Válida aspiración

Views: 1191

Vivir implica, nos guste o no, tomar decisiones que necesariamente van construyendo, en un sentido u otro, la historia de la existencia de cada ser humano.

Teniendo en cuenta esto, es importante tomar conciencia de que cada individuo es responsable directo de los actos que realiza y de las consecuencias de las decisiones que ha tomado, de forma tal que se van hilando cada uno de estos actos aislados hasta conformar una estructura continua de eventos que dan sentido y explicación a lo que llamamos vida.

Es entonces cuando se comienzan a estructurar paradigmas concretos de lo que se debe y puede hacer, y de lo que es mejor evitar para llevar un paso fructífero y positivo en todas las esferas de acción.

De ahí que se diga que, para llevar una vida tranquila, sin sufrimientos o presiones, es necesario mantener una conducta correcta, adecuada para cada momento y circunstancia, situación que parece no ser tan fácil, dado que de entrada existen divergencias en torno a palabras como correcto, cuyo significado depende de la perspectiva de cada individuo.

Sin embargo, y respetando la capacidad de decisión que cada ser humano tiene, así como su libre albedrío, es claro que en los últimos años existe un vivo sesgo de lo que tradicionalmente considerábamos correcto, y de manera preocupante frecuentemente encontramos personas cuyo paradigma da por sentado que situaciones o acciones incorrectas (desde la perspectiva que violentan las formas establecidas y los códigos predeterminados) son adecuadas.

Para hacer una afirmación de esta naturaleza, no hay que ser mago ni tener poderes sobrenaturales, simplemente bastaría con ser un poco observadores de la realidad que el entorno permite ver, cada vez más fría y aterradora, no sólo por los actos violentos que engalanan las ediciones de noticias en los medios, sino por la actitud que se asume ante este tipo de circunstancias.

Porque más allá de credos, costumbres y hábitos, es evidente que muchas personas no están actuando de forma armónica con su alrededor, por el contrario, se han convencido de que conductas agresivas, arrogantes, deshonestas y negativas son perfectamente válidas, y en algunos casos premiadas, en la sociedad que nos ha tocado vivir.

¿Qué es lo que está sucediendo?, simple, hemos dejado de ser hombres y mujeres éticos, a grado tal de que incluso en pequeñeces, banalidades y situaciones triviales, nuestra conducta comienza a ser expresamente sorpresiva, aun sabiendo que lo que hacemos es, por definición, incorrecto.

Lamentablemente, esta situación se ha expandido a muchos ámbitos de la interacción humana, incluso en los espacios laborales, ningún espacio ha sido inmune a estos embates del entorno y paulatinamente se ha contaminado del mismo mal.

Reconocer el valor del motor ético en nuestras acciones nos permitirá construir mejores puentes de interacción, en los que la determinación y la voluntad se muestren como artífices de cambio.

La congruencia que logremos conjuntar nos hará mejores seres humanos, y por añadidura mejores profesionales.   Así lo piensa Felipe González, ex presidente de España, quien alguna vez dijo: Al gobernar aprendí a pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades.

Reconozcamos el valor de este pensamiento, apliquémoslo en nuestro trabajo diario, a pesar de lo que se pueda decir en contra, es nuestro tiempo para hacerlo y es una válida aspiración.

horroreseducativos@hotmail.com