Síndromes laborales más comunes
El cuidado de la salud física y mental y la lucha contra los trastornos laborales ha pasado a ser una prioridad para cualquier trabajador. En este sentido, a continuación enumeramos los síndromes laborales más comunes, sus características y síntomas, así como las pautas para combatirlos.
Síndrome de burnout: También conocido como el ‘síndrome del trabajador quemado’, el síndrome de burnout es el resultado de altos niveles de estrés y agotamiento físico, mental y emocional que se prolongan en el tiempo. Su principal síntoma es la ansiedad y se manifiesta en mayor medida en aquellas profesiones en las que se tiene como requisito estar de cara al público.
Asimismo, el burnout puede llegar incluso a producir un cambio en el comportamiento del empleado. Incluso adoptando actitudes de indiferencia y desinterés, y reduciendo así su productividad y compromiso en el trabajo. Como consecuencia, también puede afectar a las relaciones y actitudes en el ámbito laboral, tanto con los clientes como con los propios compañeros. La irritabilidad y la susceptibilidad son conductas de lo más comunes. Especialmente cuando existe una desmotivación hacia el trabajo a desempeñar, percibiéndose en el entorno profesional, social y familiar.
Síndrome del trabajador burbuja: Uno de los síndromes laborales que se ha agravado recientemente con la implementación del teletrabajo. Consiste en la constante hiperconectividad laboral, es decir, no desconectarse por completo del trabajo. Se trata de una situación en la que se convierte en un reto separar la vida profesional de la personal, incrementando así el estrés y agotamiento de los empleados.
Con la finalidad de ponerle remedio, en primer lugar, las empresas han de ser conscientes de ello y, seguidamente, invertir en programas de actividades que promuevan la desconexión y los hábitos saludables, así como en terapias de prevención. Especialmente útiles son estos programas durante el periodo de vacaciones de las personas para que la disociación entre empleo y vida personal sea la máxima posible.
Síndrome del impostor: El síndrome del impostor es la percepción que tienen algunos trabajadores de su propio desempeño laboral. Estas personas nunca se sienten lo suficientemente válidas, exitosas ni satisfechas con lo que hacen, por lo que son incapaces de atribuirse méritos y logros en el ámbito profesional. Tanto es así, que incluso muchos experimentan miedo e inseguridad constantemente porque consideran que no se merecen el puesto que ocupan.
Síndrome boreout: Identificado en 2007, este síndrome se genera por aburrimiento extremo, escasa exigencia por parte de los superiores y desinterés debido a la ausencia de trabajo. Entre sus síntomas encontramos la desesperación, la insatisfacción y la desmotivación. En definitiva, se trata de un mal laboral que condena al trabajador a tener poca o ninguna responsabilidad, pese a seguir cobrando el mismo sueldo.
Las causas que pueden motivar este síndrome son múltiples: falta de planificación y organización en los equipos, funciones duplicadas en otros puestos, la realización de tareas rutinarias y monótonas que se contraponen con aquellas más motivadoras desempeñadas por cargos superiores, o la falta de promoción interna, ente otras.
Síndrome Munchäusen: En este caso nos encontramos ante un trastorno psicológico que se desarrolla en el ámbito laboral cuando ciertas personas deciden provocar conflictos y tensiones para, posteriormente, resolverlo ellas mismas. ¿Con qué intención lo hacen? Para obtener un mayor reconocimiento y mejorar su reputación. No obstante, generalmente se termina descubriendo al causante de esos problemas.
Aunque hoy en día sigue siendo uno de los síndromes laborales menos comunes, identificarlo puede suponer un reto, e incluso, no hacerlo, puede generar un mal ambiente de trabajo y repercutir negativamente en la productividad de la empresa.
Síndrome de Estocolmo laboral: Este síndrome se suele dar en aquellas compañías con estructuras muy jerárquicas. Se lleva a cabo cuando un empleado recibe un menosprecio u ofensa por parte de alguien superior y, en lugar de reportarlo, lo justifica. La aceptación de este trato hace a la víctima cada vez más vulnerable, lo que acaba afectando al rendimiento de su actividad.Síndrome de Bergerac: Es el síndrome que reciben aquellas personas con baja autoestima y que quieren pasar desapercibidos dentro de la organización. Tiene mucho que ver con la inseguridad y con el miedo al qué dirán, ya que es esa misma actitud la que impide que el resto pueda apreciar todo su talento y potencial. Generalmente es un comportamiento que ya traen consigo esas personas cuando entran a trabajar en una empresa, pues tienen falta de confianza o de experiencia.
Síndrome de Anat: El siguiente síndrome incluye conductas de trabajo poco éticas, puesto que está relacionado con el plagio de ideas. Se experimenta cuando una persona o grupo deciden atribuirse un trabajo que no es propio y lo presentan como tal al resto del equipo o superiores.