UNA SANA COMUNICACIÓN EN EL MATRIMONIO
Para entender este tema, tal vez precisemos primeramente conocer en términos generales de qué trata el matrimonio.
En primer lugar: el matrimonio no se trata de ser complacido; muchos piensan que llegar al matrimonio es cómo llegar al spa, tan sólo a dejarse consentir y ser complacido en todo lo que se nos ocurra, craso error, el matrimonio es un compromiso de amor y un compromiso es de dos siempre apunta en dos direcciones y dependerá de las acciones de ambos cónyuges.
En segundo lugar: el matrimonio no es una extensión de la casa paterna, es decir; y con todo respeto lo digo, muchos hombres pensamos que en el matrimonio se debe hacer todo como lo hacía nuestra madre en casa y cuando no sucede así culpamos a la mujer de ser ineficiente entonces, no rompemos nunca el cordón umbilical, nos mantenemos atados a mamá y no permitimos que nuestro matrimonio madure y se desarrolle con la debida libertad.
En tercer lugar: el matrimonio tampoco es una extensión de nuestro club de amigos o amigas, nuestro cónyuge, no tiene porque aguantar o hacer exactamente lo que nuestros cuates o amigas acostumbran hacer. Es precisamente nuestro cónyuge, depositario de toda nuestra confianza, amor, respeto y cuidado, y no tiene por que convertirse en nuestro pretexto o derroche.
Se trata de dar a tu pareja lo mejor de ti, encontrar en él o ella descanso, confianza, respeto, motivo, seguridad y reposo.
Ahora bien, ¿cómo se edifica una casa?
El sabio Salomón decía que: “Con sabiduría se edifica la casa y con prudencia se afirma”.
Sabiduría es igual a: Plenitud de entendimiento y Prudencia es igual a: Acción cautelosa.
Una buena comunicación requiere de palabras, pero hay algo más como son: Los factores no verbales como el tono de voz, la expresión facial y el lenguaje corporal. La falta de estos puede afectar mucho más la comunicación que la elección de palabras.
Comunicarnos con nuestro cónyuge es una labor continua y siempre de dos vías, en el caso contario, no nos estamos comunicando con la verdadera intención de hacerlo, simplemente estamos comentando o exponiendo nuestras ideas sin el menor interés de que estas sean compartidas por nuestro cónyuge.
Efectivamente, la vida nos enseña en ocasiones por la vía pacífica y otras más, inevitablemente tendremos que experimentar el caos, pero a manera de consejo si me lo permiten, Perdónense cuantas veces sea necesario.
La experiencia de los días pasados nos ayuda a construir los días por vivir. Hay una ley indefectible que nos enseña que es posible cometer dos veces el mismo error, pero en cada ocasión este nos dejará una experiencia diferente.
Llenémonos de amor el cual cubre multitud de faltas, así podremos recibir en nuestro corazon la paz que solo Dios puede darnos.
No tengamos secretos. Ocultarle cosas a la persona que duerme a nuestro lado no es conveniente los secretos, la mentira y lo que se hace en la oscuridad, siempre deja huellas y estas son manchas que tarde o temprano delatarán lo que se oculta.
Seamos los mejores amigos, riamos juntos, no nos neguemos nunca una caricia, digámonos uno al otro cuan grande es nuestro amor sin temor.
Les aseguro que hay muchos que quisieran tener con quien compartir el resto de su vida, quienes tenemos con quien compartirla, debemos agradecer a Dios por la persona que tenemos a lado nuestro.
Sugerencias prácticas para la buena comunicación en el matrimonio.
Cuando hay problemas ambos cónyuges deben estar dispuestos a admitir que los dos son parte del problema y así siendo dos y cómo dos siempre, encontrar la mejor solución. Repartir culpas no soluciona nada.
Cada uno debe estar dispuesto a cambiar y no tratar de cambiar al otro.
Evitar el uso de palabras cargadas emocionalmente, será de gran ayuda: «En realidad no me amas», «siempre haces tal o cual cosa», «nunca haces algo bien», «no me importa», etc.
No infieran. Hágase cada uno responsable por sus propias opiniones, palabras, acciones y reacciones. No le echemos la culpa al otro. Aceptemos el enojo.
Evitar volver a discusiones pasadas, es de lo más sano. Ocúpense de un problema a la vez y luego encaren el siguiente.
Que nuestra atención este en el presente y no en el pasado, a no ser que nos ayude a resolver problemas del presente.
Aprendamos a comunicarnos con formas no verbales. Expresen al otro sus pensamientos, preocupaciones, cuéntenle sus actividades.
Escuchemos, comprendamos y respondamos al sentido que está detrás de lo que se está diciendo.
Permítanme concluir con esto:
Una sana comunicación en el matrimonio comienza con voluntad y honestidad.
El matrimonio siempre se trata de dos, no existen llaneros solitarios.
Cordón de tres dobleces no se rompe fácilmente.