un ritmo de 200 por mes. Le garantizo que usted será otro para el 2025.