SIGLO XVI NUESTRA ESCUELA

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Margarita era una mujer que vivió su realidad como mujer de la modernidad contemporánea que hizo del presente su hogar, pero que en la raíz de su vivir estuvo siempre el pasado admirable que los siglos de la colonia dieron al México mestizo que se hizo con el genocidio indígena, en la esclavitud que sacó de las venas profundas de sus cavernas y minas el oro y la plata que dieron riqueza al imperio español por cerca de 300 años. Margarita no huyó a estudiar ese tiempo. Ahí estuvo gran parte de su sabiduría que le forjó como admirable estudiosa de los tiempos toluqueños que tanto amó. Sus artículos son sabios por la tarea de investigación histórica que hacía: nació para eso. Sigue contando en fray Bernardino de Sahagún: Los demás atavíos poníanselos según la imagen con que los imaginaban y pintaban […] Después de hechas estas imágenes, ellos ofrecíanles papel de lo que ellos hacían, y era que a un pliego de papel le echaban muchas gotas de goma que se llama ulli, derretido; echo esto colgaban al cuello de la imagen el papel, de manera que le cubría desde los pechos abajo.

¿Qué mundo encontró este español culto?… Bueno fue que dentro de los radicales que venían a exterminar todo con el fin de dominar todo, hubo hombres como Bernal Díaz del Castillo o fray Bernardino de Sahagún y Bartolomé de las Casas que salvaron la lengua y las fortalezas de un imperio que sorprende por lo extenso de los territorios que llegó a dominar en aquellos tiempos. Todo toca en pocas líneas Bernardino, cuenta Margarita: La abstinencia sexual era fundamental para ciertos delicados quehaceres: Ofrecían asimismo a estas imágenes [de los volcanes] vino, u octli o pulque, que es el vino de la tierra […] los que hacían esta fiesta convidaban y apercibían para ella a los taberneros que hacían el pulque, y exhortábanlos para que hiciesen su vino, y para esto se abstenían cuatro días de llegar a mujer ninguna, porque temían que si llegase a mujer aquellos días, el vino que hiciese se había de acedar y estragar. Recuerdo aquellas reuniones que teníamos de trabajo en el Instituto Mexiquense de Cultura, siempre juiciosa y atenta a las indicaciones que se daban en todo momento. No existía en ella ese deseo de sobresalir por encima de los demás. Sobresalía por su elegancia, belleza, inteligencia, talento y cultura. Sin duda una mujer admirable, con la que se podía charlar de múltiples cosas y siempre de ella salía algo sabio o inteligente en su decir.

Al relatarnos en tan pocas líneas, apenas las que caben en un artículo o columna periodística cuenta: En otra parte de la enorme obra se habla “de diversos nombres de ríos y fuentes”; allí recibimos noticia del sumidero de un curso fluvial en pleno Popocatépetl y de su afloramiento: Hay un río que se llama Nexátl; quiere decir lejía, o agua pasada por ceniza; de esta calidad está un río que desciende de la sierra que ahúma, que es el volcán, que comienza desde lo alto; es agua que se derrite de la nieve y pasa por la ceniza que echa el volcán, y súmese bien cerca de él, y torna a salir abajo, por entre Huijotzingo y Acapetlahuacan. Yo vi el origen y lugar donde se sume, que es junto a la nieve, y el lugar donde torna a salir”. Bellas letras estas últimas, nos hablan de un cronista que en vivo ve y cuenta lo que vivió en ese momento. Es decir, el Cronista se hace de tiempo, circunstancias y detalles. Porque lo que vi salir no era un agua cualquiera, sino que era ceniza porque venía del volcán que está vivo: Don Goyo, como hoy le dicen los lugareños lleva siglos lanzando cenizas a todas partes en el Valle de México, en aquel siglo XVI seguramente era la belleza terrenal, casi el paraíso aquí en tierra. A estas meditaciones nos llevan dos cronistas: Bernardo Sahagún y Margarita García Luna. Así, nuestra imaginación siente nostalgia de aquello que veía y vivía Bernardino y a la vez, permite, gracias a investigaciones de Margarita en la historia y documentos, saber que ciertamente el cuerno de la abundancia que ha sido en cientos de años nuestra patria, fue Visión del Anáhuac, tal como la describe en crónica, ensayo, prosa narrativa el sabio Alfonso Reyes por el año de 1915 y, por esos tiempos, el pintor de Temascalcingo, José María Velasco. Sí, es La región más transparente en páginas noveladas de Carlos Fuentes en otras palabras.

Para comprender el Valle de México actual es necesario ir a mucho tiempo atrás para comprender lo que hemos sido, lo que somos en una era en la que el centro del país es el lugar más contaminado en sus aguas, aire y tierra por la sobrepoblación en que vivimos. Leer las letras de Margarita se vuelven un remanso a este urbanismo caótico en el que vivimos. De eso se hacen los escritores, de poder desplegar realidades que fueron o que son y permitirnos imaginar tales cosas sin necesidad de un cinematógrafo o una pintura que nos lo enseñe. Escribe la Cronista: Al parecer, las andanzas alpinistas del franciscano fueron en 1545. En todo caso, también relata esta actividad volcánica en un cono cercano al Popocatépetl: “Ha pocos años que comenzó a arder la cumbre de él, y yo le vi muchos años que tenía la cumbre cubierta de nieve, y después vi cuando comenzó a arder, y las llamas parecían de noche y de día de más de veinte leguas, y ahora, como el fuego ha gastado mucha parte de lo interior del monte, ya no se aparece el fuego aunque siempre arde”. Cronista es el que está ahí presente, viendo y viviendo lo que acontece. Pero Cronista lo es también el que viviendo mucho y estudiando mucho es capaz de recrear lo que en el pasado se vivió por los datos que tiene.

A través de lo que escribió para nuestro bien fray Bernardino de Sahagún, nos permite saber cuáles eran las tradiciones, los sentimientos, las supersticiones, las cosas que para un europeo eran de locos e incomprensibles muchas veces. Cuenta Margarita: Fray Bernardino comenta sobre las supersticiones y las idolatrías “que se hacían y aún se hacen” en las aguas y montes: En el medio de la laguna, donde llama Xiuhchimalco, dicen que está un remolino donde se sume el agua de la laguna; allí también se hacía sacrificio cada año, echaban un niño de tres o cuatro años en una canoíta nueva y llevábanla al remolino, y tragábala a ella y al niño. Este remolino dicen que tiene un respiradero hacia Tullan, donde llama Apazco Santiago, donde está un pozanco profundo, y cuando crece la laguna crece él, y cuando mengua, mengua él, y allí dicen que muchas veces han hallado la canoíta donde el niño había sido echado”.

Tiempos que parecen pasados y en pleno siglo XXI podríamos contar de las atrocidades que los infantes viven a manos de sus padres y familiares por supersticiones o simple y llanamente porque no han sido afortunados al venir a esta existencia terrenal. Margarita cita un tema que nos es propio, lo que se refiere a Toluca, y dice: Con relación a la provincia de Toluca escribe: …hay otra agua donde también solían sacrificar, que es la provincia de Toluca, cabe el pueblo de Calimaya; es un monte alto que tiene encima dos fuentes, que por ninguna parte corren, y el agua es clarísima y ninguna cosa se cría en ella, porque es frigidísima. Una de estas fuentes es profundísima; parecen gran cantidad de ofrendas en ella, y poco que yendo allí religiosos a ver fuentes, hallaron que había una ofrenda allí, reciente ofrecida, de papel y copal y petates pequeñitos, que había muy pocos que se habían ofrecido, que estaba dentro del agua. Esto fue el año de 1570, o cerca de por allí y el uno de los que le vieron fue el P. F. Diego de Mendoza, el cual era el presente Guardián de México, y me contó que lo había visto”.

Es el siglo XVI, siglo que debemos estudiar para profundizar de dónde venimos. Pues el choque de culturas estaba presente de manera crítica y sorprendente para una y otra cultura, unas y otras culturas de Mesoamérica. Aunque ahora se diga que ya se habían fundado tal o cual ciudad en el centro del país.