+Se calientan los ánimos en UAEMéx por la sucesión; las lecciones de los incendios forestales y urbanos en Los Ángeles

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La frase:

Una sola chispa puede prender fuego a un bosque.

CHARLES BUKOWSKI

Se calientan los ánimos en la UAEMéx

El martes, al mediodíacorrió como reguero de pólvora la versión de que la Universidad Autónoma del Estado de México publicaría la convocatoria respectiva para la elección de Rector o Rectora con la que se relevará al presidente del Consejo Universitario, máximo poder de esa institución.

Se trató simplemente de un rumor, y aunque incluso algunos que se fueron con la finta y ya hasta tenían todo listo para presentar su renuncia al cargo que actualmente ocupan para ir en búsqueda de esa posición, lo cierto es que nada ocurrió, al menos algo contundente y preciso.

Sin embargo, para nadie es un misterio que esa convocatoria está por salir, por hacerse pública, y entonces sí la Máxima Casa de Estudios del Estado de México entrará en uno de sus procesos políticos más importantes, porque, aunque se quiera manejar de otra forma más amable, esa elección es un proceso político como tal, y en el mismo participan cientos de fuerzas que pugnan por sus propios intereses.

Qué bueno que la elección de Rector se realiza sólo cada cuatro años, porque hacerlo más seguido sería todo un desgaste que alejaría a esa centenaria institución de sus objetivos prioritarios, que son la difusión y enseñanza de la ciencia y la cultura, y no la grilla.

Aspirantes hay muchos y muchas, posibilidades hay para todos, aunque hay quienes creen, con cierta sabiduría, que éste es tiempo de mujeres, y que como tal serán ellas quienes lleven mano, y a final de cuentas, una de ese género, será factor determinante para trazar el rumbo de los próximos cuatro años en la Universidad Autónoma del Estado de México.

Ojalá que la comunidad universitaria –alumnos, académicos y trabajadores administrativos— estén debidamente preparados para enfrentar este reto, y salgan fortalecidos, no divididos.

La sucesión en la UAEMéx.

Las lecciones de los incendios forestales de California

Los terribles incendios forestales que se enfrentan en el estado de CaliforniaEstados Unidos de Américadeberían dejarnos varios aprendizajes que bien podríamos aprovechar, sobre todo en materia ambiental y de cooperación internacional.

De acuerdo a los últimos reportes, y con cifras conservadoras, se habla ya de más de 2 mil hectáreas de terrenos arrasadas por el fuego, alrededor de 15 personas localizadas que perdieron la vida a causa del efecto del fuego, y millones de dólares en pérdidas materiales que ni las aseguradoras más grandes de esa nación están dispuestas a enfrentar en pagos.

La destrucción es total en esa parte de California, y pasarán muchos años para que se concrete un plan de recuperación, el cual, por cierto, hasta el momento no ha sido ni diseñado incipientemente por la autoridad federal o estatal del país del norte.

Son miles de horas de transmisión que se han realizado a través de medios informativos formales y muchas más por las redes sociales de internet, en las cuales se documenta, o se intenta documentar, el tamaño de esa tragedia que sigue viva y causando destrucción y muertes.

Especialistas de la Comisión Nacional y del Ejército Mexicano llegaron ya a esas tierras californianas a tratar de ayudar a los combatientes de incendios que Estados Unidos movilizó, muchos de ellos, por cierto, de origen mexicano y varios que no cuentan con una residencia oficial en esa nación; es decir, son migrantes ilegales.

Sin embargo, las emergencias no conocen límites territoriales, es tiempo de ayudar, de apoyar, y de tratar de apagar el fuego que cada hora amenaza con extenderse y causar más daños materiales y humanos.

Si bien es cierto que la autoridad estadounidense ha dado muestras de organización y una eficiente logística para evacuar a miles de personas de la zona afectada y que sigue en riesgo, aún falta mucho por hacer para controlar esa conflagración que nadie sabe cómo comenzó y menos se tiene certeza de cómo vaya a terminar.

Lo que es un hecho es que fue provocado. Cifras internacionales proporcionadas por agencias especializadas en la prevención, control y combate de incendios forestales nos dicen que el 99.5 por ciento de los incendios que ocurren en zonas forestales tienen un origen humano; es decir, que hubo alguien que provocó ese fuego, y ya luego cómo y por qué se extienda, tiene muchos motivos y causas, pero el origen siempre es el mismo.

En ese sentido, deberíamos aprender que la prevención es la única alternativa para evitar esos incendios que tanto daño causan al mundo, porque se trata de un problema de niveles globales. Un incendio en bosque daña directa e indirectamente a miles de personas, pues tarde o temprano el humo subirá a la atmósfera y llegará a capas de ésta que harán que esos materiales afecten también la salud de cientos, tal vez miles.

La presencia de seres humanos en zonas boscosas siempre será un riesgo para los árboles, más todavía cuando existe una convivencia directa y constante entre el hombre y los bosques, como es el caso de California, zona densamente poblada, y donde la construcción de viviendas, residencias, se ha convertido en un deporte de alto riesgo.

Todavía en países subdesarrollados, como México, existen limitantes para la construcción de viviendas en zonas de cierta altitud con relación al nivel del mar, pero ese no es el caso de California, pues ahí entre más alto vivan las estrellas de cine mayor es su nivel socioeconómico. Ese tipo de personas buscan exclusividad, y así la demuestran, por eso las zonas residenciales siempre son las más apartadas en esas latitudes.

Pero esa forma de vida parte o temprano cobra, pues entre más alto sitúen sus residencias mayores serán los riesgos, pues el fuego es sólo uno de muchos factores de riesgo que hay que tomar en cuenta. En México, por el contrario, la pobreza es un factor que causa mayores incidencias de riesgo, y así lo hechos comprobado en amplias zonas urbanizadas o a medio urbanizar del Valle de México, donde las montañas y las lluvias son sinónimo de deslaves que se llevan muchas veces a los que ahí viven.

Por lo que hace a las acciones puestas en marcha en apoyo de la población que hoy está afectada por la catástrofe del fuego, habría que analizar qué tan preparados estamos como humanidad para hacer frente a este tipo de incidentes, y si se revisa con calma, por más que sea el desarrollo de ese tipo de naciones, como los Estados Unidos de América, la verdad es que ante este tipo de contingencias siempre nos quedaremos cortos.

Las lecciones de los incendios.

En la zona en conflagración actúan ahora mismo cientos de combatientes, tanto de los equipos de bomberos, que hay que recordar que en Estados Unidos son corporaciones particulares; es decir que no pertenecen a ningún tipo de gobierno, como instituciones también de la iniciativa privada como Cruz Roja Internacional, y las corporaciones policíacas locales y federales.

Todas estas instituciones cuentan con lo más avanzado de la tecnología para la protección de sus integrantes como para el combate de incendios, pero ni en uno ni en otro caso es suficiente, pues la furia del fuego, sobre todo cuando se acompaña de fuertes ráfagas de viento, como es el caso, hacen que se provoque la tormenta perfecta para que el fuego arrase todo a su paso.

Primero, tendríamos que aprender que no hay opción más que prevenir, luego, avanzar en la capacitación de las corporaciones dedicadas al control y combate de incendios, y, tercero, hacer del castigo a quienes provocan incendios una actitud mucho más fuerte y con consecuencias que dejen huella. Hay quien opina que quien destruye un bosque debería ser sujeto a pena de muerte, y en eso podríamos estar de acuerdo, aunque en naciones como la nuestra si no se aplica una pena así, rigorista, extrema, a quien priva de la vida a otro ser humano, menos estamos en condiciones de sancionar fuertemente a quien le prende fuego a un bosque.

Finalmente, habría que decir que ni siquiera el gobierno más poderoso del mundo ha sido capaz de combatir eficientemente el fuego en la zona afectada, y no ha de ser por falta de ganas o de dinero, porque eso le sobra al estadounidense, pero el fuego en los bosques implica la necesidad de una respuesta rápida y eficiente, con técnicas y tecnología que aún no se ha desarrollado, lo que, en buena medida, iguala a la humanidad ante las tragedias y demuestra que en asuntos como este no tenemos una capacidad del 100 por ciento para responder.

Hagamos votos porque la naturaleza nos ayude nuevamente con este problema y llueva, se calmen los vientos, y haya mayores posibilidades de enfrentar con eficacia esta situación que hoy está en California, Estados Unidos, pero que dentro de unos meses, lamentablemente, estará también afectándonos en esta región del país, específicamente en el Estado de México, donde tan solo el año anterior se registraron más de mil 300 incendios, con lamentables consecuencias ambientales.