Te espero
Te espero en la esquina del café de diez pesitos
Con el bonche de jaicus que te escribí a medio día,
y también, cómo no, con mi mente cochina.
Te espero vencida del corazón, pero sonriente recordando los interludios
me fascinan nuestros interludios,
siempre buscándome, aunque nunca confundido,
ni enojado, tampoco mal herido, en fin,
siempre besándonos a escondidas.
Te espero con el libro que escribimos juntos,
porque esta historia es tuya y mía; la sangre y la herida,
te espero con las señales en verde de los semáforos mojados,
con las puertas de las iglesias cerradas para que no te martirices,
y con el musgo venidero de las lluvias de agosto, septiembre, octubre, etcétera,
venga, te espero, tranquila,
al fin que ya lavé mi ropa, ya saqué a los perros, ya limpié la casa,
y ahora que lo pienso, con algunas cuentas que no he pagado,
entonces, ya sé, mejor te espero antes de pagar la luz, porque así a oscuras quiero estar contigo
Te voy a esperar, a la una, a las dos, a las tres.
Ven, ven por el mar de historias que aún no te he contado
por lo que aún, no entiendo por qué, no me has dado.
Ven por si el viento fuerte derrumba todo y no tengo de quién abrazarme
Ven para ir al mercadito de chácharas juntos, para reírnos viendo las películas de Tin tan.
Te espero pues, con un tecito de canela y un pan de dulce
Te espero siempre con mi buen gusto, con humor,
con lo que quieras escuchar, con las palabras correctas.
Te espero sin filtros, porque esto es lo que hay,
con mi tremenda melena de olas oscuras,
con mi tenue figura y mi insoportable locura, preticor en tus días tristes.
Pero oye, ¿sabes qué? Si no quieres no, así andamos bien,
es más, tal vez te espere sólo un ratito,
en lo que me acabo este vino, en lo que me traen la cuenta,
te espero en lo que dan las tres de la mañana,
te espero si, solo si, no te tardas y sientes lo mismo,
te espero y me traes unos chocolatitos.