REQUIEM POR UN TANGO (Cualquiera es un señor)
Era mi sol amarillo y luego de colores
en esa infancia que desataste al sonreír,
hasta tu última traición maleva y arrabalera
camaradas, compañeros de mil cuitas
nunca nos preguntábamos nada
y siempre golpeábamos fuerte
como si siempre fuera la ópera prima
la celebración con Audis
y el vértigo de la madrugada sin reloj
o cuando ya no se sabe dónde está uno
pues nunca nos importó
Y terminaste siendo una caricatura
Cuando a cierta edad el cannon nos
Sopla al oído un
eso no se hace
Y empezaste a bailar ese tango que no se baila
Con tacos ni escotes ni bocas pintadas ni melenas turbias
Ese tango se baila en silencio, sólo con la mirada
Esa que va advirtiendo
La próxima tormenta
Cuando en proa ya se sabe que será la última
Así fue que tuve que matarte para que no me mates ni te mates, ni nos mates,
Me adelanté, fiel a cierto olfato
Que da el bailar hasta dormido
Y así fue también que empezaste
A pestañear raro
A caminar como quien patina para no ser escuchada
Y te olvidaste de mis ojos multiplicados
Y mi voz rota grita hacia adentro
Como el último aliento de ese bandoneón viejo
Que respira mal por sus fuelles
Y el manual me decía que tenía que matarte para que sobrevivas
Y la letra dice que nunca te volví a mirar
Como en los tiempos del mísero ratón
Emperrechinados por ser gatos
Como los muchachos de antes
Y hoy que te recuerdo desde muy lejos,
También se me olvidó tu nombre
Te borraste de mis sienes
Y te mandé al cementerio
Yo nunca te maté.
Te metiste en esa tumba
Que bota humo y que te hizo tan feliz,
Porque los crímenes al camarada
No los perdona ningún confesionario
Ninguna religión
Ninguna cantina
Ninguna casa de citas
Y Ninguna flor artera
Y de todas las muertes escogiste mi olvido
Y me canto a mí mismo
Como el norteamericano
Para limpiarme las manos
Y poder así
Volver a peinarme
Los milagros
Que todos tenemos en la cabeza
Y que pocos encontramos
hasta decir,
amén,
en lugar
de cualquier otra cosa.