Sociedad digital, una sociedad de datos.

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Nuestro entorno es susceptible de ser interpretado a través de los datos, en función de una serie de dispositivos que logran describir nuestra realidad a través de los registros que se generan con el uso de los aplicativos tecnológicos, lo cual, puede entenderse como una fotografía fiel de las circunstancias que ocurren en un momento determinado.

La distinción del mundo físico con el entorno digital va disminuyendo las barreras a partir de los datos al punto en que a través de dichos registros es posible entender de mejor manera como funcionan las cosas a partir de una perspectiva objetiva, que permite identificar, controlar y mejorar la realidad a partir de análisis de datos.

Dentro de esas series de datos y registro de actividad de las personas es posible identificar ciertas pautas del comportamiento e interacción de los seres con su entorno, al punto de que el mundo de las ideas permite encontrar una representación gráfica para modelar cuando menos, presente y futuro de las interacciones existentes y probables, y si bien, esa estandarización que al día de hoy nos ha permitido entender este mundo desde un plano metafísico representa uno de los principales valores de la digitalización para su adecuada gobernanza, una vez establecidas las condiciones de dicho modelo, la estructuración tenderá a ser cada vez más compleja para poder reflejar todos los relieves de nuestro entorno en las dimensiones y planos que sean susceptibles de ser interpretados a través de la tecnología.

Sin embargo, antes de esos escenarios complejos en los que nuestras esferas de derechos y libertades marcarán una nueva pauta para su tutela efectiva a través de la privacidad, a fin de evitar la restricción de los espacios para el libre desenvolvimiento de nuestra personalidad, es posible identificar un espacio de oportunidad en el que dichos datos puedan ser explotados en beneficio de las persona a través de diversas técnicas de análisis para modelar una realidad más igualitaria a partir del mapeo de las interacciones que surgen a partir de la interpretación de dichos datos.

Así, la combinación de la data pública y la data privada al día de hoy ofrece grandes posibilidades para tales efectos, empezando por el registro efectivo de la brecha digital, en la cual, debería identificarse la población internauta que hace uso de los servicios digitales y a partir de ahí establecer los mecanismos habilitadores y de entrada, así como de acceso permanente a la ciudadanía digital, así como las finalidades prospectivas de dicha navegación, a fin de advertir adicionalmente las posibilidades de inclusión de nuevos actores dentro del ecosistema digital, a fin de definir si serán medios públicos, privados o colaborativos a través de los cuales se cerrará dicha brecha digital en definitiva.

Bajo este esquema, la brecha digital debería asociarse contundentemente con el derecho a la identidad digital, no sólo desde la vertiente de mecanismos para acreditar la existencia de una persona en la sociedad, sino también, como el mecanismo a partir del cual se da evidencia de que las y los ciudadanos digitales, no son sólo números, sino que son entes activos que participan dentro del entorno digital.

Una vez establecido ese presupuesto, es momento de dar paso a tres de las primeras interacciones de los ciudadanos digitales, a saber: economía digital, ciudadanía digital, e integración social digital, los cuales a su vez darán una pauta puntual a las demás actividades de la sociedad en función de dichos objetivos, empezando por la educación digital, como el habilitador para el desarrollo de las y los internautas en los tres escenarios; destacando en importancia o relevancia para cada uno, por ejemplo en el ámbito de economía digital el trabajo (quien sabe hasta qué medida como tal, o simplemente como el acompañamiento social para la producción), en el ámbito de la ciudadanía digital, el gobierno electrónico como principal exponente de las acciones que se desarrollan en el plano social, y, en la integración social digital, el ámbito doméstico que permite aprovecha el uso de los aplicativos e interacciones que surgen en virtud de la productividad económica o de la construcción de un nuevo estado de derecho.

Bajo una sociedad gobernada por los datos, se vuelve más sencillo y transparente redistribuir el ingreso disponible y los recursos, en función de las expectativas, intereses y habilidades de las personas, quienes, en función del papel con el que intervengan en las posiciones de acceso a la sociedad digital, puedan interactuar con condiciones mínimas de bienestar. Ciertamente es que un modelo de este tipo difícilmente podría concebirse viable desde un modo integral puesto que tendería al control y autoritarismo de las decisiones mayoritarias, por lo que aquí, la teoría política cobraría un nuevo sentido para generar controles sociales a través de lo que hoy realizan los algoritmos en el ordenamiento de las interacciones de los usuarios, por lo que, esta sociedad de datos seguramente requerirá de diversas etapas para su adaptación a los requerimientos de la sociedad humana.

No obstante, al día de hoy los beneficios de los datos y la digitalización permiten establecer los primeros cimientos para su correcta gobernanza, sin necesidad de aprovecharnos de los procesamientos avanzados, una adecuada distribución de los datos relativos a educación y empleo, podría por ejemplo, ayudar a generar capacitaciones adecuadas para los requerimientos laborales actuales y, en prospectiva, que permita a su vez a la ciudadanía orientar sus actividades hacia aquellos sectores en los cuales exista una demanda determinada, teniendo a su vez, una idea clara de los ingresos y requerimientos de crecimiento que pudiera tener una persona en una situación similar y dar la oportunidad equitativa de competir por un rol determinado y desarrollar una trayectoria en función de intereses auténticos, a fin de cerrar el ciclo educativo de competencias con la de la ocupación laboral, y, también en función de ello, establecer nuevas rutas para la productividad en función de la población ocupada; lo anterior, sin considerar que precisamente la digitalización permite eliminar las barreras que se provocan de la disponibilidad de espacios en instituciones educativas, y si bien, seguirán existiendo segregaciones, éstas serán más en función de las realidades de las sociedades determinadas, y no, de las barreras que se han generado en función del origen, el lugar de nacimiento o de residencia, o, inclusive del desarrollo en un contexto específico.

Así mismo, en el ámbito del esparcimiento, será posible que las personas identifiquen con mayor claridad aquellos beneficios que conlleva realizar un determinado arte u oficio, que eventualmente sería suficiente para la expectativa de suficiencia de muchas personas, si esos datos los combinamos con la planeación urbana y territorial, explotación y administración de recursos naturales, y sustentabilidad, que podrían generar a través de una sociedad digital, mejores condiciones para que las personas puedan lograr aquello que las haga felices, superando la idea de lucha de clases, por una que permita a las personas escalar en función de una coadyuvancia adecuada con su personalidad y desarrollo, que mantiene la esfera de las libertades equiparables al ámbito actual, a través de la gestión de la privacidad. Hasta la próxima.