SEGUIRÁN LOS DESLAMADOS A PESAR DE QUE SE SUPERE EL SUBDESARROLLO: RODRÍGUEZ MONEGAL

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Maestro de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Yale, colaborador del inolvidable semanario Marcha de Carlos Quijano, de las revistas Sur, Plural, Vuelta y de la Revista Iberoamericana, además de director y fundador de la revista Mundo nuevo 1966-1968 en París, que sirvió para consolidar el Boom de la Narrativa Latinoamericana. Nació en Melo, Uruguay, falleció el 14 de noviembre de 1985 en New Haven, Connecticut, Estados Unidos.

Emir Rodríguez Monegal es uno de los críticos de literatura que por sus conocimientos se ha vuelto inolvidable y esencial dentro del panorama literario.

Lo tengo frente a mí, en ocasión de integrar el jurado del Premio Novela México, convocado por Luis Guillermo Piazza, que ganó el escritor mexicano Fernando del Paso con Palinuro de México en 1975una novela de más de mil cuartillas en su original. Acepta la entrevista, estamos en el hotel San Francisco, frente a la inconfundible parroquia de San Miguel Arcángel, en San Miguel de Allende, Guanajuato, debido a que la editorial convocante, Novaro, decidió sacarlos del DFen aquel entonces, y realizar una gira por Zacatecas, Guanajuato y el retorno a la ciudad de México para dar su fallo, junto con él, fueron jurados José Bianco, novelista argentino y Juan Carlos Onetti, el autor uruguayo, ambos ya fallecidos, lo cuestiono:

Cuando Latinoamérica supere el subdesarrollo, se dejarán de escribir novelas políticas

No. No me parece. Es posible, porque si América supera el subdesarrollo estará en la condición de Estados Unidos o de la URSS, en donde hacen falta muchas novelas políticas. Además, la política como indica su propia etimología, tiene que ver con la vida del hombre de la ciudad, entonces siempre se va a dar el conflicto. No concibo que usted crea que cuando se supere el subdesarrollo vamos a ser, todos, buenas personas, vamos a ser los mismos deslamados.

¿El novelista puede utilizar métodos científicos para investigar la realidad?

Si, lo que pasa es que generalmente el novelista tiene muy poca ciencia. Hace unos días se hizo el debate de las dos culturas: el avance de la ciencia que permitió  al hombre ir a la luna y el estancamiento de la literatura, nosotros podemos hacer mejores sillas, mejores inodoros o mejores autos, pero no podemos hacer mejores novelas  en ese sentido, porque El Quijote es insuperable, no hay ninguna novela contemporánea que sea mejor y la tecnología de Cervantes era mucho muy primitiva.

Quién así contesta es el crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal, actual profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Yale, quien a solicitud especial accedió a hablar de diversos tópicos de la literatura actual, Con voz pausada, con su docta sabiduría y un pensamiento claro, Emir fue poniendo uno a uno los puntos sobre las íes.

¿La literatura en la actualidad debe ser una investigación de la realidad?

Siempre es, porque funciona sobre un elemento real que es el lenguaje.

El lenguaje no es de nadie, es de todos. El lenguaje  es un sistema codificado por medio del cual nos comunicamos, parte de la realidad o sea que aunque queramos no hacer lo hacemos.

Es una investigación de la realidad en el sentido de que el escritor  es un privilegiado porque para él el lenguaje es una realidad viva.

Asimismo la transformación del lenguaje lleva la transformación de la realidad, eso cuando se es un buen escritor, porque los hay que no hacen más que clichés que ya han hecho todo y entonces, no hay transformación.

Cuando el escritor no transforma el lenguaje se produce el peligro de la literatura comprometida, que puede ser nada más que la devolución, casi el vómito de los slogans que recibió el escritor y entonces, eso no produce ningún efecto, porque uno lee el libro y  ya sabe lo que sabía antes de hacerlo. La transformación se da cuando el lector descubre, a través de una manera distinta de decir, capas de la realidad que no estaban ni en el periódico, ni en la radio ni en la TV.

 

Conexiones Ciencia Arte

 

¿Existe una conexión entre la Ciencia y el Arte?

Sí, pero diría que a nivel mental. La misma cabeza  que produce ciencia produce arte. La diferencia  es en cuanto al objetivo: la ciencia se propone un análisis de la realidad que puede ser reducible a leyes y a fórmulas, en cambio en la literatura eso no funciona, porque si esta se reduce a fórmulas se pierde la realidad. En la literatura uno puede hacer una obra que esté totalmente equivocada en cuanto a sus reglas y principios y sigue siendo válida, lo que la hace ser así, no es su información científica, no su manera de presentar esa información.

¿Qué percepción de la realidad tiene el arte?

No quiero decir que la recepción del arte sea mejor, sino que es distinta, por ello, no me confiaría a subir a ningún ascensor  construido por un novelista, prefiero subir por la escalera ¿no?,  (sonríe) y si me dicen que la novela fue escrita por un ascensorista, prefiero leer a Cervantes que no conocía los ascensores.

 

El Ensayo en Latinoamérica

 

En la visión particular de Emir Rodríguez Monegal, ¿Cómo está considerado el ensayo en la actualidad en América Latina?

Es un género que no tiene gran propaganda, pero que sin embargo se lee mucho. Otros no lo consideran como género porque se lee simplemente para informarse. Si se hiciera una estadística en este momento se vería que se lee más ensayo que ficción en Latinoamérica, es porque hay gran curiosidad por saber cómo es América latina dentro de América Latina. El ensayo proporciona esa posibilidad.

El ensayo literario es más reducido, porque sólo interesa a las personas que tienen afición a la literatura. El más grande ensayista en este momento, sin excluir a ningún país latinoamericano ni a nadie, es Octavio Paz.

Jorge Luis Borges en Argentina, era grande como ensayista hasta hace algunos años y en el pleno de la crítica influyó no sólo en América sino también en Europa. El ensayo corresponde  una función muy importante: crear un espacio crítico.

¿Por qué en la mayoría de las épocas los grandes ensayistas se dan de forma aislada?

Diría que cualquier cosa se da de forma aislada. Hay un ensayo de T. S. Eliot, se llama ¿Qué es un clásico? Trata de determinar por qué ciertos grandes autores aparecen en ciertos momentos y no siempre, entonces explica que para que haya un gran escritor es necesario  que haya un individuo capaz de crear no una cultura a la que el mismo pertenezca sino también que el idioma haya alcanzado un grado de madurez.

En América ha habido grandes ensayistas, por ejemplo; Andrés Bello en Venezuela y Chile, Domingo Faustino Sarmiento en Argentina, José Martí en Estados Unidos y Cuba, Alfonso Reyes, uno de los más extraordinarios ejemplos, de su país, México, Octavio Paz. En Uruguay, mi pequeño país, José Enrique Rodó. Fíjese, de repente tengo que pensar: Bello y Sarmiento es un periodo de 50 años. Digo Rodó José Vasconcelos y es otro. Asimismo el lenguaje  español de Andrés Bello era más español que americano  y con Borges y Paz es más americano que español  y los escritores españoles leen a Borges y Paz, no sólo por lo que dicen sino cómo lo dicen y aprenden a escribir su idioma gracias la ayuda de estos españoles de América.

Entonces¿el ensayo como género literario es una cuestión desfavorecida por la literatura latinoamericana?

No. No diría que desfavorecida sino que es un género más especializado, lo que pasa es que más personas están  dispuestas a comprar un libro de novela que de ensayo. Alguien me decía, ya nadie lee y es al contrario, en esta época todo el mundo está leyendo todo el tiempo, porque no podemos salir a la calle sin que haya 800 mil carteles que nos están proponiendo que nos afeitemos. Vamos al cine y estamos constantemente leyendo, la gente no se da cuenta de cuánto se lee todo el día.

 

La Época que vivimos

 

¿De acuerdo a la época en que vivimos, todavía es válida esta concepción de la literatura que dice: el goce estético, la contemplación abstracta y sublime de lo bello o sea un objeto decorativo y abstracto?

Esa percepción nunca fue real sino en periodos de desafío a la sociedad, las personas que decían eso estaban interesadas en su realidad. Lo que pasa es que siempre hay  en la mente humana la tendencia a oponer así la literatura es o comprometida con el medio social o dedicada a especulaciones estéticas exquisitas.

Pero la realidad y la mente humana son binarias, porque en el momento en que usted establece A o B, se da cuenta de que hay una tercera posibilidad, que no es ni A ni B, eso es lo que será el pensamiento dialéctico.

Con esto, quiero decirle que cuando tratamos de escribir una realidad, partimos de una simplificación y esa simplificación  se va ramificando y sólo una de las líneas continúa ordenada produciendo A, B o C. Hay otra línea que se empieza a desviar hacia los costados y se va ramificando, por eso es que a mí no me parece correcto reducir la literatura a una fórmula o a la otra, Vamos a ver, cuál sería para usted el ejemplo de la literatura más desvinculada de la realidad, dígame un autor, mencione a cualquiera.

Nosotros, abstraídos en la charla, reaccionamos y señalamos: Leopoldo Marechal.

Bien es un ejemplo, usted lee Adán de Buenos Ayres y parece una masturbación, los jóvenes argentinos que se dedican a la poesía y que se pasean por los barrios bajos y hacen una cantidad de tonterías y termina en una especie de sueño para ellos, en que todo parece transformado en alegoría.

Sin embargo Leopoldo Marechal intentó en ese libro, primero: dar testimonio de su generación martinfierristaBorges aparece en uno de los personajes, se llama Luis Pereda en el libro, jugaba mucho, pero tenía una preocupación profunda ante la realidad, preocupación en el caso de él, metafísica.

El propio Marechal en su obra estaba tratando de reivindicar un lenguaje popular que los escritores como Borges usaban sólo para reírse y que él usaba para mostrar su riqueza, en cierta manera un escritor populista  y en cierta manera y esto ya es paradójico (ríe) representaba a un grupo de escritores peronistas que querían acercarse al pueblo.

Ahora usted va a decir cómo se iba a acercar al pueblo una novela de 800 páginas en las que se habla de metafísica. Ese es el problema, lo que pasa y lo vuelvo a repetir. Las novelas no se escriben con fines inmediatos, lo que quiso hacer Marechal fue una literatura populista  para abrir las puertas, por eso Julio Cortázar, cuando salió Adán Buenos Ayres  escribió un artículo señalando lo positivo de esa obra, dejando de lado lo negativo que era ese monstruo aristotélico-tomista que nadie podía digerir.

Así que a veces, en las empresas que parecen más descabelladamente elitistas, hay una raíz y lo que se tomó de Adán Buenos Ayres no fue la filosofía de octava que era muy mala, sino el uso de cierto lenguaje popular que tomó Cortázar y que lo estaba desarrollando al mismo tiempo Juan Carlos Onetti, que después aparece en Mario Benedetti. El le debe mucho a Marechal aún que él mismo, política y estéticamente esté muy lejos.

En la literatura pasa una cosa que Paul Claudel explica en una de sus obras de teatro, El Pecado También Sirve, porque el pecado puede ser para la gente una manera de realizar su conciencia del mal y corregirla, La literatura elitista también sirve, no inmediatamente, pero puede servir en su transformación o usada por otros escritores y convertirse en un elementos de reincorporación a materias populares.

Así que no hay esa oposición, puede haberla, pero de un escrito que afirme una determinada posición elitista, pero hay que ver su obra, es más bien es un problema de circulación de culturas. El ejemplo más claro del folclor se ve en Uruguay, hay una danza que se llama El Pericón y lo ve usted y no sabe que es el baile que hacen los gauchos y sus chinas, sin embargo usted lo ve y es un minuet del siglo XVIII, trasladado al salón del pueblo y transformado en una cosa popular diferente, así la gente más elitista puede ser lo más popular y viceversa.

Como en un juego de fútbol americano o básquetbol, quizá porque ha vivido y a muchos años en estados Unidos, Rodríguez Monegal pide tiempo para tomar líquido ya que estamos a la orilla de una alberca en Taboada, lugar donde habíamos dejado a don José BiancoRodríguez toma también el sol y un respiro. El tiroteo ha estado duro comenta, y reímos de buena gana. Le comentamos también que dan ganas de hablar siempre con una persona como él, que se las sabe de todas todas en la literatura. El sol arrecia y seguimos:

¿Cree usted que en la actualidad ya se ha superado la literatura que busca la identidad?

No creo, ¿en América dice usted?

Sí.

El problema de la identidad nos  va a tener que seguir preocupando mucho porque dependen, simplemente, de que no ha habido una integración nacional. Los países que no se preguntan si son franceses o ingleses, es porque ya pasaron esa etapa.

El problema de la identidad es un problema de la adolescencia, por lo tanto no es un problema de los países que están desarrollados.

Ahora nosotros tenemos ese problema, porque estamos de determinada manera y de repente viene una orden de Washington o de Moscú y ¡zas! El país desaparece. Por ejemplo mi país, pobre país, era un país que nosotros sabíamos que existía y que teníamos una identidad y ahora resulta que los uruguayos han perdido la identidad y el país ha desaparecido, así es de que cómo no va a preocuparnos.

Estados Unidos es un país que vive preocupado por su identidad que ha vivido ocho años allá con el fenómeno Watergate, pero de repente se dieron cuenta los americanos que no eran buenas personas, que eran unos sinvergüenzas y que el presidente era el más sinvergüenza de todos y todos lo habían votado. Así despertaron de un sueño y de una identidad falsa, ello creían que eran los países del sur los sinvergüenzas, pero al fin encontraron que eran ellos, Fue una crisis espantosa y se están tratando de recuperar con el Bicentenario y han sacado a todos los héroes, pero sale igual porque sigue la crisis de identidad,  ahora no saben si son los buenos gringos o los sinvergüenza.

¿Qué avances se han logrado con la crítica literaria en la literatura?

No hay literatura sin crítica literaria, es decir, la noción de literatura supone la noción de un conjunto organizado de obras y quién organiza ese conjunto no son los autores sino los críticos, no quiero decir con esto que lo que hacen esté bien, pero no hay otra manera de realizarlo sino a través de la crítica. De manera que la misma noción de literatura ya presupone la noción de la crítica y ésta no crea la obra, pero sí crea la organización de la obra.

Si no hubiera críticos que relacionaran, digamos Pedro Páramo con una novela de la revolución mexicana o con John Dos Passos o con William Faulkner o con el libro Cien años de soledadPedro Páramo seguiría existiendo y sería el libro más extraordinario del mundo y todo lo que ustedes quieran, pero no habría manera de verlo, o sea lo verían en la visión de cada lector.

¿La crítica latinoamericana se ha independizado de las editoriales?

No sé. Creo que en América Latina existe menos relación entre la crítica y las editoriales que en otros países del mundo, por ejemplo: es increíble el hecho de que casi todas las revistas literarias están financiadas por una u otra editorial y nadie protesta, por ejemplo, la actual compañera de Julio Cortázar, Ugné Karvelis, es directora de la editorial Gallimard y ella al mismo tiempo comenta elogiosamente los libros de esa editorial.

Eso acá yo lo hubiera puesto en la picota, hubiera dicho que esa señora está cobrando por ambos lados, es como la mamá que está elogiando a sus hijos. En Francia, ni porque se considera que los individuos son lo suficientemente independientes como para ejercer dos funciones.

Ahora esto  no quiere decir que esa sea mi opinión, pero quiero decir que es un sistema que no  hemos inventado nosotros y que depende más que nada de los individuos. Personalmente, nunca lo he practicado porque soy un poco del estilo puritano. Si uno publica un libro, mejor que sean otros lo que lo comenten, creo que todo se debe a que lo que a mí me preocupa mucho la independencia del crítico, me preocupa mucho que el crítico no pueda ser sospechoso de intereses particulares, pero esto no quiere decir tampoco que sea una virgen que nunca ha cometido ninguna clase de errores.

No hablamos de los países totalitarios o de organización estatal única, porque en esos ya hay distinción posible, no hay más editorial que la del Estado y la crítica es oficial técnicamente.

 

Recursos del crítico

 

¿Cuáles son los recursos o procedimientos de un crítico?

El crítico es un lector especializado, es el primero afinado a la lectura y luego a la capacidad de relacionar lo que se lee con otras cosas, por un lado la teoría literaria y por otro con el campo enorme de la cultura a la que pertenece esa obra. Cuando se habla de campo cultural se quiere decir todo, de manera que los críticos son en realidad especialistas en la cultura.

Ahora que los críticos son seres humanos que no pueden saber todo sino que se especializan, de manera que hay dos clases de críticos: el que le interesa más la relación entre una obra con la teoría y aquel al que le interesa más la relación de la obra con el contexto cultural y de ahí puede ser el crítico el que estudia el género al que pertenece la obra, hasta el crítico al que le interesa el tiempo, la época, las corrientes sociales, políticas, etc., o sea que hay una gran variedad de críticos dentro de un espectro relativamente reducido.

Los procedimientos para el análisis varían con los críticos, los hay que son eruditos, que antes de escribir sobre una obra la leen completa, consultan toda clase de información, revisan, etc., ese crítico corresponde más bien al nivel académico universitario.

El otro crítico se fía más en un recurso que es fundamental: la imaginación crítica, la capacidad de ver y correlacionar, eso que algunos le llaman intuición, otros hablan de la nariz, los críticos siempre dicen yo tengo nariz y se la tocan, es decir, olfato para descubrir las cosas, ésa es la crítica a la que han llamado impresionística. Desde el punto de vista de la historia de la crítica, hay muy pocos críticos que han tenido la capacidad de ver y seguir viendo, en cambio los más, son los que estudian, trabajan, se relacionan.

La combinación ideal sería tener una gran nariz y mucho trabajo que es  lo que ha hecho alguno de los más grandes críticos: Octavio Paz quien tiene intuición crítica fabulosa, pero también es un crítico que trabaja.

Para nosotros, al terminar, al conocer la opinión de Emir Rodríguez Monegal, y sin ánimo de ser extranjerizantes, vemos que también él trabaja, tiene un nombre y además, una enorme nariz, tanto física como literaria, entonces, Emir Rodríguez Monegal no sólo está a la altura de Paz, sino que en muchos casos lo rebasa.